A estas horas de la mañana de
Viernes, amaneciendo sobre España y con el sol ya luciendo en la
tradicionalmente gris Bruselas, sigue el desacuerdo entre los jefes de estado y
de gobierno que acuden al Consejo Europeo encargado de aprobar las llamadas perspectivas
financieras, que es la pomposa manera de denominar a la senda presupuestaria de
gasto que va a regir las políticas de la Unión en el periodo 2014 -2020. Tras
el esperable fracaso de Noviembre, esta cita es mucho más importante y, de no
lograrse un acuerdo, grave. Esta vez es necesario que los políticos vuelvan a
casa con algo.
Y va a ser difícil, muy difícil,
porque en esta negociación se está repitiendo nuevamente el esquema que ya ha
polarizado todo el debate de la UE en estos últimos años, y que se basa en la
existencia de dos bloques de países antagónicos. Por un lado los austeros del
norte, que pagan la fiesta, encabezados políticamente por Alemania, y cuyos
principales portavoces son Holanda, Dinamarca, Finlancia y Suecia, que reclaman
una mayor austeridad presupuestaria y una reducción de los fondos comunes por
la vía del ahorro. A este grupo se les ha unido el Reino Unido, encantado de
todo lo que suponga reporte de gasto, porque es sinónimo de recorte de
políticas comunes. Frente a ellos se encuentran los países más beneficiados por
las políticas de cohesión de la UE, lo que incluye a los rescatados del sur y a
gran parte de los países del este que se unieron al club en 2004. Políticamente
este grupo está encabezado por Francia, el gran beneficiado de las políticas
agrarias comunes, y sus socios más vociferantes son Italia, Polonia y España,
aunque es cierto que la etiqueta de “rescatados” ha hecho que España y el resto
de países del sur en esa misma posición hayan perdido mucho peso político en la
negociación. Además pudiera parecer que estos dos frentes están muy unidos
entre sí, pero esa sensación no es muy real. De hecho, en el grupo de los
países peticionarios hay profundas divisiones y rencillas, y es que si, por
ejemplo, España pierde fondos de cohesión es probable que otro país los gane,
manteniéndose el presupuesto de la partida de fondos inalterable desde la
perspectiva conjunta, por lo que en las negociaciones previas a estas cumbres,
que llevan desarrollándose desde hace años, ha habido luchas encarnizadas entre
“pobres” que se disputan las migajas unos a otros a sabiendas de que poco será
el pan que caiga de la mesa. La necesidad de alcanzar un acuerdo hoy es, sobre
todo, política. ¿Se puede vivir en la UE sin acuerdo? Sí, prorrogando año a año
el techo de gasto establecido en 2013 y tirando para adelante, pero eso
impediría establecer políticas plurianuales de gasto, establecidas mediante
decisión legal comunitaria vinculante, y daría la sensación de que la Unión
sería de todo menos algo unido. Aunque ese techo de gasto de 2013 es más
elevado que la media de las propuestas presentadas por la Comisión para el
periodo nuevo, sería muy engañoso tratar de recurrir a esa argucia por parte de
los países pobres de cara a forzar la ruptura de las negociaciones. Para el
caso concreto de España me temo que, si lo hay, sea un mal resultado el que hoy
se pueda lograr. Con la imagen del país por los suelos, un gobierno tocado por
los escándalos de corrupción, una economía lastrada por la depresión y unas
finanzas públicas que siguen teniendo el rescate como temor en el horizonte la
posición negociadora es muy enclenque, y salvo que Italia y Francia se nos unan
plenamente la duda hoy será cuanto perderemos de lo que ya tenemos, si bastante
o mucho.
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