jueves, febrero 09, 2012

Por Atenas pasa nuestro futuro

Esta noche se han roto las negociaciones entre los partidos que sostienen al gobierno griego encabezado por el técnico Lucas Papadimos. Las condiciones, durísimas, impuestas por la llamada troika (La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI) especialmente en lo que hace a la bajada de las pensiones, han impedido ese acuerdo, necesario para que a su vez la UE desbloquee el segundo tramo del rescate, que se destinará en gran parte a pagar el vencimiento del primer tramo, desembolsado hace ya casi un año. Para hoy se ha convocado en Bruselas una reunión urgente del Eurogrupo al respecto.

Si tienen la sensación de que asisten a un permanente baile en torno a la pista griega, en el que los danzantes son hacen más que girar y girar sobre sí mismo y pasar continuamente sobre el miso decorado de fondo, están en lo cierto. En esencia la situación griega es la misma que hace un año, cuando se aprobó el primer tramo. Bueno, la verdad es que igual igual tampo co, es mucho peor. Desde entonces la deuda del país ha crecido, su PIB ha caído y los niveles de paro y angustia social de la población no dejan de crecer. Si hace un año Grecia era insolvente y amenazaba quiebra hoy está en un estado tan ruinoso como su acrópolis y lo único que debiera discutirse es como gestionar su bancarrota. Esto es algo que todos los actores involucrados en este drama se niegan a aceptar y, gracias a ello, no atacan la raíz del problema. Se ha extendido la opinión de que la quita es inevitable, de que como muchos dijimos desde muchos foros Grecia jamás pagará lo que debe, pero es en la gestión de esta quita donde está el gran problema, ya que más importante aún de cuánto no pagará es saber qué parte de su deuda no será abonada. Y es que hay varios acreedores de deuda griega. Simplificando mucho las cosas, por un lado, grupo mayoritario, están las entidades privadas, griegas y, sobre todo, extranjeras. Por otro están los residentes griegos, bien particulares o empresas, y un tercer acreedor, que es el propio Banco Central Europeo, que ha comprado deuda en el mercado secundario para sostenerla en el pasado y que ahora mismo detenta casi un 30% del total. ¿Cómo hacemos el impago? ¿Tratamos a todos los acreedores por igual o a algunos les quitamos más y a otros menos? Hay ideas para todos los gustos. El BCE ha dicho por activa y por pasiva que él no va a renunciar a cobrar, porque de hacerlo supondría una descapitalización de su balance y eso sería malo para la imagen del euro en su conjunto. Los bonistas griegos están a verlas venir y, como su gobierno, pintan poco en toda esta historia. La parte más gruesa e importante está en esos acreedores privados. Se habla de la aceptación de una quita “voluntaria” del 70% en su tramo para conseguir una reducción del 50% en el volumen total de la deuda griega, y aquí el término “voluntario” es importante. La secuencia prevista por la UE es que si Grecia aprueba sus recortes la Unión le presta el segundo tramo del rescate, los acreedores privados acuerdan voluntariamente la renuncia a ese volumen de deuda y el país se encaminaría a un estado estacionario de ausencia de crecimiento pero con un volumen de deuda controlado. La alternativa es que no haya acuerdo de recortes con la Unión, y en ese caso no se procede a la entrega del rescate, el plan de quita voluntaria se viene abajo, el estado griego se declara en bancarrota en poco más de un mes, así lo declaran las agencias de calificación, y los acreedores privados ejecutan sus seguros de impago de deuda, los CDS, por lo que la caída de Grecia genera un efecto de arrastre financiero en todo el mundo, de dimensiones desconocidas.

Y, no lo duden, con un elevadísimo impacto sobre el euro. En el segundo escenario Grecia debiera salir de la moneda única, aunque eso no está nada claro como podría llevarse a la práctica ni si implicaría, probablemente, su salida de la Unión. Junten a todo esto una población que rechaza el plan de recortes en proporciones que superan el 80% y unas elecciones previstas para Mayo y el panorama es, como mínimo, endiablado. De esto se hablará, discutirá y rezará en Bruselas esta tarde. Y créanme, nos afecta a todos mucho más de lo que se pueda imaginar.

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