Siria se desangra. Cada vez es más claro que la revuelta, en un principio localizada en pocas ciudades, se extiende por todo el país, y las peleas callejeras derivan cada vez más en combates entre el ejército sirio y las fuerzas rebeldes, con una población civil que, como siempre, vive a mercede de lo que imponga el dictatorial régimen de Basar Al Asad. De momento es la localidad de Homs la que centra los combates, las matanzas y la represión. Si para Libia y Gadafi fue el ataque a Misrata el inicio de su final, puede que Homs sea el lugar en el que Al Asad empiece a enterrar su régimen.
Pero no nos engañemos, Siria no es Libia. Lo único, y no es poco, que importaba realmente de Libia era su petróleo, y la figura de Gadafi era sinónimo de excentricidad y oculto desprecio en todo el mundo. Siria no. Su posición estratégica, fronterizo con Israel, su papel de financiando movimientos terroristas en Líbano y su estratégica alianza con Irán hacen de este país un actor decisivo en el polvorín de Oriente Medio, y por ello el régimen de Al Asad posee grandes y poderosos aliados. Además hay un factor que cada vez tiene más peso y se está obviando, que no es específico de Siria, pero sí le afecta dado que se encuentra en el ojo del huracán. Se trata de que, si se fijan, a medida que los regímenes dictatoriales del mundo caen, los que quedan se protegen entre ellos cada vez con más fuerza, para evitar ser derrotados. Y en esta dinámica es esencial el peso que China, potencia emergente, y Rusia, potencia decadente, están adquiriendo en el mundo. Ambos países son dictaduras, formal y rígida en el caso chino y de facto en el caso ruso pese a su apariencia democrática. Tanto Pekín como Moscú saben que si los dictadores del mundo son derribados por revueltas sus propios regímenes acabaran siendo amenazados, ya que un televidente chino (que eluda la censura oficial, claro) puede preguntarse eso de porqué allí y no aquí. Y también es obvio que esas revueltas tendrán más éxito si cuenten con apoyos internacionales, y el caso de Libia fue paradigmático. Los rebeldes estaban cercados en una Misrata bombardeada por el ejército de Gadafi, y las imágenes de los periodistas de todo el mundo forzaron a una resolución de la ONU en la que se daba carta blanca a la intervención militar en defensa de la población civil, y a partir de ahí comenzó la derrota del régimen de Trípoli. El dictador de Damasco ha aprendido de lo que sucedió en las arenas de aquel desierto, y ha sido muy efectivo su régimen a la hora de impedir el acceso de las cámaras de los medios de comunicación a Homs y el resto de localidades donde se combate. Apenas tenemos imágenes, de mala calidad, tomadas por los aterrados residentes de esas ciudades, en las que, de manera temblorosa, se muestran aparentes restos de batallas, heridos y cadáveres, pero que no logran dar esa impresión que produce la alta definición y el encuadre profesional. Sí, si no hay imágenes de guerra de verdad la guerra de verdad no se cuela en nuestro salón. Además, sabiendo que la presión internacional iría creciendo, Al Asad ha logrado contar con el apoyo explícito de Rusia y China, que día tras día bloquean en el Consejo de seguridad de la ONU resoluciones que puedan condenar al régimen de Damasco, y no dejan ni si quiera debatir un posible apoyo logístico a los rebeldes. Con su derecho de veto, mantienen a la ONU inerme ante la matanza siria y hunden aún más el prestigio de esa organización.
Frente al cortes y teatral llamamiento de los embajadores que han realizado los débiles países europeos, la imagen de ayer era la del Ministro de Asuntos Exteriores ruso visitando al carcelero de Damasco, queriendo así poner en sordina las críticas que se vierten contra el gobierno sirio en el resto de la comunidad internacional. Me preocupa como síntoma de una peligrosa deriva, en la que los países occidentales, con todos sus defectos, sumidos en una crisis económica que los hace cada vez más irrelevantes, ceden su puesto en el mundo a potencias emergentes para las que los derechos humanos son, simplemente, un obstáculo en su camino. Espero que el régimen sirio caiga, pero de momento, y lamentablemente, los que por ello luchan seguirán solos, muy solos.
3 comentarios:
gsr
gsr
uyyyy que complicado, ya me soltaré.Sarriko 90/95.Te tenía perdida la pista. Una foto del tiempo en el telediario fue la pista. A partir de ahí tirar del hilo y encontrarme este maravilloso blog. Lo sigo hace tiempo. Estaremos en contacto.
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