Hoy, 23F, si todo sale como está previsto, mi amigo IGU firmará la hipoteca ante el notario y será dueño, mejor alquilado de lujo, de su nuevo y flamante piso de Elorrio. El acto de firma es una de esas cosas que uno no olvida, y por cada movimiento del bolígrafo se tiene la sensación de extra introduciéndose en un terreno oscuro y desconocido, como si esa tinta fuera la del calamar que todo lo ennegrece. Luego te dan la mano y felicitan, pero desde ese momento sabes que nunca estarás sólo en la vida. El banco te acompañará….
Como IGU es un tipo brillante y afortunado no tendrá problema alguno para pagar su hipoteca, porque nunca le faltará trabajo. Sin embargo todos conocemos casos en los que se llega a final de mes de la peor manera posible, y que el coste de la hipoteca puede asfixiar y, si todo va mal, convertirse en la llave hacia el desahucio y la calle. Afortunadamente no le ha pasado a nadie de mi entorno, pero todos los días en la tele vemos casos que se producen en cualquier punto de España. Desde muchas asociaciones y plataformas se lleva tiempo reclamando que se instaure aquí también la figura de la dación en pago, mediante la cual uno cancela la deuda hipotecaria con la entrega del piso, independientemente de cual sea el valor de venta del mismo y de por cuánto se otorgó el préstamo. Esta fórmula está muy extendida en el mundo anglosajón, pero en España es una rareza. La hemos visto mucho estos años en Estados Unidos, donde la simbólica entrega de las llaves supone la renuncia de la vivienda pero también el saldo de la deuda. Aquí no, porque la pérdida de la casa implica que se cubre la hipoteca por el valor residual del bien, pero si éste es menor de lo que se debe, se tiene que seguir pagando hasta cubrir la totalidad de la deuda, y eso en una época de precios a la baja es más habitual de lo que parece. Introducir la dación como comportamiento opcional en todos los contratos tiene ventajas e inconvenientes para ambas partes. En época de precios al alza, como en la burbuja, y pese a que lo normal sería poder pagar el piso, una entrega de la casa beneficia al banco y perjudica al propietario, que se desprende de un activo que se revaloriza. En momentos como los actuales, re crisis económica y precios descendentes, la dación beneficia al hipotecado y perjudica al banco, que recibe un bien con una liquidez escasa (el mercado está parado) y que probablemente valga menos de lo que supone al deuda asociada. Fijémonos que, por tanto, la dación no es neutra, se comporta en función de cómo se encuentre el mercado inmobiliario. Esto tiene, simplificando mucho, una ventaja y un inconveniente, como todo en la vida, salvo el amor. La ventaja es que es una fórmula que, al menos en parte, reequilibra la situación entre el hipotecado y el banco, de tal manera que hace que los riesgos que asume la entidad se incrementen en caso de llegar a una época como la actual y ofrece una alternativa al hipotecado de la que ahora no dispone, reduciendo así un poco la evidente desproporción que existe entre las dos partes. El inconveniente, derivado de lo anterior, es que el banco se pensará más si concede la hipoteca (su riesgo crece) y probablemente lo haga a precios algo más altos, para compensar esa subida en el riesgo. Uno pensará que ya que nos sangran todo lo posible que más da un poco más, pero ese efecto existiría. En el saldo global, creo que las ventajas son superiores a los inconvenientes y debiera incluirse como cláusula habitual en los contratos hipotecarios.
Pero esta discusión teórica es válida para las nuevas hipotecas, las que se firmen desde el momento en el que ese factor se tenga en cuenta. Las antiguas, las que no contemplan esa posibilidad, y se encuentran en riesgo de impago, son las que poseen un problema muy serio, y donde introducir la dación no deja de ser motivo de inseguridad jurídica. El gobierno aprobó ayer una norma para que los bancos, de manera voluntaria, la apliquen a las hipotecas vivas y así solucionen el problema de los desahucios. Acto voluntarioso, sí, pero que depende de lo que quieran hacer los bancos. Creo que les conviene aplicarlo, porque nadie entendería socialmente su postura de no hacerlo, pero eso aumentará sus pasivos y sus deudas, y volvemos a lo de lo bueno y lo malo. Menos mal que en el caso de IGU sí hay amor verdadero y todo esto no deja de ser un rollo que a él ni le va ni le viene……. Felicidades!!!
1 comentario:
Muchas gracias por los halagos David. Desgraciadamente hoy no va a ser. Ese gran paso deberá esperar hasta el lunes y espero que esta relación "yo-banco" sea de lo más cordial posible.
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