jueves, mayo 19, 2011

Philip Roth, que estás en los cielos

Ayer le fue concedido al escritor estadounidense Philip Roth el premio Booker, galardón que reconoce no una obra en concreto, sino una carrera dedicada a la escritura. Competían con Roth otros muchos escritores de renombre, entre ellos el español Juan Goytisolo, pero cuando me enteré me dio un alegrón como si se lo hubiesen dado a mi hermano, o a mi mejor amigo, y es que la relación que mantengo con Philip Roth es tan intensa, entrañable y profunda como si de la novia se tratase, que adoras, miras con cariño, que a veces te hace sufrir, pero que no puedes dejar nunca porque con ella eres mejor, y sin ella no eres nada. Así es leer a Philip Roth.

Y es que Roth es un escritor magnífico, pero no sólo por su estilo. Situado ya en los setenta, representa, como Woody Allen o Clint Eastwood el espíritu de los viejos que se resisten a abandonar el escenario, empujados por jovenzuelos, muchos cargados de energía pero incapaces de articular frases con sentido. Desde hace algunos años realiza el ejercicio de mandar una novela al año a sus editores, lo que hace que sus textos sean más cortos que en la década de los noventa, pero igual de densos, profundos y transgresores. Sus obras son muy conocidas por el gran público, y probablemente sea su trilogía americana, “Pastoral americana”, “Me casé con un comunista” y “La mancha humana” las más famosas y alabadas. Muchas de sus novelas transcurren en Newark, ciudad sita en frente a Manhattan, en el estado de Nueva Jersey, tradicional lugar de industrias, comercios y residencia de trabajadores de clases bajas y medias, muy cerca del glamour de la quinta avenida pero a veces tan lejos como sea capaz uno de imaginarse. Judío, ejerce como tal en sus novelas, pero muchas veces para criticar, reírse y ridiculizar los aspectos más profundos de esa fe y forma de vida. Su personaje principal durante muchas novelas y años ha sido Nathan Zuckerman, un escritor ficticio, que consigue cargos en la universidad pero se ve expulsado de ella por acoso, que debe acudir a tratamiento psiquiátrico continuamente para curar sus fobias, ansias sexuales inacabables, represiones y demás angustias, que no logra encontrar la felicidad en ninguna de sus relaciones de pareja, y lleno de matices que lo conforman como un personaje complejo e indescriptible (al menos yo soy incapaz de hacerlo). Y luego hay montones de novelas de temáticas muy diversas, divertidas como “El Teatro del Sabbath” de denuncia política como la ucronía ”La conjura contra América” , desbordantes como “El mal de Portnoy” donde se recoge la mejor descripción de una masturbación en el baño que uno pueda imaginarse (o incluso realizar) y así podía seguir durante mucho tiempo. Las últimas son, como señalaba antes, más cortas, y en ellas abundan personajes mayores, setentones decrépitos, aquejados de próstatas que les proporcionaron placer en su juventud y que ahora sólo les dan sufrimiento y generan vergüenza cuando no pueden evitar mojar los pantalones, pero que siguen siendo personas llenas de vida, de deseo sexual inabarcable, de compromiso político y social, y que ven como si antes no les hacían caso por sus ideas, ahora tampoco se lo hacen por su aspecto y edad. Son historias donde la actualidad económica, política y social están muy presentes, y desde un punto de vista crítico. Son maravillosas.

Y además, escritas de una manera que parece sencilla pero es tan fascinante como supongo difícil de componer. Roth puede desarrollar en una página el avatar de un personaje y dotarle de una profundidad que muchos autores no serían capaces de hacer en todo un libro. Prueba de ello son novelas como “Sale el espectro” o “Indignación”: Esta última, cuyo título no se relaciona con las revueltas que vivimos, es impresionante. La recomendé hace un año encarecidamente a todos mis compañeros de trabajo, y no tuve mucho éxito (como les pasa a mis recomendaciones) pero créanme. Cómprenla, está barata en bolsillo, y dense el gustazo de introducirse en sus páginas. Saldrán cambiados, sofocados, impactados….

No hay comentarios: