martes, mayo 03, 2011

La caída de Bin Laden

Lo que son las cosas, tengo un blog titulado Las Torres Gemelas, soy un fanático de la actualidad y las noticias, escribo todos los días de asuntos que me pueden parecer trascendentes, y quizás lo sean, o no, y unas de las grandes noticias del año, y de la década, la caída de Bin Laden, me pilla en un día festivo en Madrid, sin Internet, ni nada. En la cama, concretamente, cuando puse la radio a las 8:00 antes de levantarme y Carlos Herrera, aún asombrado, relataba como pocas horas antes Obama había anunciado que por fin, habían eliminado a Bin Laden.

Y cuando me enteré, me alegré. Quizás esté mal decir estas cosas, pero no quiero mentirles en estos asuntos. Bin Laden, más allá de su imagen de encarnación del mal, es el causante de miles de muertos en todo el mundo, bien por acción directa o por inspiración, porque a parte de financiar actos terroristas y organizarlos, como fue el caso del 11S, fue lo suficientemente listo como para fundar un grupo terrorista que es mucho más que eso, es una ideología, un estilo de combate, una idea. En ese sentido Bin Laden es, curioso, profundamente moderno. Su ideario parece sacado de lo más profundo de la caverna mental de un troglodita, y sus métodos sanguinarios no son precisamente una novedad, pero la estrategia que desarrolló en vida fue revolucionaria. Fue de los primeros que vieron que la globalización, Internet y la comunicación han cambiado el mundo, y por lo tanto obligan a renovarse. Se adaptó de una manera maravillosa a un mundo global, y pensando en él ideó la más cruel y bárbara representación posible, que tuvo como escenario Manhattan y se estrenó el 11 de Septiembre de 2001. Si título podía ser el de “no estáis seguros”. Ese día nació el terror global, la imagen de que no hay lugar en el mundo al que la mano de la violencia irracional, el fanatismo, no pueda llegar. Hasta entonces las imágenes de destrucción, muertes y sufrimiento en los telediarios eran cosas de países remotos, o de anacrónicos terrorismos locales derivados del siglo XIX o de documentales que mostraban los efectos de guerras pasadas. Ese día Bin Laden metió el terror en el salón de nuestras casas, en nuestros dormitorios, destruyéndolos en algunos casos. Bin Laden cambió el mundo, a peor. Todo lo que ha venido después hubiera sido distinto de no existir ese maldito atentado. Las guerras, los años de búsqueda, el derroche de dinero en todo ello, la necesidad de tipos de interés bajos para financiarlo y su posible efecto en la crisis, los imitadores que sembraron el terror en Londres, Madrid, Bali, Casablanca, Irak, Afganistán…. Todo hubiese sido diferente. Además, el hecho de que el propio Bin Laden no apareciese contribuyó a alimentar un mito de invulnerabilidad que reforzaba su ideario. Era invisible, había desparecido del todo, como un malo de las películas que se esconde en su refugio y desde allí controla los hilos, Bin Laden se escabulló y la persona se convirtió en mito. Su red se dispersó y ya no era necesario ni siquiera que emitiera vídeos. Había mostrado el camino y no le han faltado seguidores que estos años han continuado con su macabro legado, y lo harán en el futuro. La muerte ayer de este hombre a manos de comandos de élite norteamericanos destruye ese mito pero, lamentablemente, no le quitará a Bin Laden su sitio en la historia.

Ayer también fue un día de recuerdo para las víctimas de todos estos atentados, especialmente para los del 11S, cuyo décimo aniversario se acerca. A la alegría desatada en las calles de Estados Unidos, celebrando como si de un éxito deportivo se tratase,
se contraponía el silencio, el recuerdo de las víctimas y, posiblemente, la sensación de que la muerte del asesino cierra, en parte, su dolor y duelo. Se podrá reconstruir el bajo Manhattan, mejor o peor, y la vida seguirá, pero ayer murió el que allí provocó una matanza, el que convirtió esa zona de rascacielos, ese monumento a la prosperidad y codicia humana en un inmenso cementerio. Eso no debiéramos olvidarlo nunca.

2 comentarios:

MMO dijo...

Pues es una vergüenza David.
OBL podría ser un genocida, asesino, terrorista o lo que sea, pero merecía un juicio y una condena.

Lo que ha hecho USA es un asesinato igual de condenable que los 3000 de los que se le responsabiliza a OBL.

Si dejamos que los estados maten a quién ellos crean que tienen que matar, vamos jodidos. Algún día puedo ser yo, o tu...

Saludos

David Azcárate dijo...

Menudo dilema el que se plantea en este caso. He tratado hoy de pensar al respecto, y no se lo que haría en el pellejo de Obama, pero la realidad a veces es tan dura como lo parece.... Gracias por la reflexión