Hoy es uno de Agosto, uno de los días más queridos por los
españoles, sinónimo de holganza, vacaciones, relax, atascos intermitentes y
destinos soñados envueltos en un rebozo de arena y salitre playero. Eso era
antes. Ahora las cosas han cambiado algo, y si este año serán muchos los que
sustituyan el decorado del chiringuito de su alma por la mesa de la cocina de
su casa de todo el año, cuando pongan la tele a ver las noticias se encontrarán
que, medallas
infinitas de Phelps a parte, todo sigue girando en torno a la maldita
crisis que les ha condenado este verano a no poder irse a ningún lado.
Hoy, por ejemplo, las portadas salpicadas por los inmensos
brazos del nadador de Baltimore se llena de titulares
gruesos sobre el Consejo de Política Fiscal y financiera que se celebró ayer
en el edificio desde el que les escribo y donde trabajo, el famoso CPFF,
reunión de las CCAA y el gobierno para, digamos, ver como evitamos irnos todos
a la mierda. La reunión de ayer era importante, pero empezó mal, porque horas
antes de celebrarse Cataluña anunció que no se presentaría alegando que todo
estaba decidido de antemano, y exigiendo una rectificación de la política de
austeridad que el ejecutivo del PP trata de imponer a las CCAA. Ya en la
reunión las cosas no fueron mucho mejor, porque a la hora de comenzar Andalucía
se levantó de la silla y se largó, usando argumentos distintos en al forma pero
muy parecidos en el fondo a los que usó Cataluña horas antes. A la hora de
votar las decisiones las CCAA del PP lo hicieron a favor en bloque, y se
opusieron Asturias y Canarias, y me imagino que País Vasco y Navarra, que
asisten casi como oyentes a estas reuniones, aprovecharon el tiempo para hacer
Sudokus o pensar en el rebozo al que me refería al principio del artículo.
Consecuencia. Un desastre. Un fracaso total. Así hoy los periódicos lo tratan
con mayor o menor intensidad, pero mi impresión personal es muy negativa (qué
raro, dirá alguno, aunque viendo como va esto no se extrañarán). Ayer muchos
ojos, más o menos el medio mundo que no está de vacaciones, tenían puesta su
mirada en lo que iba a suceder aquí. Inversores de todas partes, que han
comprado deuda española y de esas entidades llamadas CCAA, que deben ser
regiones o algo así, esperaban que hubiera acuerdos claros, relevantes, y con
compromisos escritos y tasados para evitar la deriva de los impagos que, cada
vez, son más frecuentes. ¿Cuál creen ustedes que puede ser la sensación del
inversor extranjero al terminar la reunión y leer declaraciones que apelan a la
“voluntad de doblegar a los andaluces” para incumplir promesas apalabradas y
seguir en una senda insostenible de gasto? (donde pone andaluces pongan el
gentilicio regional que prefieran, ayer tocó ese, pero da igual) No les voy a
engañar. Si yo fuera extranjero y hoy leyera estas cosas me lo pensaba mucho en
volver a invertir dinero aquí, y si alguien me ofrece algunos eurillos por mis
bonos para cubrirme los vendo rápidamente. La imagen que dimos ayer al mundo es
de cachondeo… no, peor, de irresponsabilidad, de no estar a la altura de las
circunstancias, de fracaso colectivo en grado sumo. En la rueda de prensa
posterior el Ministro Montoro trataba de quitarle importancia al desacuerdo,
desplante y fuga, pero cada palabra que decía hundía su reputación y la de
todos los que ayer, dietas cobradas mediante, se reunieron en esta casa.
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