Lo de Grecia es curioso. No deja de ser interesante que justo un año después de la aprobación del primer plan de rescate al país heleno, ni un día más ni menos, vuelva a estar en una posición de quiebra técnica. Esto nos hace suponer que el importe del rescate anterior, 100.000 millones de euros, ha dado oxígeno al país durante ese año. En condiciones similares, apuesten conmigo a que un segundo rescate de menor cuantía durará menos de un año, y así hasta que no haya más rescates y se empiece a afrontar la cruda y triste realidad.
¿Cuál es esa realidad? La de la quiebra. Grecia está quebrada. Su deuda pública supera ampliamente a su PIB, variando el dato según quién te lo diga, siendo siempre el menor el ofrecido por el gobierno griego. Su economía no crece, de hecho sigue goteando a la baja, y no hace falta ser Einstein para saber que si me prestan dinero, al interés que sea, nunca lo podré devolver si no genero un flujo de caja (crecimiento a estos efectos) igual o superior al interés que se me pide. En caso contrario todo préstamo se unirá a los pendientes y aumentará la bola. Así la situación del país es muy sencilla y muy complicada a la vez. Sencilla porque lo único que debe hacer Grecia es declarar de una vez por todas su insolvencia, su quiebra, incapacidad de hacer frente a los pagos, y renunciar a un nuevo rescate (otra futura losa) y empezar a negociar con los países acreedores un plan de quitas de deuda, impagos, que se situaría muy cerca del 50% de la cuantía total, tal como hizo Argentina hace unos años. ¿Por qué esto es complicado? Porque Grecia no es plenamente soberana. Se encuentra inmersa en un complejo internacional denominado Unión Europea que, entre otras cosa, controla su divisa y el tipo de interés. Además, los principales acreedores griegos son países miembros de esa misma UE, por lo que si Grecia no paga, serán sus socios los que perderán dinero y el conjunto de la UE asumirá el problema. De ahí surge el interés de esa unión en refinanciar continuamente a Grecia, actuando como una especie de Cofidis que ofrece préstamos a particulares que los bancos ya han desahuciado, a unos intereses astronómicos y que nunca serán devueltos en su totalidad. En el fondo Grecia y la UE juegan al escondite mutuo, uno no quiere ver su situación de ruina y el otro no quiere ver las consecuencias que eso implica. Evidentemente este juego no puede seguir eternamente, y tarde o temprano se acabará. Hay quién ha dicho que Grecia puede ser el Lehmann Brothers europeo, y en parte creo que tiene razón, pero a buen seguro que por el motivo inverso que le llevó a decir esa frase, y es que se ha dicho que la caída de Lehman fue lo que precipitó la crisis, cuando mi opinión es exactamente la contraria. Es la crisis, la acumulación de impagos, la pura mierda que llenaba los podridos balances Lehman, lo que originó su caída, estrepitosa y global pos el tamaño de lo que se derrumbó. Así, la caída de Grecia, que se producirá antes o después no será, pese a lo que digan analistas y expertos, una nueva fuente de crisis, sino una manifestación, espectacular, de la misma, que no se soluciona, y no lo hará hasta que disminuya el nivel de deuda, apalancamiento en el que se encuentran sumidos agentes públicos y privados de Grecia y muchos otros países, España por supuesto. Y el que se desendeude a menor velocidad de lo que crecen los intereses de lo que paga quebrará y arrastrará a otros. Es tan simple y cruel como eso.
¿Qué debe hacer la UE ante esta situación? Hay alternativas, pero todas dolorosas y que exigen asumir más o menos daños. Lo lógico sería establecer un sistema de quitas de países, una especie de ley de quiebras de naciones del euro, para organizar el proceso de impago que, tarde o temprano, se producirá, teniendo como objetivo último el mantenimiento del euro en sí mismo, ya que su disolución sería un fracaso colectivo del que difícilmente podría recuperarse el propio proyecto europeo. Esta solución implicaría que los bancos alemanes y franceses, principales tenedores de deuda griega, pagasen en sus balances la caída de Atenas, y perdieran mucho dinero. ¿Están dispuestos a ello? ¿Y sus gobiernos? ¿Y sus votantes?
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