La noticia que más ruido mediático generó el pasado fin de semana fue la del asesinato de la niña Cristina Martín en Seseña, a manos de una amiga suya por causas que aún no están claras. La cosa tiene su jugo, sobre todo viendo algunas de las últimas noticias, pero a mi la que más me impacto de todas las que leí esos días fue la de Cristina, en un magnífico reportaje de El País, en el que se cuentan los avatares de una chica que es distinta a los demás, y de cómo eso se ha convertido para ella en una losa casi insoportable gracias a la mierda de sociedad que hemos creado.
Resulta que Cristina es superdotada. Al parecer tiene un coeficiente intelectual de 170 cuando la media es de 100, y resulta que este don con el que ha nacido, estas inmensas y admirables posibilidades tanto para ella como para los que le rodean y el conjunto de la sociedad de lo único que le ha servido ha sido para destacarla como diferente, rara, extraña, y así convertirla en apetecible presa de la jauría de estúpidos y mediocres que se ha encontrado a lo largo de su, por ahora, corta vida. Aislamiento, insultos, acoso e incluso intentos de asesinato fue lo que Cristina obtuvo en el colegio donde estudiaba la ESO. Tras una experiencia traumática lo abandonó, y consiguió acceder a otro colegio en el que años después coincidiría con algunos de los compañeros del anterior centro. Aterrada, solicitó ayuda del Defensor del Pueblo de La Rioja, comunidad en la que vivía por aquel entonces, y eso acabó traduciéndose en que su expediente personal estuvo durante años colgado en Internet, al acceso de todos aquellos que la conociesen y que me imagino frotándose sus estúpidas manos al ver como el no menos estúpido departamento público estaba haciendo exactamente lo contrario de lo que indica su nombre: señalar y acusar, no defender. Como ocurre habitualmente en este país, la justicia, a resultas de una demanda presentada por la familia de Cristina contra la oficina del “Defensor” no halló culpable a esta, y seguro que poco le faltó por echar las culpas a la chica, acusándola de destacar cuando debiera ser una persona “normal” como las demás. Hoy en día Cristina tiene 19 años, estudia en una universidad que no está en La Rioja, y bien se cuidará el resto de sus días de no decir en donde reside ni donde estudia ni nada por el estilo, en el intento de huir de la desgracia que se ha cebado con ella, de todos los necios que se han conjurado a lo largo de su vida para hundirle, por envidia, por celos, por saberse inferiores moralmente a ella pero superiores físicamente. Estudiantes, profesores, instituciones, todos han fallado a Cristina... bueno, fallar no es el término adecuado. Todos parecen haberse puesto de acuerdo para acabar con ella porque mostraba lo poco que valían cada uno de ellos por separado. Leyendo el artículo, y con un cabreo cada vez mayor en el cuerpo, no podía evitar pensar en Lisbeth Salander, la protagonista de Millenium, que a su modo representa a esa persona distinta al resto, a la que los demás tratan de vejar, humillar, eliminar, porque lo diferente es peligroso. Las Belenes Esteban de este país siempre se aliarán para acabar con las Cristinas, y el público jalea a las primeras y silba a las segundas.
Estoy seguro de que Cristina nunca leerá esta pequeña reflexión, y que nunca llegaré a conocerla, pero si tuviese la oportunidad de hacerlo, y créanme que me encantaría, me gustaría decirle que, en la parte que me toca por ser miembro de este farsa de vida que hemos organizado entre todos, lo siento, que la admiro, que la apoyo, y que nunca se sienta abandonada, porque en silencio, acobardados, quizás invisibles, pero presentes, somos muchos los que defendemos y admiramos a las Cristinas que en el mundo hay, para que nunca renuncien a ser como ellas quieran. Nunca estarás sola, Cristina. Nunca.
2 comentarios:
Siento contradecirte (al menos solo en parte) en lo expuesto.
Será superdotada, pero emocionalmente no lo es en absoluto. Anoche escuche su entrevista en la Cadena Ser, y no me pareció correcto como trató poco más que inútiles a algún profesor, cuando por ejemplo la echaban de clase por su comportamiento o por interrumpir la clase. Y por otro lado también me pareció muy prepotente decir que estudiando 10 minutos antes del examen sacó un 9,98.
Yo me dí cuenta a los 21 años que era superdotado (cuando reanude mis estudios), y me saque dos carreras (no de doble titulación) y dos másters en 5 años, y ahora mismo estoy terminando Derecho en dos años, y soy Director de RR.HH., y te garantizo que siempre he procurado tener un respeto por los demás.
Un saludo.
Yo también la escuche en Hora 25 y para nada opino lo mismo que tú, más bien me parecio que defendió la realidad, que hay bueno y malos docentes. Incluso dió gracias a muchos de sus profesores. Por otro lado, cuando explicó lo de las notas, no alardeó de ello, sino que intentó explicar la sensación de frustración que sentía. No creo que sea justo decir que esta chica no mostro respeto por los demás, a mí no me lo parecio.
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