Llevamos mucho tiempo reclamando caras y formas nuevas en la
política, que la rescaten de la sima de corrupción y descrédito en la que se ha
instalado desde ya hace demasiados años. Pedimos honradez, decencia, buen
ejemplo, talante conciliador, altura de miras, personas que sacrifiquen sus
intereses personales en aras del bien común, que su comportamiento sea un
referente ético y moral para los demás, que sean profesionales y se esfuercen…
¿y cuál es la respuesta que surge de esa efervescencia popular? Mario Conde.
Increíble.
Desde hace meses se especulaba con la posibilidad de que
Conde diera el salto de la tertulia de los gatos a la política, y
parece que eso se va a producir finalmente a la vuelta de este caluroso verano.
Desde su papel de tertuliano de guardia de la cadena, Conde llevaba meses
predicando sus soluciones, que en el fono no eran sino el manual del eterno
tertuliano, que todo lo sabe sobre todo, y broncas adiestro y siniestro sobre
la incompetencia generalizada. Ahora se anima a lanzarse al ruedo político, empezando
a demostrar desde sus primeras entrevistas que no conoce muy bien cómo funciona
el sistema electoral español, porque aquí nadie se presenta a presidente
del gobierno, sino que es elegido como tal por la cámara, siendo el agraciado
normalmente el líder del partido que encabeza la circunscripción de Madrid, y
que sólo es votado directamente por los electores de esta comunidad (esto no es
un sistema presidencialista, aunque lo parezca y a algunos les gustara): En su
honor hay que señalar que ha escogido el camino correcto para cambiar las
cosas, si es que eso es lo que quiere, organizando un partido político y
presentándose a las elecciones, arriesgándose al juicio crítico del votante,
que puede ser muy favorable, muy cruel o tan indiferente como voluble. Frente a
él los del 15M siguen sumidos en un desconcierto organizativo que ha acabado por
diluir el movimiento en el aire como si fuera calor agosteño. De ahí en
adelante el candidato Conde no me seduce, y proclamo desde ya que mi voto no
será para él ni para su partido (bueno, como sigo empadronado en Elorrio no
podría serlo en ningún caso). Es cierto que Conde es una persona lista, muy
lista, y que sin duda sabe mucho de economía, política y derecho, pero no lo es
menos que es un personaje turbio, y que su pasado condiciona completamente lo
que uno pueda esperar de su gestión como gobernante. No se si habrá aprendido
de él, pero su labro al frente de Banesto se saldó con un fracaso económico y
financiero que dejó a España en un pasmo y con un agujero inmenso, aunque
comparado a posteriori con las estafas de Bankia y similar Banesto parece un
mero cachivache de feria. La intervención del banco, descapitalizado, arruinado
y desfondado para sostener la carrera de quien entonces era el personaje más
admirado, envidiado y temido de España hundió su prestigio y lo llevó a la
cárcel, en lo que puede haber sido su experiencia más dura pero,
paradójicamente, la que más le haya podido enseñar cómo funciona realmente el
mundo. Siempre ha denunciado que la intervención se debió a motivos políticos,
que le tenían miedo y que era un personaje a derruir para evitar que hiciera
sombra a los poderes establecidos, y no negaré que muchos de esos intereses que
él denuncia vieron su caída como una bendición, pero lo cierto es que Banesto
estaba en quiebra. Que luego algunos se beneficiaran mucho con su caída, en todos
los órdenes imaginables, es otra cosa.
Así, Conde es un personaje que si se empeña puede hacerse un
hueco en el panorama político nacional, y en un debate cuerpo a cuerpo pondría
en serios aprietos a políticos tradicionales del PP y PSOE, muchos de los
cuales no son capaces de argumentar si no leen lo que les han escrito, y desde
la tribuna del Congreso daría tardes memorables, pero me parece un sinsentido
que su figura sea la respuesta de la sociedad española a la crisis económica,
moral, social y política que padecemos. Hay personas mucho más valiosas en el
plano ético y profesional que podrían cumplir ese papel. ¿Por qué no lo hacen y
lo intentan? Debiéramos reflexionar porqué desde hace ya muchos años los
mejores huyen de la política.
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