jueves, agosto 02, 2012

La ira desatada en Siria


Pese a que hoy las noticias económicas van a ser lo determinante de la jornada, con la subasta de deuda española, la visita de Mario Monti a Moncloa y la actuación estelar de Draghi y la duda sobre qué hará el BCE, a quién decepcionará y cuánto durará su nueva magia financiera, quiero centrarme un instante sobre lo que está pasando en Siria. La verdad es que, así, resumidamente, nadie sabe lo que allí está sucediendo, porque la guerra es total y las pocas noticias que llegan no son otra cosa que zafia propaganda emitida por dos bandos que, lamentablemente y como suele ser habitual, empiezan a diferenciarse poco en sus tácticas de combate.

No se si vieron ustedes ayer el vídeo que unos rebeldes sirios han colgado en youtube en el que ejecutan a cuatro miembros de lo que se supone son las fuerzas del régimen sirio a las que combaten en las calles de Alepo. La calidad de la imagen es mala y el temblor de la misma no cesa, pero se entiende perfectamente lo que estamos presenciando, y pese a ser horripilante, sabemos que no es una película, que es cierto y que no va a parar: La escena acaba con la visión de una montaña de cuerpos destrozados, ensangrentados, en la que al menos para mi es imposible determinar de cuántas personas estamos hablando, pero no son pocas. Escenas como estas me temo que son de lo más habitual en estos días en Alepo, al principal ciudad financiera e industrial de Siria, que se encuentra sometida a bombardeos por parte del régimen para recuperar su control sobre ella y arrebatárselo a los insurgentes, que parecen haberse hecho con el poder en las calles desde hace algunos días. Sita muy al norte, y cerca de la frontera con Turquía, Alepo puede ejercer el papel para los rebeldes que jugó Bengasi en el levantamiento libio contra Gadafi. Su cabeza de playa, su fuerte, su lugar de reposo, aprovisionamiento y organización, su capital. La cercanía a la frontera turca le sería muy útil para el contrabando de armamento por parte de aquellos países que ahora mismo, y de manera encubierta, a poyan a los rebeldes sirios. Principalmente este es el caso de Arabia Saudí y Qatar, islámicos de creencia suní, que ven con plena satisfacción la caída de un régimen como el de Bashar al Asad, alauita y chií, que sólo es bien visto en la zona por su poderoso amigo Irán. Así nuevamente tenemos un enfrentamiento entre sunitas y chiítas que, en este caso, se da en las calles de Alepo, como antes se dio en Bagdad o Basora. Junto a los sunitas aparecen siempre unos aliados indeseados, que son las milicias de combatientes de Al Queda, en sus más diversas y variopintas ramas: Salafistas, veteranos de la guerra de Irak, voluntarios llamados al combate (alguno desde Ceuta, ojo) buscadores de fortuna o devotos fanáticos del califato universal. Todos ellos se han unido a la causa que trata de derribar el poder de Damasco, sin que se tenga muy claro cual es el objetivo una vez conseguido eso, y a medida que vídeos e imágenes como las que he mencionado se cuelan entre nuestras pantallas la sensación de que Siria se encamina a un pozo negro de inestabilidad se acrecienta. Siendo cínicos, la dictadura de los Asad ha sido consentida por todos (sí, sí, también por nosotros) porque ha gobernado con mano de hierro una zona muy inestable y peligrosa del planeta y la ha mantenido bajo control. A medida que damasco se debilita la zona se descontrola, y eso a occidente el da, nos da, pánico.

De producirse finalmente, la caída de Alepo sería un golpe muy duro, no se si definitivo, pero desde luego decisivo, en el camino del derrumbe del régimen de Al Asad, y le pondría a él y su entorno mucho más cerca de un final tipo Gadafi de lo que ahora se encuentra. Pasarán varios días hasta que la sangre deje de correr por las calles y el recuento de cadáveres indique que bando ha ganado la guerra, pero de momento, a 2 de agosto, lo único cierto es que el polvo, al barbarie y el dolor son los únicos que ganan en esa pobre ciudad y, por extensión, todo el país.

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