Cuando hace algunos años se puso de moda hablar de la teoría del caos y de su extraño funcionamiento se hizo muy popular el llamado efecto mariposa, que se describía como el hecho de que el aleteo de las alas de una mariposa en Pekín podía provocar un huracán en Nueva York, haciendo así hincapié en la correlación que existe entre todos los fenómenos y en la importancia de las condiciones híncales de los procesos y en su sensibilidad ante cambios minúsculos. Así expresado el ejemplo parece tonto, pero a veces se da.
Y una de estas la vemos hoy. Resulta que la erupción de un volcán sito bajo un glaciar en Islandia, que llevaba doscientos años descansando, ha generado el mayor caos aéreo de la historia en Europa Occidental. Lo que ayer por la mañana parecía una curiosa anécdota en algunos aeropuertos del norte de Inglaterra y Escocia se fue convirtiendo a lo largo del día en el desastre absoluto. Cierres de terminales en cascada, aterrizajes forzosos, se calcula que unos 5.000 aviones dejaron de volar ayer sobre los cielos del norte y centro de Europa, y se cuentan ahí los vuelos cancelados en otros países, como es el caso de España, que no salieron porque, en muchos casos, no podían llegar a su destino. Es el Reino Unido el país más afectado, el que primero cerró todas sus pistas y en donde parece que así van a seguir durante todo el viernes, día de éxodo de fin de semana, que en otras ciudades como Bruselas o París tampoco se va a poder desarrollar. Impresionaba mucho ver ayer por televisión las columnas de humo negro, cargado de ceniza y vapor de agua, la pinta amenazante que tenían, y la cantidad de mierda que llevaban. En el vídeo de TVE que he enlazado aquí se muestra la noticia del miércoles, momento en el que la erupción, que llevaba ya en marcha algunos días, se descontroló, y provocó riadas por deshielo y el desalojo de muchos turistas y curiosos que se habían ido hasta allí para ver el espectáculo. Lo que no se imaginaba nadie es que todas esas columnas de humo iban a provocar el panorama que hoy se vive en Europa, de cielos cerrados, viajeros desesperados y muy probablemente unas pérdidas económicas enormes para las aerolíneas y otros negocios. Este volcán ha puesto su granito de arena, bueno, mejor de ceniza, para que la crisis económica vuelva a coger un poco de fuelle. Muchos vuelos de turistas del norte de Europa a Canarias y otros destinos de costa mediterránea se han cancelado, y con ellos las reservas, y aún suponiendo que hoy se pudieran abrir las terminales se tardarían algunos días en poder eliminar las listas de espera de pasajeros con embarques pendientes, en desatascar el tapón que se ha organizado y que poco a poco va a perturbar al tráfico aéreo de todo el mundo, al haberse suspendido muchos vuelos trasatlánticos y con Asia. Todo dependerá de hacia donde se mueva la nube, qué zonas invada, cuales abandone y a que velocidad se desplace. De momento la borrasca que tenemos junto al golfo de Cádiz y que nos va a proporcionar un fin de semana gris y lluvioso también nos envía unos vientos del sur que rechazarían el avance de toda esa mierda hasta aquí, por lo que parece probable que no llegue a nuestros cielos. De momento el seguimiento de la mancha lo está proporcionando EUMETSAT, la agencia meteorológica europea. Esta es su web.
También viendo ayer todas esas nubes de ceniza pensé en si van a tener algún efecto en el clima de este verano. Normalmente las erupciones fuertes que arrojan muchas partículas al aire lo enrarecen y provocan más frío de lo habitual. El último efecto de este tipo sentido en todo el mundo fue la erupción del volcán Pinatubo, en Filipinas. Ocasionarán las nubes de basura del glaciar islandés un aumento del frío localizado en Europa en los próximos meses? ¿O sólo pringarán mucho la zona en al que caigan dentro unos días? La respuesta a la segunda pregunta es sí, a la de la primera, quién sabe.
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