Siguiendo con el rosario de noticias que han convertido a los telediarios de esta semana en una especie de parte de guerra económico, ayer Standard & Poors, que quizá fueron en el pasado dos señores y ahora son algo más, bajó la calificación de la deuda española de AA+ a AA con perspectiva negativa, y se armó la gorda. El ibex se derrumbó, aunque eso ya es lo habitual, y la percepción negativa que nos rodea recibió más gasolina en forma de dudas. Por la noche, una vacilante, temerosa y perdida Elena Salgado era entrevistada en el telediario por una Pepa Bueno que parecía no entender lo que pasa pero que, al igual que muchos, se mostraba nerviosa.
Bien, ¿Qué es esto de la deuda y la calificación? El problema es sencillo de plantear pero complejo de llevar a la práctica porque en el fondo hay un irresoluble problema de información. Cuando uno compra un electrodoméstico, o un coche, o lo que sea, a priori no sabe si es bueno o no, si posee una alta calidad o va a fallar al poco tiempo. Para evitar esto el fabricante trata de hacerlo lo mejor posible, pero como puede haber fabricantes de todo tipo se ha acordado que haya normas internacionales de calidad, las ISO, y varias empresas auditoras vigilan que los fabricantes que dicen que poseen esa ISO realmente lo cumplan. Así, las piezas de una fábrica que posee la ISO se supone que son buenas, y el que las compra, al ver el sello, sabe que un tercero profesional las ha avalado. En el mundo financiero el asunto es más complejo, porque es más difícil saber si un señor es realmente solvente o no, o si la deuda que una entidad o país emite es más o menos segura, en le sentido de que se cobrará lo que se ha prometido pagar. Para lanzar señales sobre la calidad de los activos financieros existen las llamadas agencias de calificación, que son tres, la citada Stándar & Poors, Moodys y Fitch. Periódicamente realizan estudios y ponen notas en formato anglosajón (AAA es el muy bueno, C es muy malo) a los activos que emite una empresa o un país. Una AAA sobre un título de deuda quiere significar que es muy seguro, y que el emisor devolverá el principal y el interés. Por ello quién las compra sabe que no arriesga y quien emite se puede permitir venderlas baratas, a poco interés, porque siempre habrá algún comprador. A medida que la nota baja el mensaje es que el riesgo de algún tipo de impago crece, por lo que empezará a haber inversores conservadores que se lo piensen a la hora de comprar esos títulos. ¿Qué hace el emisor para seducirles? Pues subir el interés que paga por la deuda, haciéndola más arriesgada pero más rentable. Así, la bajada de ayer de nota de la deuda española implica teóricamente que debemos pagar más intereses por colocar entre los inversores nuestros títulos de deuda, nos sale más caro. Y he dicho teóricamente porque el encarecimiento de los intereses de nuestra deuda lleva sucediendo desde hace ya varias semanas. Ahora pagamos un punto porcentual más que el bono alemán, la referencia de Europa, así que lo que ha hecho esta agencia es poner en su codificación lo que el mercado de deuda ya descontaba desde hace semanas. En este sentido la agencia ha ido por detrás de la realidad, cuando lo normal es que su señal hubiese provocado el movimiento de los tipos, lo que no es sino otra señal de que el mercado financiero está descolocado. En todo caso lo de ayer es una muy mala noticia, y ahonda la sensación de que España empieza a convertirse en un problema emergente para Europa.
Es cierto que el papel de estas agencias de calificación está puesto en duda por muchos, y más tras su estrepitoso fracaso en la quiebra de LEhman Brothers, pero por así decirlo, es lo que hay. No vale quejarse cuando te bajan de nota y andar ufano y presumido cuando te cuelgan la triple A. Usando como ejemplo el fútbol, puffff, yo hablando de fútbol, podemos quejarnos del árbitro si nos señala falta, abroncarlo y lanzarles objetos, pero eso no evitará que remontemos un partido en el que vamos perdiendo por mucho. Lo único que puede hacer el equipo para ganar es meter goles. Las quejas no dan puntos. Pues algo así.
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