Pese a que hoy las noticias económicas van a ser lo
determinante de la jornada, con la subasta de deuda española, la visita de
Mario Monti a Moncloa y la actuación estelar de Draghi y la duda sobre qué hará
el BCE, a quién decepcionará y cuánto durará su nueva magia financiera, quiero
centrarme un instante sobre lo que está pasando en Siria. La verdad es que,
así, resumidamente, nadie sabe lo que allí está sucediendo, porque la guerra es
total y las pocas noticias que llegan no son otra cosa que zafia propaganda
emitida por dos bandos que, lamentablemente y como suele ser habitual, empiezan
a diferenciarse poco en sus tácticas de combate.
No se si vieron ustedes ayer el
vídeo que unos rebeldes sirios han colgado en youtube en el que ejecutan a
cuatro miembros de lo que se supone son las fuerzas del régimen sirio a las
que combaten en las calles de Alepo. La calidad de la imagen es mala y el
temblor de la misma no cesa, pero se entiende perfectamente lo que estamos
presenciando, y pese a ser horripilante, sabemos que no es una película, que es
cierto y que no va a parar: La escena acaba con la visión de una montaña de
cuerpos destrozados, ensangrentados, en la que al menos para mi es imposible
determinar de cuántas personas estamos hablando, pero no son pocas. Escenas
como estas me temo que son de lo más habitual en estos días en Alepo, al
principal ciudad financiera e industrial de Siria, que se encuentra sometida a
bombardeos por parte del régimen para recuperar su control sobre ella y
arrebatárselo a los insurgentes, que parecen haberse hecho con el poder en las
calles desde hace algunos días. Sita muy al norte, y cerca de la frontera con
Turquía, Alepo puede ejercer el papel para los rebeldes que jugó Bengasi en el
levantamiento libio contra Gadafi. Su cabeza de playa, su fuerte, su lugar de
reposo, aprovisionamiento y organización, su capital. La cercanía a la frontera
turca le sería muy útil para el contrabando de armamento por parte de aquellos
países que ahora mismo, y de manera encubierta, a poyan a los rebeldes sirios.
Principalmente este es el caso de Arabia Saudí y Qatar, islámicos de creencia
suní, que ven con plena satisfacción la caída de un régimen como el de Bashar
al Asad, alauita y chií, que sólo es bien visto en la zona por su poderoso
amigo Irán. Así nuevamente tenemos un enfrentamiento entre sunitas y chiítas
que, en este caso, se da en las calles de Alepo, como antes se dio en Bagdad o
Basora. Junto a los sunitas aparecen siempre unos aliados indeseados, que son
las milicias de combatientes de Al Queda, en sus más diversas y variopintas
ramas: Salafistas, veteranos de la guerra de Irak, voluntarios llamados al
combate (alguno desde Ceuta, ojo) buscadores de fortuna o devotos fanáticos del
califato universal. Todos ellos se han unido a la causa que trata de derribar
el poder de Damasco, sin que se tenga muy claro cual es el objetivo una vez
conseguido eso, y a medida que vídeos e imágenes como las que he mencionado se
cuelan entre nuestras pantallas la sensación de que Siria se encamina a un pozo
negro de inestabilidad se acrecienta. Siendo cínicos, la dictadura de los Asad
ha sido consentida por todos (sí, sí, también por nosotros) porque ha gobernado
con mano de hierro una zona muy inestable y peligrosa del planeta y la ha
mantenido bajo control. A medida que damasco se debilita la zona se
descontrola, y eso a occidente el da, nos da, pánico.
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