Esta noche se ha llegado un acuerdo en Bruselas entre la Troika, compuesta por la Unión Europea, el FMI y el Instituto Internacional de Finanzas, y el gobierno griego para que la Unión desbloquee los cerca de 130.000 millones de euros del segundo rescate al país heleno. Se logra así evitar la quiebra insolvente de la economía griega y su desmoronamiento, y con él el de gran parte de lo que llamamos Unión Europea. Seguro que tras leer los titulares rápidos de los medios alguno se anima con el champán y brinda para dar por finalizado todo este episodio. Que lo haga, porque a nadie le amarga un dulce, pero esto está muy lejos de acabarse.
Y es que si se fijan la situación griega es tan agónica que el objetivo del rescate pactado no es otro que el de devolver gran parte del principal y los intereses del primer rescate y de otras obligaciones de deuda contraídas por Grecia. Más que una solución, se ha pactado una refinanciación, una forma de volver a echar el muerto hacia delante, y a ver si en el futuro no nos lo encontramos. Se ha hecho una quita, sí, generosa por parte de los “voluntarios” acreedores privados, pero referida a las deudas pasadas. Desde hoy las deudas griegas se incrementan en el volumen neto que resulte de restar al rescate otorgado la deuda que con él se amortiza, por lo que en el fondo el problema sigue estando más o menos como al principio. De medidas para lograr que Grecia crezca económicamente y pueda generar recursos para pagar su deuda, que es la única manera real de salir de este agujero, de nada de nada. Ni se las espera ni, por lo que se ve, se las conoce. Además el acuerdo pactado incluye un aspecto muy novedoso y preocupante para lo griegos, y es la cesión total de soberanía que implica. Nadie se fía ya de Grecia, pese a que se la fíe dinero, y todos los agentes reunidos en Bruselas han constatado que las negociaciones habidas estos últimos meses han sido un mareo que ha conducido a la parálisis. Para evitarlo se ha decidido que, desde ahora, una representación permanente de la Troika resida en Grecia, y vigile que el gobierno griego realiza de manera efectiva todo aquello a lo que se ha comprometido, llámese venta de empresas públicas o bajadas de salarios y pensiones. Hasta ahora el gobierno griego había prometido de todo pero en la práctica poco había hecho, y desde hoy tendrá un supervisor que le obligará a cumplir. Esto se puede vender de muchas maneras, pero no es otra cosa que cargarse al gobierno griego, que figura como tal, pero que en la práctica no gobierna, sino que simplemente ejecuta las políticas adoptadas por la Troika. Da la cara sí, pero realmente no es el agente que decide lo que se va a hacer. De una manera sibilina, desde hoy Grecia es un protectorado económico y político de la Unión Europea, ha dejado de ser un país tal y como entendemos ese concepto asociado a un estado soberano, y se encuentra en manos de sus acreedores. Cuando en Abril se produzcan las previstas elecciones griegas los votantes acudirán a las urnas sabiendo, supongo que así será, que su voto no vale mucho, porque si algún candidato anuncia que rechaza el acuerdo no tendrá opciones de presentarse. La quiebra financiera ha provocado la quiebra política, y es que de poco sirve un gestor si no tiene qué gestionar.
Yendo un poco más allá, ¿es esta una solución al problema griego? Mi opinión es que no. El país está quebrado, su economía muerta y no tiene posibilidad alguna de sobrevivir dentro del euro. Tarde o temprano los números no darán y habrá que plantearse muy en serio la opción de su salida de la zona euro, porque encorsetado en la moneda única jamás podrá crecer ni generar recursos propios que alivien su deuda. El acuerdo de ayer salva la situación de mañana, pero deja el problema enquistado hasta que, dentro de unos meses, vuelva a resucitar. Denle al champán si desean, pero no se dejen engañar por sus burbujas.
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