La acumulación de desgracias que se asocian a los días 11 empieza a ser digna de estudio. A parte de las producidas por el hombre, donde los atentados islamistas son los que se llevan la palma, muchas catástrofes naturales se dan en estas fechas. Ayer se cumplían dos meses del horrible terremoto de Japón, del 11 de marzo, fecha imborrable para todos en España, y quiso la casualidad que la tierra volviese a temblar, pero no allí, sino en Murcia, aquí mismo. Lorca, una localidad de cerca de 90.000 habitantes ha sido la más afectada por dos temblores que han causado varis víctimas mortales, cientos de heridos y el pánico entre todos sus habitantes.
Coincidencia macabras, ayer ocupó un puesto elevado en el ranking de lo más visto la profecía que anunciaba que un terremoto iba a destruir Roma, apuesta proclamada al parecer por un curioso vidente que en los años treinta auguró ese desastre. Es difícil determinar si esa profecía realmente se hizo, y si explícitamente tenía ese contenido tan terrible y exacto, pero en todo caso era obvio que ayer no iba a suceder nada en Roma porque alguien lo hubiese afirmado y, efectivamente, nada pasó. Miedo en la ciudad si hubo, y cerraron colegios y algunos negocios notaron la falta de clientes, que prefirieron ser precavidos y no arriesgarse a que les pillasen cascotes por la calle. Leyendo estas noticias mi impresión iba desde la risa hasta la indignación, derivada de que la gente, mucha gente, haya caso a semejante payasada. Lamentablemente la ciencia no es capaz de predecir terremotos. Podemos saber que donde los ha habido los habrá, y estimar qué magnitud tendrán en su momento, pero el cuando, eso no es posible saberlo. Sin embargo la credulidad de la gente no tiene límites, necesita respuestas a todo, y parece que le de igual que sean mentira. Así, en un mundo cada vez más tecnológico, cuando en nuestro bolsillo llevamos diminutos dispositivos para el ocio y la comunicación que son derivados de la revolución de la física cuántica, proliferan charlatanes, videntes, astrólogos y demás embaucadores, cuyo principal objetivo es sacar dinero a todo el mundo que se deje engañar por su verborrea. Es patético que la TDT, esa supuesta revolución en la forma de ver y transmitir imágenes, se haya convertido en un campo sembrado de videntes. Más de la mitad de los cerca de 80 canales que pillo en mi casa son de tarot, videncia, astrología y payasadas por el estilo. Verlos unos instantes es deprimente, porque además de ser mentira, son de una calidad de imagen horrible y de una fealdad estética difícil de superar. Parece haber un premio para el que saque al adivino más payaso, a la vidente con los pelos más estrafalarios y la pantalla que sea capaz de poner más números de teléfono y ofertas en su emisión y que permita de paso ver las cartas. ¿Quién llama a esos sitios? ¿Quién les hace el negocio? Por lo que parece mucha gente, vista la amplitud de la oferta. En estos tiempos de crisis la desesperación es mayor, y estos sujetos, que son muy listos para mantener su negocio y tienen un sentido psicológico muy desarrollado, pescan en el triste río que genera el paro y la falta de ingresos y expectativas. Se aprovechan de la desgracia ajena y roban el poco dinero que les queda a sus víctimas. Después de desgracias como la de ayer en Lorca, es probable que su negocio aumente, porque la cercanía de un terremoto, y la lógica sensación de impotencia que produce seguro que provoca un aumento de llamadas, preguntando si las cartas les darán la vida en el próximo temblor o se la quitará.
De hecho ayer ya había comentarios por la web que afirmaban que la fallida predicción del terremoto romano no lo había sido tanto, sólo se había trasladado de lugar, “el astrólogo tenía razón” se escribía en foros y twits sin mucho sentido. Viendo las imágenes de las calles de Lorca, y oyendo los gritos de sus habitantes, asustados al verse rodeados de escombros y polvo en lo que hasta hace poco eran sus barrios, lo que a uno le entra es congoja y tristeza por la suerte que hayan corrido los residentes en esa población, pero el mero hecho de tratar de vincular esto con profecías, vaticinios y cosas así me parece indignante. Lo que toca es sanar heridos, enterrar muertos, reconstruir. Eso es lo importante. Lo otro no es más que superchería.
1 comentario:
Querido Deivid: Como decía el otro, un muerto es una desgracia, 7 una tragedia y 100 una estadística. Cada fin de semana mueren en la carretera muchos más y no sentimos nada, porque es lo habitual. Lo único de extraordinario de este terremoto es que es inhabitual pero aparte de eso no tiene más lectura. Descansen en paz las víctimas y tengan consuelo sus familiares pero siendo esto un accidente "natural" sinceramente me impresiona mucho menos que tantas otras cosas.
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