Para rematar una semana pródiga
en acontecimientos celestiales, rayos sobre el Vaticano incluidos, esta noche
tenemos nos visita a los terrícolas un asteroide, llamado
oficialmente 2012 DA14, que pasará muy cerca de nosotros, menos de 30.000
kilómetros de distancia de la superficie, y que ofrecerá un espectáculo visual
interesante para aquellos que puedan presenciarlo, dado que su trayectoria de
aproximación hará que el continente norteamericano y parte de África no puedan
observarlo de ninguna manera.
Pese a que pueda parecer algo
extraño, todos los días la Tierra sufre el impacto de objetos provenientes del
espacio exterior. En su inmensa mayoría se trata de polvo dispersado pro
cometas, bolas de hielo sucio que al aproximarse al sol se evaporan en parte y generan
colas de material. Ese polvo al penetrar en la atmósfera su vuelve incandescente
y se volatiliza, siendo para nosotros una estrella fugaz en la noche, fenómeno
que es difícil que no se produzca todos los días, más allá de los picos
tradicionales de San Lorenzo o fechas similares. Otra cosa es la aproximación
de objetos de dimensiones considerables y, por tanto, potencialmente
peligrosos. Se estima que todo elemento de tamaño superior a los diez metros de
diámetro lograría atravesar la atmósfera e impactar sobre el planeta, generando
consecuencias más o menos intensas en función del tamaño con el que llegue a la
superficie y su velocidad de colisión. Para evitar riesgos existe una red
internacional de vigilancia de objetos que trata de catalogar todo lo que pueda
ser peligroso y se mueva por ahí arriba. Su
nombre en inglés es Near Earth Object Program, Programa de objetos cercanos a
la tierra, y esta es su web principal. Cuanto mayor es el tamaño del
asteroide más peligroso es, pero también es más fácil de detectar y de calcular
su trayectoria que, en todo caso, al ser objetos muy pequeños en relación a los
planetas y el sol, puede sufrir alteraciones difíciles de estimar. Esta red
está formada por multitud de observatorios en todo el mundo, algunos muy
sofisticados, otros aficionados, que escudriñan el cielo sin parar buscando
posibles candidatos de riesgo. Impactos sobre la tierra de objetos de tamaño
superior al kilómetro tendrían consecuencias globales, tanto en lo que hace al
área destruida como a los efectos climáticos, y a partir de 6 o 7 kilómetros un
asteroide sería lo suficientemente grande como para acabar con la vida sobre la
tierra tal y como la conocemos. Estos son los objetos preferidos por los
guionistas de las películas, los que ponen a todo el mundo en peligro y
demandan la presencia de héroes que vengan a salvarnos. La realidad es bastante
más prosaica, dado que existen algunos planes conceptuales de cómo podríamos
desviar la trayectoria de un objeto de esas dimensiones en caso de un impacto
estimado sobre la Tierra, pero de momento son sólo ideas, algunas consistentes,
otras peregrinas, la mayor parte de ellas teóricas, que esperemos no haya que
llevar nunca a la práctica, tanto por el riesgo que implicaría esa situación
como por el coste de una misión así y la inestabilidad social que se generaría
en caso de que el riesgo para la humanidad fuese plausible. En las estimaciones
que existen para las próximas décadas no se prevé ningún impacto significativo,
y aunque hace algunos años Apofis fue catalogado como potencialmente peligroso,
nuevos cálculos de su trayectoria alejan el riesgo de que finalmente impacte
sobre nosotros. De todas maneras el trabajo de NEOP es decisivo, y los recortes
presupuestarios también le afectan, lo que aumenta un poco más nuestro riesgo.
Ellos son nuestros vigilantes del muro..
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