El 15 de Agosto es, tradicionalmente, el culmen del
calendario festivo veraniego, siendo hoy el día nacional de la resaca en
muchísimos pueblos, quizás este año amortiguado tanto por ser todo en medio de
la semana como por la sempiterna crisis. Lo cierto es que se celebran fiestas
en lo más recóndito del país y a ellas acuden nacionales y extranjeros, que se
lo pasan bien y dejan sus dineros en las localidades en las que disfrutan del
ocio y la juerga, como sucede a lo largo del todo el verano en media España. No
es para tomárselo a broma, porque esto, el turismo, es el 11% de nuestro PIB y
nuestra principal industria.
Por eso
las declaraciones que hizo ayer el Ministro de Industria, y también de Turismo,
José Manuel Soria, fueron como mínimo chocantes. Su objetivo era fomentar
el turismo nacional, en consonancia con una campaña que se puede ver estos días
en TVE para conocer el país y sus virtudes, ante la que no tengo nada que
objetar. Sin embargo la argumentación del Ministro derivó hacia la publicidad
negativa de otros destinos que no fueran España, calificando como recónditos
los destinos extranjeros a los que acuden muchos turistas españoles, en los que
se pueden encontrar, literalmente, “mosquitos, temperaturas que sobrepasan los
35 y 40 grados y una temperatura del mar que no es la que se puede encontrar en
España". Oyendo estas palabras desde una localidad perdida en el interior
de España en un 15 de agosto caluroso, en el que las típicas moscas veraniegas
revolotean insistentemente alrededor de la mesa puesta para comer lo mínimo que
le puede entrar a uno es la risa floja. Pero más allá de los chistes y
comentarios divertidos, el error que cometió Soria es de doble. Por un lado no
puedes tratar de condicionar el comportamiento turístico de la población
española a base de denigrar o vilipendiar los destinos en el extranjero, porque
allí, como aquí y en todas partes, hay zonas maravillosas, zonas cutres y
lugares que no destacan ni para lo bueno ni para lo malo. Si quieres fomentar
el turismo nacional debes hacerlo como la campaña de la tele, es decir,
mostrando lo bueno y valioso que poseemos, y ya está, y que luego el ciudadano
haga lo que quiera. La idea de recurrir al tópico de que “como en casa en
ninguna parte” puede estar bien para la hora del café y las copas, pero no me
parece muy lógica como estrategia comercial seria y emanada de un gobierno. El
otro error, más de fondo, es que es impropio de un país que recibe decenas de
millones de personas del resto del mundo, creo que estamos en torno a los 55
millones de turistas al año, que se dedique a criticar que la gente de tu país
se vaya al extranjero cuando vivimos de extranjeros que no hacen turismo en sus
países, sino que se vienen al nuestro. Imaginemos que el responsable de turismo
de Alemania o Inglaterra hace unas declaraciones similares, fomentando las
excursiones patrias por el Rhin o la campiña inglesa, frente a las cálidas y
sofocantes aguas del Mediterráneo español. ¿Qué nos parecería? ¿Cuánto tiempo
tardaríamos en ver titulares de prensa quejosos y contertulios con las venas a
punto de reventar tachando a esos cargos públicos extranjeros de enemigos,
antipatriotas o de que sólo buscan el empobrecimiento de España? Aprovechando
la crisis y la guerra europea, no tardaríamos mucho en sacudir a Merkel y a los
teutones dado su comportamiento, y el tópico falaz y simplón reinaría en
nuestros comentarios. Y si es cierto que, de darse declaraciones así, serían
injustas, las que hizo el Ministro Soria tampoco son correctas.
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