Mucha gente me pregunta mi opinión y consejo sobre asuntos económicos y financieros, que no son lo mismo, porque se supone que algo se de todo eso. Cierto que conozco ese mundo, pero eso no garantiza que acierte en mis previsiones ni que mis opiniones vayan a ser lo cierto, y a los hechos me remito. Tengo un trabajo muy normalito, con un sueldo muy muy muy normalito y un historial de inversor lleno de jugadas mediocres, pocas muy buenas y alguna mala, mala. La de las acciones de Iberdrola renovables, de momento, entra claramente en el grupo de las malas, y destacada….
Como mucha gente, acudía a la OPV (Oferta Públicoa de Venta de acciones) de Iberdrola Renovables en lo que parecía un buen negocio. Filial de una compañía eléctrica solvente, embarcada en un sector de futuro, con un flujo de ayudas públicas para el desarrollo de parques eólicos, muchos nos lanzamos a por las acciones. Yo mismo hablé, aconsejé e incluso convencí a algunos amigos y compañeros de trabajo. La acción empezó a cotizar a 5,3 euros y, tras un inicio muy suave, alcanzó los 5,5. Yo, pensando en todo lo anterior, compré un nuevo paquete de acciones a ese valor. Tras varios días estancado, el valor empezó un suave goteo a la baja, que se aceleró una vez que perdió la cota de los cinco euros y, sin solución de continuidad, siguió bajando hasta situarse por encima, y no mucho, de los dos euros. A partir de ahí el valor ha estado medio muerto, no superando la barrera de los 2,7 ni perforando la del 2. En todo caso unas pérdidas potenciales para mi inversión de cerca del 60%, todo un negocio…. Algunos de mis conocidos, al ver que la cosa pintaba mal, vendieron las acciones en pérdidas al inicio del desplome, más o menos cuando perdió la cota del 4,7 y así ejecutaron pérdidas pero, al menos, controladas. Supongo, eso sí, que se acordarían de los molinos, de mi cara y de parte de mi familia directa cuando viesen el resultado de su inversión. Yo aguanté, porque perder más de la mitad es horrible, y porque al menos hice caso al más útil de los consejos que puede tener un inversor bursátil, que es el de jugar con el dinero que no vas a necesitar a medio plazo, con sobras. Así, empantanado, no requería de ese dinero y me podía permitir el lujo de esperar uno, dos o más años hasta que la cosa remontase. El año pasado, por primer vez, la acción dio dividendos… de poco más de dos céntimos por título, lo que supone una rentabilidad tan baja que queda mal escribirla en un párrafo literario. “No, tampoco haré negocio con los dividendos” pensaba, y poco a poco me he resignado a que ese dinero puesto ahí acabará valiendo muy poco, si algún día lo llegase a rescatar. Todo iba por este camino tan gris hasta que ayer Iberdrola matriz anunció, por sorpresa, que absorbe Renovables, a un precio de 2,97 euros por título, lo que supone un 44% de pérdida sobre el 5,3 original. Así que, de una manera algo virtual, hoy ejecuto una pérdida así de grande sobre mi inversión inicial.
El proceso de canje de acciones de las renovables por las tradicionales, que para muchos ahorradores supone una pérdida como la antes mencionada, no es mal negocio para la propia Iberdrola. Desde 2007, año de la salida a bolsa, ha “ganado” el 40% de valor que los accionistas hemos perdido, ya que nos vendió algo caro que nos recompra mucho más barato., cosa que Telefónica hizo con Terra hasta límites vergonzosos. Me queda el consuelo de que si me dan acciones de Iberdrola al menos poseen dividendos sustanciosos, de un 5,5% el pasado año, y con el tiempo recuperaría lo perdido, pero los años en los que ese dinero ha estado empantanado ahí no los quita ni compensa nadie. Para que se fíen de mi instinto inversor…
1 comentario:
Querido Deivid: La mejor lotería, el ahorro y la economía. Si lo dicen las abuelas, será por algo. Vamos, digo yo.
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