Ayer se produjo el final de la era Zapatero en el PSOE, se acabó una época que empezó cuando fue elegido como secretario general del partido, que llegó a su culmen en la primera legislatura de su gobierno y que lleva cayendo a plomo desde 2008. Carme Chacón, la elegida por ZP para sucederle, la encargada de seguir el zapaterismo sin ZP, anunció que no se presenta al proceso sucesorio del líder de cara a las próximas elecciones. Seria, llorosa, muy enfadada, enrabietada, obligada por el partido, Carme arrojó su presente por la borda, quién sabe si a cambio de su futuro, y cerró las opciones de ZP para controlar el futuro del partido.
Dicen que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Tras una debacle como la del Domingo todo el mundo en el PSOE ha tratado de huir del partido y de sí mismo, buscando culpables a su alrededor, pero sin asumir lo que han hecho mal. El primero, y el que más, el mayor responsable de la derrota, el propio Zapatero, que compareció la noche del Domingo pero que no dijo nada. Los barones socialistas, que desde la noche electoral han perdido su ficticio título nobiliario y se han convertido en plebe, miran a ZP y tratan de que cargue con su derrota, con la que les ha hecho perder comunidades, gobierno, presupuesto, influencia y poder. Desde el Lunes asistimos a un proceso de navajeo y asalto muy típico de los partidos cuando el poder, auténtico aglutinante de voluntades, se escapa. El llamado aparato, los que rigen el partido, quiere que sea Rubalcaba el candidato a las elecciones. Saben que, presenten a quien presenten, van a perder, la cuestión es por cuánto. Unas primarias con campaña interna entre un Rubalcaba oficial y una Chacón zapaterista, jaleada sin freno por el aparato de propaganda que controla su marido, desgarraría aún más al partido, y la mera opción de que Chacón fuese la candidata ofrecería un escenario electoral para el PSOE rayano en el ridículo. Ha sido Patxi López, uno de los perdedores del Domingo, y eso que no se presentaba, el que ha iniciado el juego para tratar de desactivar todo ese supuesto escenario, dar un golpe de mano en el partido y poner a Rubalcaba al frente sin discusión ni tardanza. Y si es necesario llevándose por delante al propio ZP, que ha visto como su poder, su mítico y férreo control del partido, que ha ejercido con plena autoridad estos años, se deshace poco a poco y muestra ya unas grietas imposibles de reparar. Dijo Carme ayer que el Martes había decidido presentarse, así que seguro que el Miércoles recibió las llamadas necesarias para que ni se le ocurriera hacerlo, y ayer se rindió. Su discurso es un programa encubierto, una enmienda a la totalidad a la política que ella ha aprobado en estos últimos años, un brindis al sol y una patada en sus partes a los que le han obligado a irse. Si tenía muchos enemigos, ayer Carme hizo algunos más. Por la tarde todo eran mensajes de alabanza a su decisión de retirarse, y elogios a su generosidad, lo que deja de ser irónico. Sólo los que te quieren mal se alegran de que te vayas, y en un partido las alabanzas se dan a quien ya está fuera de juego y no es peligroso. Aún le queda futuro a Carme, aunque a mi entender no sea más que un gran producto de marketing, vacío de contenido, pero tendrá que esperar unos cuantos años más.
No se si finalmente habrá primarias con un candidato (es decir, no las habrá) congreso extraordinario, convención descafeinada para apoyar al candidato o un poco de todo. La respuestas las tendremos a partir de mañana, en el comité federal que se celebrará, a tono con el ambiente del partido, en un Madrid gris y tormentoso, pero lo cierto es que el PSOE se ha fracturado. El zapaterismo, y los que lo conforman, huyen en retirada, empieza a ser desmantelado por la vieja guardia que llevaba mucho tiempo harta de los experimentos, dudas y falta de liderazgo de un presidente que ha sido incapaz de no ya lidiar, sino simplemente dar imagen de solvencia en medio de esta crisis. Su gestión ha sido un desastre, y ahora en su partido se lo van a hacer pagar.
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