Me voy una semana de vacaciones y, definitivamente, el país se descontrola, embarranca en al deuda, y el caos del debate público se acaba convirtiendo en un gallinero, en una trifulca que deja en mero cruce de acusaciones el cainismo que se respira en un patio de colegio a la hora del recreo. En este caso la excusa ha sido la instalación del Almacén Temporal Centralizado, ATC, de residuos radiactivos de alta y media intensidad, aunque todos los políticos han traducido esas siglas como A Tomar por Culo, y así nos va.
Resulta que ya desde el año 2006 existe la convocatoria organizada por el Ministerio de Industria para acoger este almacén, pero ha sido al final del plazo, el pasado Viernes 29, cuando los municipios se han lanzado a presentar sus propuestas, y los virreyes del país, los presidentes de esas cosas llamadas Comunidades Autónomas que me temo sólo sirven para engordar la calidad de vida de quienes las gestionan, se han unido en un coro a la voz de “SÍ, pero aquí NO”. Si no tenemos en cuenta a José Antonio Barreda, presidente socialista de castilla la Mancha, que ha alcanzado unos niveles de demagogia y populismo barato dignos de una república bananera de los cuarenta del pasado siglo, el disputado premio del hipócrita nuclear se lo han llevado ex aquo, el socialista José Montilla y la popular María Dolores de Cospedal. Montilla fue el Ministro de Industria que en 2006, y bien hecho, sacó el concurso para la ubicación del ATC, y que ahora en 2010 se niega en redondo a que esa instalación pueda ser acogida en Cataluña, la Comunidad que el gobierna. Cospedal, que es Secretaria General del PP y jefa del partido en Castilla la Mancha, y por tanto candidata a sustituir al demagogo Barreda, es como el conjunto del PP partidaria de la energía nuclear, pero resulta que su primera reacción cuando Yebra, municipio de Guadalajara, opta a acoger el ATC es salir en tromba protestado como si de algo vergonzoso y maligno fuera el famoso ATC y decide expedientar al alcalde de la localidad, en un gesto muy hispánico basado en eso de “no lideres por tus méritos, limítate a castigar al que se te oponga para que te haga caso”. Tras algunas declaraciones cruzadas Cospedal ha quedado bastante desautorizada y lleva algunos días sin decir nada curándose las heridas. Con menor intensidad episodios similares se han ido repitiendo en otras comunidades a medida que algunos pueblos se han ido presentando al concurso, y sus presidentes de Comunidad bramaban sin cesar en contra del necesario ATC pero que debe estar sito lejos de allí, invocando incluso el concepto de solidaridad, lo cual deja a ese término tan manoseado y vejado como inútil. Si ustedes se fijan los pueblso que se han presentado son, a excepción del tarraconense de Ascó, villas minúsculas infradotadas de servicios y abandonadas desde tiempo inmemorial por parte de los gobiernos de esas Comunidades. Lugares despoblados donde residen los pocos habitantes que, por edad o condiciones, aún no han podido marcharse a ninguna otra parte, y para los que una inversión como la del ATC sería mucho más importante que cualquier lotería que pudiera tocarles.
El ATC es necesario y hay que hacerlo. Es así de sencillo. ¿Dónde? Donde los técnicos digan que es viable y sea menos costoso financieramente. Y los políticos poco más deben hacer, salvo acatar el dictamen de los técnicos. Lo que pasa es que vivimos en un mundo infantil donde queremos de todo sin los costes que ello acarrea. Queremos cobertura de móvil, ir rápido de un lado a otro, pero sin antenas, carreteras, puentes, expropiaciones, etc. Como dice la expresión inglesa, somos unos Nimbys”, acrónimo de “Not in my back yard”, no en mi patio trasero. Qué bien lo describía Manuel Montero este pasado Miércoles...
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