Leer los periódicos este fin de semana, especialmente el Domingo, era motivo de profunda depresión. Todos ellos llevaban en portada el asunto de la corrupción municipal, que ha enfangado a todos los partidos. Se dice eso de que mal de muchos consuelo de tontos, pero en este caso parece que ha sido una reunión de “listillos” la que se ha creado para que el resto de la población quedemos como tontos, y ya puestos, pagadores de todo. Y luego se preguntará algún estudioso el porqué de la desafección de la sociedad con la política.
Ahora todo el mundo dirá eso de que se venía venir, que la burbuja inmobiliaria no podía acabar de otra manera y que era cuestión de tiempo. ¿Y qué es lo más patético? Que todo eso es cierto, todo el mundo lo sabía, y nadie ha hecho nada para evitarlo, y el causante es el de siempre. El dinero. Enormes, fabulosas sumas de dinero se han movido en torno al mundo inmobiliario, y los ayuntamientos han trincado lo que han querido sin que nadie los denunciase, porque cuando los billetes de quinientos llegaban como si fueran folletos de propaganda todas las voluntades se doblaban sin esfuerzo. El caso típico de los descubiertos es el de un pelotazo entre los del ayuntamiento y las constructoras y/o inmobiliarias a cuenta de la recalificación de suelos que pasaban de ser no urbanizables (y por ello baratos) a edificables, multiplicando así su valor. Todo gira en torno a la figura del concejal de urbanismo, el que decide eso, y que ha sido el puesto codiciado por todos los partidos de una corporación. Se han hecho mociones de censura, desgarros públicos, golpes de mano y todo tipo de tropelías con tal de hacerse con ese cargo, que daba acceso a la caja. Así, siguiendo este esquema, la lista de municipios en los que se ha podido cometer fraude es equivalente a la de aquellos en los que la construcción ha estado disparada los años pasados. TODOS. Me arriesgo a afirmar que, como en el ejemplo bíblico que usaba hace unos días, no habrá un porcentaje muy elevado de ayuntamientos en los que, de una manera u otra se habrá robado, y no me equivocaría si digo que, si inspeccionamos las cuentas, los defraudadores superarán ampliamente el 50%. Esto no es una muestra de cinismo por mi parte, sino una mera descripción de lo que veo. Miles de pisos construidos en lugares inverosímiles, urbanizaciones gigantescas que ahora parecen poblados fantasmas, inmensas avenidas llenas de polvo, silencio y escasas ventanas acortinadas, esqueletos de edificios sin terminar, pisos sin vender... Detrás de esa burbuja se esconde no sólo el drama de quienes querían comprar y no pueden, de las empresas que o han cobrado pro sus trabajos y al economía de un país que se ha hundido a medida que caían las grúas. En esas urbanizaciones fantasma estaba la fuente de ingresos de los municipios, y el abono a sus corruptos. Una vez pinchada la bola, los ayuntamientos están al borde de la quiebra, y sólo se les ocurre subir los impuestos como locos (caso del de Madrid, que es el que sale en la tele, pero pasa en todas partes) y los corruptos ven como su entramado financiero se derrumba por falta de ingresos. Es el fin de una era, de una época de excesos. Ahora llega la vergüenza.
Salían ayer los vecinos de Santa Coloma de Graamnet denunciando que en los terrenos donde el Ayuntamiento prometió construir equipamientos sociales, muy necesarios para el pueblo, sólo había pisos. Enormes torres de pisos ahora vacíos y por vender. La imagen era rabia por parte de los vecinos pero, por encima de todo, de frustración Al final va a tener razón el cínico de Kissinger cuando afirmaba que es una pena que el noventa por ciento de los políticos le cree mala fama al diez por ciento restante.........
No hay comentarios:
Publicar un comentario