miércoles, agosto 08, 2012

El gran apagón de la India


Los últimos días hemos celebrado el enorme éxito que ha supuesto la llegada de Curiosity a Marte, un reto tecnológico difícil de entender en toda su magnitud y complejidad, pero que ha sido superado. Sin embargo la tecnología nos puede fallar, está hecha por humanos y por tanto posee debilidades. Se dice que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, y a medida que diseñamos procesos y sistemas más y más complejos el número de eslabones crece sin fin y con ello los riesgos de fallos sistémicos graves. Y entonces nuestra vida, completamente dependiente de la tecnología, se derrumba.

Algo así sucedió en la India hace un par de semanas, aunque pese a la magnitud de la noticia no se le dio relevancia alguna. Es curioso, más de mil millones de personas viven en la India y sale en las noticias cuando hay atentados o lluvias torrenciales, con pocas excepciones. Allí a finales de Julio un colapso de la red de suministro eléctrico dejó sin corriente a más de 600 millones de personas. Sí, seiscientos millones, dos veces Europa para entendernos. Fallos que se estaban registrando en la red desde días anteriores provocaron sobrecargas que no pudieron ser bloqueadas a tiempo y acabaron por derrumbar todo el sistema. Grandes ciudades como Nueva Delhi o Calcuta se quedaron sin semáforos y sin iluminación de ningún tipo. En las zonas rurales del país, donde el suministro es inestable y el limitado grado de desarrollo hace que los electrodomésticos no sean tan comunes como las personas los efectos han sido menores, pero en los grandes núcleos urbanos el colapso ha sido total. Sistemas de metro y trenes de cercanías quedaron inoperantes, impidiendo a millones de personas salir y entrar a las urbes y bloqueándolas en sus casas o su trabajo. Una situación de pesadilla si se tiene en cuenta que la electricidad nos sirve para todo. Mueve los ascensores que nos elevan a los pisos altos de las viviendas y oficinas (yo trabajo en un 19 y sin ascensor mi vida se iba a ver muy perjudicada) alimenta las bombas que suministran agua a nuestras casas, sirve para encender los calentadores de agua con los que nos duchamos, hace que nuestras neveras conserven la comida con la que nos alimentamos cada día, permite que este mundo de Internet tan maravilloso siga vivo, porque la falta de corriente nos demostrará hasta que punto son insuficientes las baterías de los dispositivos móviles, y el no poder cargarlos los convertiría en pocas horas en un objeto decorativo sin más uso que el del juguete con el que reflejar el sol que incide en su pantalla… un par de horas sin luz y la regresión vital que experimentaríamos sería de una década, un día sin suministro y retrocederíamos a los años sesenta, varios días sin corriente y la civilización, tal y como la conocemos, se derrumbaría en medio del más absoluto de los caos, envuelta en un día caótico y una noche oscura y aterradora como nunca la hemos conocido en nuestra vida diaria. Si lo que ha sucedido en la India hubiera pasado en Europa o EEUU estaríamos ante una de las noticias más impactantes del año. Ni se hablaría de la prima de riesgo, en otras cosas porque sin electricidad los mercados financieros no funcionan, los televisores son trastos inútiles y sólo los transistores a pilas servirían para enterarse de lo que pasa, y les aseguro que al segundo día sin suministro la economía ya no sería el tema de portada. Una situación divertida, en el momento del corte, con muchos inconvenientes prácticos, degeneraría en pocas horas en un desastre difícil de imaginar.

¿Qué quiere decir esto? Muchas cosas. Sobre todo que hay que realizar las labores de mantenimiento de los sistemas que nos sostienen vivos como sociedad avanzada sin descanso. Agua, luz, saneamientos, logística, etc son cosas en las que no nos fijamos pero constituyen la base de nuestra vida. Otra lección profunda es que cuando más dependamos de sistemas como estos más vulnerables seremos ante su caída, destrucción accidental o ataque intencionado. Aunque no nos lo parezca la fragilidad del mundo en el que vivimos es inmensa y me parece que, a medida que crecemos en dimensión y complejidad, esta fragilidad aumenta, curiosamente.

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