Está nevando en Madrid. Poca cosa, de momento, pero el cielo está completamente cubierto, lleno de nubes bajas que ocultan la punta de las torres de la ciudad y tiene el aspecto necesario para que se de una bonita nevada. A ver si hay suerte, me conformo con que cuaje, pero me haría una ilusión enrome que cayese el medio metro que sepultó Nueva York hace unas semanas, o más. Se iba a montar un caos fenomenal, pero seguro que al final todo el mundo lo disfrutaría, y es que necesitamos cosas para disfrutar. Por cierto, con este frío hoy se consumirá mucha gasolina.
Tan fría y prevista como la nieve, pero sin el candor asociado a los copos, cayó ayer el anuncio de Trichet, presidente del Banco Central Europeo, de posibles subidas de tipos en Abril. Es un escenario que está medio descontado, pero lo previsto en un principio era que los tipos subiesen para la segunda mitad del año. Sin embargo, si ustedes siguen la curva del euríbor, cosa que debieran hacer de vez en cuando si están hipotecados, habrán visto que últimamente se está tomando viagra y no hace más que subir y subir. Empezamos el año en el 1,50% y ayer cerró a 1,78%, no está mal en apenas dos meses. ¿Qué significa esta subida? Lo normal es suponer que anticipa subidas de los tipos oficiales, que ahora están fijados en el 1%. Las causas son diversas. La principal hasta hace pocas semanas era que las economías centrales de Europa, especialmente Alemania, están creciendo, y ya no necesitan para nada tipos tan extraordinariamente bajos como ese solitario 1. También se comentaba al existencia de tensiones inflacionistas fruto de ese crecimiento, pero de momento parecía algo controlado. Pero desde hace unas semanas la escalada del petróleo ha metido una bomba de inflación en el sistema económico. Si esta subida de precios, actualmente a 115 dólares el barril, se mantiene en el tiempo, y el euro no logra remontar frente al dólar (el anuncio de ayer aumentó el valor del euro y, en consecuencia, disminuyó el del petróleo) se pueden producir los llamados efectos de segunda ronda, que no es nada más que un traslado de los costes derivados del petróleo a los bienes y servicios. Esto provoca que un repunte temporal de un bien, el petróleo, se convierta en un alza continuada y sostenida de los precios, y que no decaiga una vez que ese activo vuelva a precios más moderados. Los bancos centrales tienen pesadillas horrendas ante procesos como este, y la actuación de manual es subir los tipos. Cuando las economías europeas estaban acopladas, se movían más o menos a la par, la actuación del Banco Central generaba efectos comparables en todas ellas, más o menos igual de buenos o de malos. De hecho, esta sintonía es una condición necesaria para que el BCE pueda tener éxito en sus políticas. Esa sintonía se ha perdido del todo, y más que desacople hay desenganche. Países como Grecia, Portugal, España, Irlanda o Italia presentan tasas anémicas de crecimiento, en el mejor de los casos, frente a Alemania u Holanda, con ascensos superiores al 3%. Como ya sabemos quién manda en este club, es de suponer que el BCE actuará ajustándose al ciclo germano, no al de los países periféricos. Lo de ayer fue un primer aviso.
¿Y qué consecuencias puede tener en España una subida de los tipos? Si les soy sincero, no logro imaginarme ni una que sea positiva. Se encarecerían las hipotecas, subirá el coste de servicio de la deuda, se restringirá aún más el crédito y se encarecerá, bajará la rentabilidad de la bolsa, se encarecerá el euro (bueno para importar petróleo) pero nefasto para exportar, y así unas cuantas más. Al destrozado tejido económico de España la subida de tipos le supone toda una patada en sus partes pero, como la nieve que cae, aún, es algo que nos viene dado, a lo que deberemos acostumbrarnos y tratar de lidiar, esquiando sobre ello y evitando los patinazos y las caídas.
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