.... y créanme que me da una pereza enorme escribir sobre una porquería como esa, una trama corrupta de delincuentes de la que cada vez conocemos más, y lo que más sabemos de ellos nos muestra que son menos personas y más seres podridos, vulgares ladrones, estafadores y delincuentes. Por ver sólo un ejemplo, mirando esta lista de sobornos y cohechos a uno se le cae el alma al suelo al pensar que hay gente que se deja comprar por unos míseros relojes, algunos viajes y billetes de colores. ¿Es esa la integridad que domina la vida pública española? Desde luego en algunas zonas del PP lo parece.
Como bien comprenderán no me he leído las 50.000 páginas del sumario que ayer fueron hechas públicas, ni tengo tiempo y si lo tuviese me faltarían ganas de perderlo con eso. Al final lo de la Gürtel del PP es algo bastante parecido, aunque todavía en su bajeza no llega a esos niveles, a lo que sucedió con Filesa en el PSOE. En aquel caso en los noventa del pasado siglo, en este en la década de los “ceros”, llamémosla así, del presente, son el fruto de demasiados años de un mismo partido en el gobierno. Alrededor de él se empieza a crear una camarilla de intereses, sobornos, apoyos encubiertos y compras de voluntades aparadas en el poder, poder que obtiene el dinero necesario para comprarlo todo. Como siempre sucede los mecanismos de control de los partidos no se enteran de nada, pero no porque no puedan, sino porque no les interesa, ya que los partidos necesitan estos casos corruptos para financiarse y poder pagar sus opacas cuentas e inmensos gastos. Los controles externos, vía tribunales y auditorías fracasan, bien por desidia o por pringue, y la trama corrupta crece bien hasta que su nivel de excesos es demasiado visible y “canta” o hasta que alguno de los sobornados pide más de lo que el negocio genera y acaba en bronca con el resto, que es lo que parece que motivó las denuncias ocultas que lanzaron la investigación. Mientras el escándalo crece el partido de turno niega la mayor, habla de conspiraciones, trata de ganar tiempo, elude sus responsabilidades, protege a los sinvergüenzas porque son SUS sinvergüenzas y acusa a todos los demás de lo que le sucede. Finalmente los juicios, lentos y farragosos, pero que acaban llegando, sientan en el banquillo a un montón de gente, que es penada con pocos años de cárcel y que nunca devuelve el dinero robado, se suceden las declaraciones de penitencia, de disculpas y de que nunca va a volver a suceder algo así, se le paga un carpetazo al asunto y el partido de turno espera pacientemente su vuelta a un núcleo de poder desde el que volver a controlar los ingresos y poder hacer la vista gorda respecto a lo que pase a su alrededor. Lo hizo el PSOE cuando gobernaba, el PNV y CiU durante sus décadas de virreinato autonómico, y a saber lo que no habrán hecho muchos ayuntamientos estos años de dinero fácil y abundante. Y ahora es el PP el que se sienta en el banquillo de los acusados, con la principal diferencia de que la derrota electoral de 2004 ha impedido que el escándalo Gürtel aflore en pleno gobierno popular, cosa que sí le sucedió al PSOE en la década de los noventa y que contribuyó en mayor medida a su desgaste político.
Pero el pasado es el pasado, y hoy los periódicos están llenos de artículos y relatos en los que la mierda, la vergüenza y el delito, así en bruto y sin tapujos, me hace sentir mal, como imbécil al conocer letra sobre hoja la calaña de los que en muchos casos nos gobiernan y representan. En este caso concreto Rajoy debe dejar de escurrir el bulto, y ponerse a cesar gente, empezando por Bárcenas y toda esa tropa de presuntos, habrá que ponerlo, delincuentes. Y si ya echase a Camps y a gran parte de su organización en Valencia mejor nos iría a todos, pero sospecho que no lo hará. En fin, un asunto, como verán, lamentable a más no poder.
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