Ver las noticias ayer era asistir a un parte de guerra, a la narración, incierta y seguramente poco acertada, de unos combates entre las tropas afines a Gaddafi y los sublevados, por el control de una ciudad llamada Brega, que muchos no habíamos oído nombrar nunca, y que si por la mañana era recuperada por las tropas del régimen, por la tarde era liberada por una masa de desharrapados, como citan algunos titulares. Saben que en la guerra la verdad es una de las primeras víctimas, por lo que lo único cierto de lo sucedido ayer es que en Libia siguen muriendo y matando personas, y en grandes cantidades.
Todo esto muestra, entre otras muchas cosas, que en este siglo XXI no tenemos instrumentos para gestionar y resolver crisis como estas. Numerosas instituciones internacionales, tarde y mal, han condenado a Gaddafi y su régimen. La ONU, cuyo comité de derechos humanos era presidido por, sí, sí, Libia, ha emitido una condena enérgica. Bancos y paraísos fiscales dicen que van a bloquear unas cuentas que hasta hace una semana eran imposibles de detectar, y la Corte Penal Internacional va a procesar a Gaddafi y otros miembros de su gobierno por sus crímenes. Bien, maravilloso, pero, ¿sirve de algo todo esto? Tanta condena, obligada, ¿es realmente útil? ¿no se quedará todo en meras palabras que, como otras tantas, se las llevará el viento? En nuestra vida diaria los jueces condenan los delitos y existe una condena social y moral a los mismos, pero no nos engañemos. Si eso es posible es porque existe una fuerza llamada policía que detiene a los delincuentes. Esto es obvio, pero parece que se nos olvida. Imagínense que no hay policía por las calles… ¿cuántos delincuentes, amenazados de condena por los tribunales, se presentarían voluntarios a los mismos para ser juzgados? Sospecho que pocos, y sería noticia, si antes no han robado en el periódico de turno. Pues en el contexto internacional tenemos instrumentos que juzgan acciones basándose en el derecho internacional, pero carecemos de la fuerza que permita llevar a esos malhechores ante el tribunal. Debido a ello es noticia relevante el que algún dictador, genocida o similar llegue a ser juzgado. Algo así sucedió con Milosevic, pero recuerden que muchos años después de la guerra de Kosovo, y más de la de Bosnia. Y por cierto, Ratko Mladic, el militar Serbio que dirigió las campañas de extermino en Bosnia, sigue sin ser juzgado, ni siquiera perseguido realmente. ¿Condenas internacionales a sus crímenes? Todas, ¿consecuencias? Ninguna. Y con Gaddafi empieza a vislumbrarse un horizonte similar, en el que la opción de que sea juzgado pasa únicamente porque una intervención militar extranjera le derroque del poder. No tengo dudas de que si la revuelta conquista Trípoli Gaddafi será ejecutado, junto con su familia, y los veremos colgando de alguna farola de su residencia, o similar. Y si se enroca y logra hacerse fuerte en su territorio nos podemos enfrentar a semanas, meses de luchas sangrientas, en las que miles de personas pueden perder sus vidas y el país acabar convertido en una ruina en medio de la arena, consiguiendo desestabilizar del todo a la zona. El desastre que se vive en la frontera de Túnez y Egipto ya es lo suficientemente grave como para seguir sin hacer nada.
¿Cuál es la opción que defiendo? Que la OTAN, es decir, Estados Unidos, ataque Trípoli, someta a un bombardeo contundente a todas las zonas estratégicas que sirven de baluarte a Gaddafi (acuartelamientos militares, depósitos de armas, bases, palacios, líneas de aprovisionamiento, lo que sea) y que así el régimen se derrumbe, y la guerra termine ya. Francia y Rusia se niegan en redondo a esta opción, y es imposible que el Consejo de Seguridad de la ONU la apruebe (China también se negaría, seguro). Pero hay un precedente, Kosovo. Se que hay mucha gente en contra de esta idea, pero o se actúa o la población libia se enfrenta a la pesadilla que vemos todas las noches desde nuestras casas.
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