miércoles, agosto 01, 2012

Bronca en el patio del colegio


Hoy es uno de Agosto, uno de los días más queridos por los españoles, sinónimo de holganza, vacaciones, relax, atascos intermitentes y destinos soñados envueltos en un rebozo de arena y salitre playero. Eso era antes. Ahora las cosas han cambiado algo, y si este año serán muchos los que sustituyan el decorado del chiringuito de su alma por la mesa de la cocina de su casa de todo el año, cuando pongan la tele a ver las noticias se encontrarán que, medallas infinitas de Phelps a parte, todo sigue girando en torno a la maldita crisis que les ha condenado este verano a no poder irse a ningún lado.

Hoy, por ejemplo, las portadas salpicadas por los inmensos brazos del nadador de Baltimore se llena de titulares gruesos sobre el Consejo de Política Fiscal y financiera que se celebró ayer en el edificio desde el que les escribo y donde trabajo, el famoso CPFF, reunión de las CCAA y el gobierno para, digamos, ver como evitamos irnos todos a la mierda. La reunión de ayer era importante, pero empezó mal, porque horas antes de celebrarse Cataluña anunció que no se presentaría alegando que todo estaba decidido de antemano, y exigiendo una rectificación de la política de austeridad que el ejecutivo del PP trata de imponer a las CCAA. Ya en la reunión las cosas no fueron mucho mejor, porque a la hora de comenzar Andalucía se levantó de la silla y se largó, usando argumentos distintos en al forma pero muy parecidos en el fondo a los que usó Cataluña horas antes. A la hora de votar las decisiones las CCAA del PP lo hicieron a favor en bloque, y se opusieron Asturias y Canarias, y me imagino que País Vasco y Navarra, que asisten casi como oyentes a estas reuniones, aprovecharon el tiempo para hacer Sudokus o pensar en el rebozo al que me refería al principio del artículo. Consecuencia. Un desastre. Un fracaso total. Así hoy los periódicos lo tratan con mayor o menor intensidad, pero mi impresión personal es muy negativa (qué raro, dirá alguno, aunque viendo como va esto no se extrañarán). Ayer muchos ojos, más o menos el medio mundo que no está de vacaciones, tenían puesta su mirada en lo que iba a suceder aquí. Inversores de todas partes, que han comprado deuda española y de esas entidades llamadas CCAA, que deben ser regiones o algo así, esperaban que hubiera acuerdos claros, relevantes, y con compromisos escritos y tasados para evitar la deriva de los impagos que, cada vez, son más frecuentes. ¿Cuál creen ustedes que puede ser la sensación del inversor extranjero al terminar la reunión y leer declaraciones que apelan a la “voluntad de doblegar a los andaluces” para incumplir promesas apalabradas y seguir en una senda insostenible de gasto? (donde pone andaluces pongan el gentilicio regional que prefieran, ayer tocó ese, pero da igual) No les voy a engañar. Si yo fuera extranjero y hoy leyera estas cosas me lo pensaba mucho en volver a invertir dinero aquí, y si alguien me ofrece algunos eurillos por mis bonos para cubrirme los vendo rápidamente. La imagen que dimos ayer al mundo es de cachondeo… no, peor, de irresponsabilidad, de no estar a la altura de las circunstancias, de fracaso colectivo en grado sumo. En la rueda de prensa posterior el Ministro Montoro trataba de quitarle importancia al desacuerdo, desplante y fuga, pero cada palabra que decía hundía su reputación y la de todos los que ayer, dietas cobradas mediante, se reunieron en esta casa.

Voy a decirlo de manera breve y lo más clara posible. Si España como nación se va a ver abocada al rescate en septiembre porque es incapaz de hacer frente a sus compromisos financieros a los tipos vigentes, las CCAA están en un estado tal de insolvencia que lo más aconsejable sería empezar por cerrar algunas de ellas, casi todas, desmantelarlas del todo y rediseñar el país con una nueva administración. Esto no es una visión centralista de España ni nada por el estilo, es lo que los administradores concursales de la quiebra de España SA nos van a imponer a la vuelta del verano, por encima de la voluntad de los andaluces y, sobre todo, el cargo y sueldo de todos los directivos de la Junta de Andalucía, la Generalitat Catalana y Valenciana, etc. Fracasos como el de ayer se pagan.

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