Con
la aceptación por parte de Mitt Romney de su candidatura por el partido
republicano, que ayer cerró su convención nacional en Tampa, Florida,
empieza la parte final de las elecciones EEUU 2012, uno de los espectáculos
políticos más formidables que imaginarse uno pueda, sin lugar a dudas el más
grande, colorido y costoso del mundo, y que medio planeta sigue con mucha más
intensidad y pasión que sus propias elecciones locales. Sea por el poder que
adquiere el inquilino de la Casa Blanca o porque consiguen venderlo como algo
apasionante, todos estaremos pendientes de esta campaña como lo hicimos con las
anteriores.
Hasta el próximo Martes 6 de noviembre, día de las
elecciones, muchos son los hitos de campaña que poseen gran relevancia, como
los debates electorales televisados entre los candidatos presidenciales y
“vice” pero día tras día lo más interesante va a ser el constante cara a cara
entre un Obama que aspira a la reelección tras cuatro años de mandato con
algunas luces y bastante sombras y un Romney que lidera una oposición al
demócrata aglutinada precisamente en torno al rechazo a la figura de Obama,
pero que presenta una gran desunión en sus filas entre los republicanos
clásicos, por así llamarlos, los seguidores de corrientes religiosas (el peso
de la religión en EEUU es determinante para todo, también para la política) y
los que se aglutinan en torno al Tea Party, que varios años después de su
espontáneo nacimiento no ha logrado articular un discurso más allá de su
oposición a las medidas del gobierno Obama, actuando así como una “cofradía del
no” que no genera alternativa alguna. La elección de Paul Ryan, perteneciente a
esta corriente, como acompañante y vicepresidente, es un guiño a esta ala del
partido mal vista por parte de los dirigentes republicanos clásicos, pero
necesaria de cara a conseguir votos y tener aspiraciones reales de ganar las
elecciones. Así, frente al error de McCain con Palin hace cuatro años, Romney
ha mostrado poseer mejor olfato y visión de liderazgo. Sin embargo su
candidatura presenta problemas serios. Mormón, y visto como tal por muchos
compatriotas, la imagen de hombre triunfante en los negocios que emana se ve
empañada por una sensación de autosuficiencia excesiva, tendencia al engaño y
opacidad en la gestión de sus cuentas, lo que incluye alguna polémica respecto
a sí pagó impuestos en los últimos años y en qué cuantía. Su faceta
internacional está casi virgen, y digo casi porque el único viaje que conozco
que ha hecho, una gira coincidente con los Juegos Olímpicos de Londres, se
saldó con un fracaso estrepitoso de imagen, ya que en cada declaración pública
soltaba una perla que irritaba al anfitrión de turno. Ofreció una pobre
impresión, quizás más debida a su bisoñez política que a su incapacidad, pero
bien lo que se dice bien, no empezó. Sin embargo las encuestas están muy
justitas, y en ellas Obama le saca pocos puntos, por lo que, hay partido y un
elevado grado de incertidumbre sobre el resultado final. Seguramente la
economía, especialmente el devenir de Europa y su eterna crisis, serán
determinantes, siendo peor la situación de Obama cuanto peor sea la nuestra.
Aquí cuenta el demócrata con la probable ayuda de Bernanke, presidente de la
FED, que tratará de paliar los efectos de la crisis del euro mientras le sea
posible. El resto de la campaña vendrá determinado por cuestiones nacionales,
especialmente el sistema sanitario y la política de inmigración, entre otras
muchas. Irán y su proyecto nuclear puede que también adquieran mucho peso a
medida que pasen los días.
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