Después de que hace unos meses Irlanda aprobase, a la segunda, el Tratado de Lisboa, y que los parlamentos polaco y checo lo hayan ratificado, ha entrado en vigor esa carta que va a cambiar el funcionamiento de las instituciones europeas, a las que pertenecemos y que, entre otras cosas, de manera más o menos directa, me proporcionan trabajo. Una de las innovaciones más visibles de Lisboa es que prevé la creación de la figura del presidente estable de la Unión Europea, una cargo representativo y protocolario, pero importante, y esta noche, si no hay sorpresas, se elegirá a la primera persona que lo va a ocupar.
Hasta ahora la presidencia de la Unión ha sido rotatoria, y cada seis meses el país de turno, por orden alfabético, regía los destinos de este barco. A nosotros nos toca la presidencia ya, a partir del 1 de Enero, y va a ser la primera en la que la figura del presidente elegido (el que salga hoy) vaya a chocar con el del presidente de turno, en este caso Zapatero, lo que le va a restar protagonismo a este último y en su conjunto al país que en ese semestre pone sus recursos al servicio de las instituciones europeas. Lo primero que hay que señalar es que en esta democrática Europa la elección del presidente se va a hacer sin tener en cuenta mi opinión ni, por supuesto, la suya, amable lector. Serán los jefes de estado y gobierno los que en un cónclave de estilo Vaticano propongan nombres y escojan a esa figura. Esta sensación de dirigismo impuesto es uno de los males que las instituciones de la unión proclaman casi siempre pero que nunca logran evitar ni hacer nada para solucionarlo. ¿Quién preferiría usted como presidente? Simplificando mucho las cosas hay dos tendencias. Por un lado estaría alguien conocido, dinámico, y que tuviera nombre y peso en el contexto internacional. Eso sería bueno para la Unión como ente en sí, dándole una visibilidad y un protagonismo del que carece en la escena mundial (lo de Obama y Ju Innato del otro día), pero sería malo para los estados que conforman la Unión, porque su papel propio se desdibujaría. Tony Blair sería un candidato de este estilo, pero su euroescepticismo y los recuerdos de Irak probablemente impidan su elección. La otra posibilidad es escoger a un hombre gris, de perfil más bajo, que pueda hacer el trabajo sucio de representación pero que no posea un nombre y carácter lo suficientemente grande como para enmascarar a los países de la Unión. Durante los últimos días el candidato que más ha sonado como posible elegido ha sido el actual Primer Ministro belga, Herman Van Rompuy, que posee ese perfil gris, aunque poco a poco sube en las encuestas la ex primera ministra de Letonia, llamada Vaira Vike-Freiberga. Como verán, nombres fáciles de pronunciar por el ciudadano medio, en este caso español, y muy conocidos..... Vaira tiene a su favor el hecho de ser mujer y que esta noche se escogerán dos cargos, y es probable que uno de ellos sea fémina. El otro cargo a elegir es el de Alto Representante de la Política Exterior, papel que actualmente ocupa Javier Solana, y que con el nuevo tratado aumenta sus poderes y papel en el Consejo Europeo. Es probable que haya un acuerdo de color político en los cargos, de tal manera que si se escoge a un conservador como presidente (Blair, Vann Rompuy o Vaira lo son) el cargo de exteriores sea para un socialista, y viceversa.
Aquí se abre la puerta a una carambola nacional. Resulta que en los últimos días ha crecido el rumor de que Moratinos puede ser el candidato escogido para ese papel de Alto Representante, y parece que cuenta con apoyos importantes. Si así fuera Moratinos dejaría el gobierno español, se abriría una crisi donde podrían moverse otras piezas que están “flojas” y de rebote, por los cupos que le tocan a España, abandonaría la Comisión Europea Joaquín Almunia, ex dirigente socialista y que últimamente se destaca por cantarle a ZP las verdades del barquero sobre su nefasta política económica. ¿Todo muy retorcido? Veremos a ver que sucede esta noche.
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