La crisis que nos asola nos impide ver el bosque. Su intensidad y crudeza llena los informativos y oculta otras noticias que, de no estar en una situación económica tan crítica como en la que nos encontramos, serían portadas con grandes titulares. Quizás la más grande de ellas es la imparable carrera en la que se ha embarcado Irán desarrollando su tecnología nuclear, reprocesando uranio y tratando de enriquecerlo con supuesto fines pacíficos, pero con veladas intenciones militares. Este fin de semana el régimen de Ahmadineyad cruzó otro Rubicón en su camino hacia la bomba.
Y lo ha hecho de una manera muy similar a la negociaciones que se dan en un mercado persa, que para algo ellos son los inventores del concepto. Amago que renuncio a enriquecerlo, ofrezco la posibilidad de usar a países terceros como lugares d enriquecimiento y así pongo contentas a las potencias occidentales, y cuando los periódicos publican esos avances en la negociación, castañazo y nuevo anuncio unilateral de reprocesamiento en suelo iraní, esta vez alcanzando cotas del 20%. Para el que no controle el asunto, recordemos que el uranio enriquecido es el que posee un determinado porcentaje de un isótopo, el U235, más pesado que el uranio normal. El de las centrales nucleares convencionales no requiere porcentajes superiores al 3% y el de las bombas debe estar en un nivel del 90%, pero el complicado proceso de enriquecerlo es mucho más costoso al inicio que al final (cuesta más subir del 10% al 20% que del 50% al 80%). Lo que todo el mundo entiende con esto es que el programa iraní no puede tener un uso meramente energético, porque si alcanza niveles del 20% ya es muy capaz de producir combustible para teóricas centrales nucleares. No, lo que busca Irán es armamento nuclear, la bomba. ¿Con qué fin? Descartando el obvio de utilizarla contra alguien, el más inmediato sería el de no sufrir el, llamémosle así, efecto Irak. Es decir, hazte con las armas de destrucción masiva antes de que te ataquen en función de unas armas que aún no posees, porque cuando las tengas el atacante tendrá miedo y no se enfrentará a ti. Vean que mal le fue a Irak y que bien le va a Corea el Norte (esto entre muchas comillas, precisemos que a quién el va bien es a su régimen, su población se muere). Volvemos a plantearnos qué es lo que deseamos. Frente a un régimen iraní que no se detiene ante nada con tal de lograr la bomba, qué debemos hacer los demás. Obama ha anunciado nuevas sanciones contra el país, pero es probable que, como suele ocurrir en estos casos, el sufridor de las mismas sea el ciudadano corriente y no el régimen, que las dictaduras son especialistas en repercutir sus dolores sobre la población que dominan. Y eso si esas sanciones finalmente se acuerdan, porque China es un tradicional aliado de Irán, posee derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y no parece estar dispuesta a apretar el cuelo a al garganta del exaltado “Ahma”. Así Irán puede convertirse en un nuevo argumento de discusión y enfrentamiento entre EE.UU. y el gigante asiático, lucha que puede ser aprovechada por los iraníes para seguir su carrera sin demasiados estorbos. Si tienen la duda de saber cual es la posición de la UE al respecto, compartimos inquietud, porque no tengo ni idea. Es una buena muestra de lo que pintamos en este mundo.
Para poner algunos elementos más en este complicado cóctel persa, sigue a pie de calle en Teherán la violencia y el enfrentamiento social entre los partidarios del régimen y la oposición , que recordemos fue arrasada en parte tras el fraude electoral del año pasado. Ayer algunos exaltados partidarios de la dictadura teocrática asaltaron embajadas occidentales ante las protestas expresadas por algunas de estas naciones por el anuncio nuclear del 20%. No es tan sólido el régimen de Ahmadineyad como nos quieren hacer creer, pero su carrera hacia el hongo nuclear cada vez es más grave y peligrosa. Esto se puede convertir en el GRAN problema de aquí a pocos años. No dejemos de mirarlo.
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