Estaba dudando, viniendo hacia el trabajo, si usar o no la palabra mierda en el título, pero es lo que el cuerpo me pide, así que ahí está, grandota y negra. Y es que lo ha sido. A lo largo de loa días el accidente de Fukushima ha aumentado la histeria global e incluso ha hecho olvidarse a la gente que muy cerca de la central hay aldeas sepultadas con cientos, miles de cadáveres por descubrir, y así aumentar el catálogo de horrores locales. Pero es que estando toda la atención del mundo centrada en Japón, como si del ojo de Sauron se tratase, algunos han aprovechado el que nadie les mire para actuar a su antojo.
Y el que mejor se lo ha montado ha sido Gaddafi, el dictador libio, al que hace algunas semanas todos, yo incluido, dábamos por amortizado y que ayer, tras unos días de fieros combates en los que ha aplastado a la revolución, se encontraba en los alrededores de Bengasi, la capital rebelde, como así la llaman. Lo de Libia es una vergüenza de dimensiones difíciles de explicar. La complacencia, indiferencia, e incluso desgana con la que las potencias, especialmente EEUU y Europa, hemos actuado en esta crisis es delictiva. A pocos kilómetros de nuestras costas un régimen sanguinario está masacrando a su población y nuestros únicos cálculos se reducen a cual es el mero precio para el barril de petróleo y quién, Gaddafi o sus enemigos, será mejor gestor de las reservas que posee el país. Nos hemos sentado a ver como se matan y esperamos a que gane uno para, otra vez, ir en peregrinación a besarle la mano y conseguir barriles baratos. Y si gana Gaddafi mejor, como parecen pensar muchos países, quizás porque ya sabemos lo que le gusta y cómo podemos sobornarlo. Repugnante. Finalmente ayer se aprobó una resolución de la ONU que permite la zona de exclusión aérea sobre Libia. Ahora queda por ver quién se decide a bombardear e inutilizar la aviación Libia, pero sospecho que a los que dirigen loa tanques, fusiles y bayonetas de Gadaffi eso ya les importa bien poco. La Comunidad Internacional lavó ayer su conciencia y consiguió un papel que puede exhibir en caso de ser acusada de pasividad. Por la tarde el dictador lanzó una serie de amenazas a su pueblo, a los occidentales y, por poco no se mete con los japoneses, llegando a comparar su entrada en Bengasi con la de Franco en Madrid, y la “limpieza” que luego allí se desató. Pero no sólo Gaddafi se ha aprovechado, no, el gobierno de Bahrein ha liquidado a parte de los opositores que se manifestaban en la plaza de la perla y ha contado con el inestimable apoyo de tropas de Arabia saudita, que han cruzado la autopista que une la isla con el continente para psudoinvadirla y sofocar a tiros las revueltas. Tropas sunníes, las de los saudíes, controlando Bahrein, aplastando revoltosos, muchos de ellos chiíes, en frente a las costas de Irán, el gran país Chií, al otro lado del Golfo Pérsico. Apasionante. La cara de ira que se le ponía al dictador iraní Ahmadineyad al comentar este y otros asuntos en la magnífica entrevista que le realizó Ana Pastor denotaba que la zona, inestable siempre, se sitúa cada vez en un punto de mayor riesgo. Y todo bajo, y gracias, a un mar de petróleo.
No está mal para una semana, verdad??? Como para emigrar a Betelgeuse a 110 por hora. El mejor resumen lo vi en una viñeta de el mundo, no se si fue el martes, en el que una GAddafi sonriente, sentado en un barril de petróleo, portaba un cartel que decía “Nucleares NO”. Mordaz y cutre, ha si ha sido esta semana en la que hemos vivido peligrosamente y en la que, por si había dudas, el orden global y hasta emocional al que estábamos acostumbrados hace unos años ha pasado, definitivamente, al baúl de los recuerdos. Creo que el adjetivo de mierda le sienta de maravilla, ¿no creen?
Me cojo tres días de vacaciones, y espero que esta vez no surja nada extraño, así que hasta el Jueves 24.
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