Tras la nueva debacle financiera del día de ayer, que vuelve a colocarnos contra las cuerdas, noqueados mientras vemos como en el ring contiguo Grecia está KO y el árbitro no quiere verlo, dan ganas de volver a hablar de diferenciales sobre deuda alemana y cosas por el estilo, pero por una vez seré bueno y no les disertaré sobre eso, no, sino sobre otra interesante noticia también conocida ayer y que muestra a qué velocidad se está transformando nuestro mundo. Y es que la revista Superpop anunció que dejará de editarse en papel y sólo existirá en su formato web. La red gana, otra vez, al texto impreso. ¿qué nos dice esto?
Esta noche, pensando algo en ello, se me ocurrían muchas reflexiones sobre la deriva en la que están embarcados los medios impresos, prensa en especial, ante las nuevas tecnologías, la lucha de plataformas tipo Orbyt para hacerse un hueco en los Ipads y otros dispositivos, y cuál es el papel mismo de esos medios en el mundo de comunicación instantánea 24 por 7 en el que vivimos, pero al final lo que pudo en mi cabeza fueron… las carpetas de las chicas!!!. Sí, porque yo, confieso, nunca he visto entero un número de Superpop, ni cuando era un crío adolescente que iba al instituto, quizás porque entonces, entre otras cosas, no era sino una versión físicamente más joven de la vieja mente que soy desde prácticamente mi nacimiento. Pero Superpop, y no se si alguna otra revista por el estilo, era una de las fuentes principales de decoración de ese oscuro objeto de deseo llamada “carpeta de las chicas” donde guardaban sus apuntes de instituto ya a saber que secretos, envueltos en portadas de revistas, fotos de cantantes pipiolos pero con un toque de malote que las volvía locas, como ahora, todo ello forrado en un plástico transparente y ceñido que enseñaba todo y brillaba mucho, como deseábamos que hiciera la sugerente y prohibida ropa que soñábamos que se pusieran. Debía ser muy interesante el proceso por el que ellas leían esas revistas, las devoraban, seleccionaban lo que les interesaba y se ponían a hacer recortables que, con las formas más complejas posibles, empapelaban sus carpetas, e incluso libros enteros. Y dentro de las carpetas también había recortables!!!! Sí, puede que sea leyenda urbana, pero al parecer entre las hojas, o pegadas en los cartones separadores también había fotos de picarones que las miraban cuando buscaban sus apuntes, en medio de poemas, frases tipo “cómo me gusta XXXX” con corazoncitos de mil colores y apuntados hacia el objeto de deseo, y otras muchas insinuaciones. Por ello esas carpetas eran la propiedad más privada de ellas, y podría decirse que del mundo entero, eran su “core capital” en términos de la actual crisis bancaria, y no había manera de acercarse a ellas, conocer su contenido ni saber, premio gordo, a quienes de entre los que nos sentábamos con ellas éramos identificados como similares a los ídolos que forraban sus envoltorios y sueños. En aquella época Internet ni existía ni era concebible, y una hoja, un número con un actor cachas o un insinuante grupo de cantantes eran un premio cotizadísimo. Daba igual que estuviese suelta o rasgada, a veces con la marca de la suela de una bota encima, era un premio, una joya, y como tal lucía ante todo el mundo bajo el plástico transparente. Frente a eso, las carpetas de los chicos, llenas de deportistas, o vacías, como la mía, eran de un gris y un aburrido solemne.
Con el paso del tiempo se acaba la adolescencia, qué pena, las carpetas pierden su hueco bajo el brazo y aumenta el interés por conocer a la dueña del cartapacio, dejando las hojas y profundizando en su contenido. Las revistas de adolescentes evolucionaron rápidamente, pasando de titulares como “Los ojos de Iván son tu fotonovela” a “cunnilingus en tres pasos” y parte de la magia se evaporó. De hecho nunca una revista como superpop había llegado a protagonizar titulares en la época web hasta ayer. Ahora lo que se llevan son los fondos para Ipad, facebook y tuenti, pero el deseo de ellos por saber qué llevan ellas en su escritorio debe ser similar al nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario