lunes, marzo 14, 2011

Desolación

Ver las imágenes que ha repetido la televisión a lo largo de este fin de semana exigía ser muy crédulo. Continuamente los informativos enseñaban escenas sacadas de una película de Hollywood en la que no se hubiesen escatimado ni presupuestos ni medios digitales. Los coches, edificios, calles, farolas, todo parecía ser barrido por una inmensa ola que lo arrasaba sin piedad, una marea de agua, lodo, escombros, basura y restos de estructuras que avanzaba sin freno hacia el interior de un país que acababa de sufrir un inmenso terremoto. De película, sino fuera porque es terriblemente real.

Para que esta pesadilla fuese completa, sólo faltaba unir el término Japón y Nuclear. Desde el Sábado por la mañana se presta menso atención a un recuento de muertos que promete ser inmenso, más del que nos han contado, y se mira con todos los ojos posibles a las centrales nucleares. La atención se ha centrado sobre la de Fukuyima, que tiene cuatro reactores, esos edificios cúbicos que vemos en la tele, similares en tecnóloga y dimensión a los de la burgalesa Garoña. El terremoto afectó al suministro eléctrico y el tsunami destruyó los generadores diesel supletorios, por lo que los circuitos de refrigeración de los cuatro reactores se pararon y se empezaron a sobrecalentar. El Sábado al mediodía se registró una primera explosión en el reactor 1,
y esta noche, hora española, ha explotado el 3, por lo que se ve de una manera más virulenta que en el caso anterior. Todos los reactores de esta planta, y de otras varias del país, están parados, por lo que no pueden explotar como el de Chernobil, pero eso no quita que las emisiones radiactivas contaminen extensas zonas, aparte de, obviamente, implicar el cierre definitivo del complejo. Las autoridades lanzan mensajes de calma, pero el radio de evacuación se ha ampliado a veinte kilómetros y, la verdad, ver las imágenes no ayuda a sentirse relajado. Además existe una confusión, lógica, sobre lo que está pasando realmente dentro de la central, de si el núcleo se ha fusionado realmente, como se Dado que han surgido avisos de incidentes en otros dos complejos nucleares, uno de ellos a 120 kilómetros de Tokyo, es probable que con los días se llegue a parar todo el sistema nuclear japonés, que aporta un porcentaje muy importante de la electricidad que consume el país, completamente dependiente del suministro de energía del exterior. Ello implica cortes de electricidad en ciudades y complejos industriales, detención de la producción en aquellos lugares que no se hayan visto afectados por el seísmo, interrupción de la cadena de suministros y abastecimientos y, en definitiva, problema sobre problema. No es retórico afirmar que Japón se enfrenta a so mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, no, es una descripción bastante precisa del desastre que estamos viendo. Es duro pensar que esto sucede en el segundo país más rico del mundo, y que pese a ello los muertos se van a contar por decenas de miles, y los destrozos van a dejar a su economía sumida en una crisis durante años.

En la viñeta de ayer de El País, Forges escribía un inmenso Japón en el que el ÓN era tachado por un OFF en color rojo sangre. Es una metáfora muy ingeniosa, pero describe perfectamente la situación que se vive en aquel país. Piensen en Tokyo, al mayor conurbación del planeta, con cerca de treinta millones de habitantes, en un estado de shock, sin suministros, con transportes colapsados, apagones, y sabiendo que millones de esas personas tienen conocidos, parientes y amigos sepultados bajo el lodo del tsunami. El escenario es de pesadilla, y lo estamos viendo en directo, como si de una horrorosa alucinación se tratase.

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