Ayer Domingo se celebraba una fiesta de cumpleaños muy especial, y tuve el honor y el lujo de estar presente. Tras años de emisión, todos las mañanas de los fines de semana, el programa “No es un día cualquiera” de RNE celebró su emisión número mil, y con tal motivo organizó una fiesta en directo en el teatro monumental de Madrid, que es propiedad de la corporación RTVE. Desde las 8:30 a las 13:00 fueron varias las horas de radio en directo que pude presenciar desde una buena ubicación, ya que madrugué como un día laboral y estaba en al cola desde las 8:00.
Para ser exactos son más los programas que bajo esa marca se han emitido en RNE desde su creación, a principios de los noventa. Fueron Magín Revillo y Nuria Guitart, matrimonio, los que empezaron al andadura del programa, pero los mil hacen referencia a las mil ediciones que se han celebrado dirigidas y presentadas por su actual titular, una mujer llamada Pepa Fernández, de la que he dicho en varias veces que uno puede enamorarse sólo con oírla. Y por cierto, que su presencia física no está nada mal. Pepa en estos años ha conseguido algo milagroso, que no es sólo el éxito, labro difícil en cualquier cometido de la vida, sino la manera en la que lo ha hecho. Desde un principio su programa renunció a algunos de los contenidos que parecen obvios en los medios de comunicación. No hay deporte, a excepción de cinco minutos los sábados justo antes de las noticias de las 9:00, no hay corazón, crónica social, o basura de esa. Nada. Cero. Ni una palabra. Ya sólo con eso la cosa resulta curiosa, verdad? A ello se añade que Pepa renunció desde un principio a la política en su programa, tanto a la hora de tratarlo como tema genérico como evitando que se cuele en tertulias y entrevistas, porque como en todos los programas de radio hay tertulias, claro, pero en este versan sobre temas “raros” como la amistad, los tomates, si somos perezosos o no, el cambio de hora en invierno y verano, etc, y a esas tertulias acude gente que sabe de lo que habla y opina con conocimiento, como no sucede en casi ningún programa de España, sea radio o televisión. Además Pepa ha conseguido un milagro inaudito porque ha puesto al lenguaje como uno de los pilares de sus contenidos. Su defensa, riqueza, estudio y elogio ha sido desde un principio referente en muchos de los microespacios que jalonan el programa. “Palabras moribundas”, “insultos y elogios” la colaboración con la fundación del español urgente, continuas referencias a malos usos y abusos del lenguaje en muchos aspectos, también en el de los medios de comunicación, etc. Así Pepa ha convertido a su programa, entre otras cosas, en un vehículo de difusión, transmisión y amor a la lengua y cultura española, milagroso, sí, y encima ha contado con el apoyo no sólo de maravillosos colaboradores como Alex Grijelmo, Pancracio Celdrán o Pilar García Mutón, sino que el público ha respondido. Con el programa de Pepa Fernández se aprenden cosas, así de simple, sencillo y profundo. Se descubren conceptos que uno no conocía antes, usos de términos que estaban olvidados, sus tertulias filosóficas son una fuente de ideas, experiencias y anécdotas fantásticas. Además otros muchos espacios son también lugar para la divulgación científica, meteorológica o demoscópica. Parece increíble, pero es verdad.
Y por si todo esto fuese poco, te diviertes un montón con este programa. Obsesionada con la música, buena y jeje, mala, las horas en las que emite Pepa Fernández son unas de las mejores de la radio en España. No todo el mérito es de ella, pero sí es la responsable de que este proyecto, visionario, insólito en los tiempos que vivimos y algo utópico siga en pie, y triunfe, como se demostró en el emocionante programa de ayer, en el que los presentes disfrutamos como enanos. Sólo faltó un amigo de Pepa en el homenaje del monumental, pero desde el cielo de Castilla en el que está seguro que ayer Miguel Delibes no pudo evitar oír la radio, su radio, a su Pepa del alma...
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