El caso Contador, y la sentencia del TAS conocida esta semana que le acusa de dopaje e inhabilita por dos años, ha encendido una viva polémica entre el mundo del deporte sobre las acusaciones de doping y el supuesto uso de prácticas ilegales por otros deportistas españoles. En Francia, los guiñoles del Canal Plus, que lamentablemente hace mucho que no se emiten ene su versión española, llevan ya un par de días haciendo bromas, caricaturas y chistes con las figuras de Nadal, Gasol, Casillas y otras estrellas deportivas, en las que usan las jeringuillas como bolígrafos y su sangre es más potente que la gasolina.
Y se ha montado la mundial, y ahí es donde empiezo a no entender nada. Resulta que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha presentado una queja oficial ante el gobierno francés por lo que están haciendo esos muñecos. Sí, sí, como suena, una queja al gobierno por la actuación de un medio de comunicación privado!!!! Y el Ministro de Educación califica de “intolerable” el comportamiento del medio galo por como está ensuciando la imagen de los deportistas españoles. A medida que ayer oía y veía todo esto me iba recostando en mi sofá con, supongo, cara de tonto, sin saber si esto era una broma de mal gusto o algo muy en serio. Por la pinta de indignados que asomaba en los rostros de los ministros del gobierno español la cosa debía ser seria, y quizás por su enojo no se han llegado a dar cuenta de hasta que punto están haciendo el más infame de los ridículos. De hecho ayer Margallo, el Ministro de Exteriores, le puso peor cara por este asunto al gobierno francés que al régimen sirio por las matanzas que sigue perpetrando en su país. De locos. Este episodio demuestra no sólo que falta mucho sentido del humor en el mundo en el que vivimos, sino que denota que no entendemos como funcionan las cosas. Lo que hacen los guiñoles podrá ser de mejor o peor gusto, más o menos acertado, tendrá su gracia o no, pero es un programa satírico que se mete con todo y trata de hacer chistes con la actualidad. Así de simple. Podrán gustarnos o no, será más o menso ofensivo, tratará de ridiculizar más a los españoles o no, pero eso es algo que no tiene ninguna importancia. Es un programa de humo, así de sencillo. ¿Con cuánta gente, colectivos e ideas se meten en cada capítulo de los Simpson? ¿Cuántas viñetas se publican en la prensa diaria nacional haciendo caricaturas de personajes y mofándose de lo que hicieron el día anterior? ¿y las revistas? ¿hay alguna página de El Jueves que no se mofe de alguien? Pensando en Francia, ¿cuántos chistes hemos hecho sobre las alzas que se pone Sarkozy para no parecer bajito junto a Carla Bruni? ¿Debiera Francia poner una denuncia a los humoristas españoles que se burlan de la talla de su presidente? Sólo el enunciar estas preguntas me hace ver en qué estúpido debate nos hemos metido, y la absoluta falta de gracia que tiene todo esto. A escala, me recuerda un poco al asunto de las viñetas de Mahoma, en el que si recuerdan un dibujante danés hizo unas chistes con un Mahoma muy islamista y terroristas, y eso causó una revuelta en el mundo musulmán que acabó con varios muertos e intentos de asesinato del caricaturista y atentados contra las embajadas danesas y la sede del periódico en el que fueron publicadas las viñetas. En aquel momento nos echábamos las manos a la cabeza, y con motivo, por la cerrazón de los islamistas, su falta de sentido del humor y el dogmatismo con el que expresaban sus ideas, que no admitían ni crítica ni chiste, y defendíamos la libertad creativa del dibujante danés, nos gustasen más o menos sus chistes. Pues en este caso la reflexión debiera ser la misma. Que los guiñoles hagan lo que quieran y los caricaturizados que se rías, y ya está.
Sin duda, el que debe estar más contento con todo esto es el propio Canal Plus francés. Como siempre sucede en estos casos, la actitud irracional del burlado es la mayor fuente de propaganda, audiencia y, asociada a lo anterior, ingresos contantes y sonantes. Por cada tontería que dicen los ministros españoles la audiencia de los muñecos sube y su presencia en Internet y los medios crece y crece. Al final el gobierno español debiera pedir un porcentaje en las ganancias, porque ha sido su irracional actitud la mejor campaña de promoción de la cadena. Puro surrealismo.
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