¿Qué es un hecho histórico? Si
hacemos caso a los seguidores del deporte, histórico es el resultado de un
partido de esos “del siglo” que se produce más o menos cada dos semanas. Para los
cronistas políticos histórico es el resultado de cada elección, transcurra entre
ellas cuatro años o cuatro meses, y así podríamos encontrar numerosos ejemplos
de cómo hemos degradado este adjetivo hasta dejarlo vacío de contenido y
significado. Cuando todo es histórico ya nada lo es, y ese es el riesgo de
vivir tan pegados al día a día como lo hacemos, carentes por completo de
perspectiva.
Por ello, ¿cómo se puede
calificar el hecho de que un Papa renuncie al pontificado, cosa que sucedió por
última vez con Gregorio XII en 1415? Si esto es histórico, que lo es, todo lo
anterior es trivial y mundano, que lo es. La
noticia de la dimisión, renuncia o abandono de Ratzinger del trono del Vaticano
conocida ayer fue una bomba, una sorpresa total, algo que nadie tenía
previsto, la perfecta definición de ese evento que desde su definición en el
libro de Nasim Taleb se denomina “cisne negro”, un evento altamente improbable
no previsto en absoluto y de potencialmente grandes consecuencias. El cisne
negro ayer iba vestido de blanco y conmocionó al mundo. ¿Por qué renuncia Ratzinger?
En su alocución en latín, justifica el abandono por no encontrarse con las
fuerzas necesarias para continuar su labor. Frente al sacrificio vital que ofreció
Juan Pablo II hasta su muerte, Benedicto XVI opta por una postura racional de
servicio y de renuncia cuando ese servicio no puede ser ofrecido con garantías.
Es coherente, pero creo que incompleto. Creo que Ratzinger se va físicamente
tocado, pero moralmente hundido. Ya hace un año, cuando estalló el escándalo
del Vatileaks, el robo de documentación y las conspiraciones infinitas que
acechaban el papado, muchos escribimos que nos daba la sensación de que el Papa
era más un rehén de la curia que su dirigente. Desde el principio de su mandato
he tenido la percepción de que Ratzinger no estaba a gusto vistiendo la mitra
papal, y que a mediad que pasaban los años esa sensación era creciente. Él, un
hombre reflexivo e intelectual, se encontraba de pronto en medio de la batalla
de poder que se vive desde hace cientos de años en los pasillos de un Vaticano que,
si fue iglesia en el pasado, hace mucho que lo ha olvidado. De entre los graves
problemas que Ratzinger ha tratado de afrontar estos años de papado ha habido
dos que han mostrado claramente hasta qué punto su mandato menguaba de poder
día a día. Uno es el de los escándalos de pederastia, asunto vidrioso y que durante
años fue tratado a escondidas con ánimo de ocultarlo y evitar
responsabilidades. Benedicto XVI adoptó una postura valiente, tratando de
permitir que los tribunales civiles fueran competentes, como deben serlo, a la
hora de juzgar estos casos de abuso, pero se encontró con grandes grupos de
poder interno, empezando por los legionarios de cristo, cuyo fundador Marcial
Maciel fue acusado ya en vida de graves delitos sexuales, que a su fallecimiento
se confirmaron y quedaron pequeños ante el rosario de pecados que se le
atribuyeron. El otro gran problema, menos conocido para la opinión pública,
pero a mi entender fuente de todos los males internos del estado vaticano, es la
gestión del instituto para las obras de la religión, el banco vaticano, una
entidad opaca, oscura y que se encuentra envuelta en todo tipo de acusaciones
de fraude, blanqueo de capitales y ocultamiento de patrimonios. En
los momentos del Vatileaks pasó desapercibida la dimisión del responsable de la
entidad, y su miedo a ser eliminado ante lo que en el banco se escondía y
él había visto. En este aspecto Benedicto XVI no ha hecho nada, o no le han
dejado.
¿Han sido estos casos, y la sensación
de estar rodeado por una camarilla que lo controla e impide actuar, lo que ha
llevado a Ratzinger a la renuncia? Es difícil decirlo, pero yo soy de la
opinión de que han sido la causa principal de la decisión tomada ayer. Creo que
Ratzinger, un hombre bueno, ya no soportaba la situación en la que se
encontraba, no podría seguir un día más viviendo en la disyuntiva entre lo que
predicaba y lo que veía, y ha optado por la renuncia, el abandono y el
ostracismo. Hace falta mucho valor para hacer lo que ha hecho, sea cual sea la
causa última. Y desde luego, si hasta el Domingo hizo historia, ayer la
escribió con una H mayúscula como no se veía desde hace seis siglos.
2 comentarios:
Lo que yo comentaba... se va antes de que le envenenen... a la paz monacal, a leer y escribir ¡¡ qué gusto ¡¡
Es que la gestión de un gran proyecto puede ser tan extenuante... Gracias
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