Cuando me enteré de la noticia del asalto
a varios supermercados perpetrados por el SAT del inefable alcalde de
Marinaleda tuve una sensación dispar. Por un lado no me extrañó mucho,
conociendo al personaje que lideraba esa cuadrilla no se podía esperar algo muy
diferente, y dada la cada vez más angustiosa necesidad que padece la población
era de esperar un acto de este tipo, que si además es alentado por demagogos de
la talla de Sánchez Gordillo es lógico que tengan éxito, repercusión y
cobertura mediática.
Pero sobre todo lo que me entró es pena, pura pena. Pena porque
una acto delictivo como este haya sido perpetrado a plena luz del día, con
cámaras y medios grabándolo todo, y sin que nadie lo haya impedido. Pena porque
uno sondea la red y hay cierto cachondeo e incluso comprensión ante un asalto
que, se diga lo que se diga, es un robo en toda regla, y pena porque esto no
soluciona nada, no evita el desastre en el que vivimos, sino más bien lo
agrava, lo incendia aún más y, de no ser rápidamente atajado por las
autoridades, se puede convertir en modelo a imitar por parte de muchas otras
personas. Y pena, mucha pena, por alguien a quina nadie le ha dedicado unas
palabras estos días, que son las cajeras de los centros de Mercadona que
tuvieron que sufrir el asalto. Ellas son los empleados más bajos en la cadena
de valor de la empresa, mejor tratadas por esa marca que por otras del mismo
sector, pero en todo caso las que más sufren para ganar lo poco que ingresan,
que son la cara de la institución, que reciben más quejas y malas maneras por
parte de los clientes que sonrisas y agradecimientos, a las que mucha gente
presta menos atención que a la pantalla de su maldito móvil. Ellas son las que
fueron agredidas, violentadas y atacadas por las hordas de Sánchez Gordillo. En
el video del asalto se puede observar que, al traspasar las cajas, una de las
empleadas trata de parar todo aquello, con una cara de susto en el cuerpo que
no puede ocultar, y un hombre alto, de bastante pelo, mucho más voluminoso e
imponente que ella, la empuja con enorme violencia, la aparta como si fuera una
caja de cartón, con un aire de desprecio absoluto que, seguro, se reflejaría en
lo que le estaría diciendo. La cajera desaparece de la escena y el ladrón, el
abusador, pasa el control de cajas con su botín seguido de otros tantos. Me los
imagino felices y sonrientes a la puerta del comercio asaltado, viendo el éxito
de su acción, el logro de su esfuerzo, el fruto de su trabajo… no se han
difundido mucho, pero han salido las imágenes de algunas cajeras, también fuera
del Mercadona, llorando desconsoladas, abrazándose unas a otras, dándose
fuerzas, solas, tras haber sido violentadas y tratadas como perros por parte de
una banda de salvajes…a ellas nadie les ha hecho caso, ni les han buscado los
medios de comunicación, ni les ha mostrado apoyo nadie, ni desde luego se les
ha solidarizado ningún sindicato ni organización laboral o social, de ninguna
ámbito o espectro político, Están solas, como todas las víctimas en este mísero
país llamado España, que sean fruto del terrorismo etarra, la violencia machista,
la agresión sexual o la demagogia política, sufren a su dolor el desprecio de
la sociedad, que encumbra al delincuente y el muestra un aprecio y admiración
rayano en lo enfermizo. Ellas son las heroínas de esta acción vergonzosa. Ellas
merecen admiración, no los salvajes que se las llevaron por delante.
No espero nada de Sánchez Gordillo, pero me gustaría que el
impresentable de Diego Valderas, su jefe, que tiene el supuesto honor de ocupar
la Vicepresidencia de la Junta de Andalucía, y
que llena de indecencia su cargo al justificar la acción, se diera una
vuelta por ese supermercado, y mirase a la cara a las empleadas violadas, que
pagan con sus impuestos su elevado sueldo de cargo público. A ver si tras ello,
si le queda algo de educación, es capaz de pedirles perdón a ellas y al resto
de la sociedad por la actuación de los impresentables que se amparan en sus
siglas. No tengo dudas de que no lo hará, así que hágame feliz y que tenga que
retractarme.
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