jueves, febrero 21, 2013

El mal estado de la nación


En una fecha poco habitual, alejada del inicio del verano al que se asocia, pero metafóricamente dentro del invierno meteorológico y social que vivimos de una cruda manera, ayer tuvo lugar la primera sesión del debate sobre el estado de la nación, el más sustancioso del año, que no el más importante, pero sí el que más expectación mediática levanta, porque en él se dan los duelos más largos e intensos entre el presidente del gobierno, el líder de la oposición y el resto de grupos parlamentarios. Tras varios años en la oposición, ha sido el primero para Rajoy como presidente y el primero para Rubalcaba como oponente.

¿Y quién ha ganado? Si normalmente esta pregunta ofrece una respuesta de poco valor, en la situación actual aún se encuentra más devaluada, pero no rehuiré de la cuestión. Creo que al salir del Congreso Rajoy lo hizo mejor que cuando entró y Rubalcaba peor, y curiosamente hubiera esperado un resultado distinto si me hubieran preguntado por la mañana. Asediado por la corrupción internas, con una economía en estado comatoso que no responde y un país angustiado, Rajoy subía a la tribuna en uno de los peores momentos imaginables. Y pese a ello fue capaz de lanzar un discurso articulado, complejo, con propuestas (que veremos a ver en que se quedan) y dando la sensación de no verse derrotado. En su intervención de la tarde Rubalcaba estuvo duro y mordaz, pero se deslizó demasiado por el lado de la demagogia, y en todo momento gravitaba sobre su discurso la pregunta de por qué no hizo nada de lo que decía que quería hacer cuando estuvo en el gobierno, hace apenas un año. Si a eso le sumamos la puñalada trapera y cruel que el lanzó el líder del PSC catalán Pera Navarro, sobre la necesidad de la abdicación del Rey, restándole protagonismo y mostrando descarnadamente las heridas que siguen abiertas en el seno de la familia socialista, su posición era más débil de lo necesario para afrontar el debate. De hecho el gran problema que evidenció ayer el debate entre los dos grandes líderes es que la falta de credibilidad de ambos es inmensa, y sus propuestas y denuncias por ello son débiles, vacías y llenas de humo. Rajoy propuso un pacto contra la corrupción y el endurecimiento de la legislación al respecto, lo que me parece muy bien, pero el PP es incapaz de explicar nada de lo relacionado con Bárcenas sin que parezca que el portavoz de turno se la esté pillando con la bragueta de mientras habla. Rubalcaba pide una reforma de la ley hipotecaria para acabar con los desahucios y la reforma de la constitución, pero en sus últimos ocho años de gobierno no hizo nada para evitar las prácticas dolosas de los bancos y si preguntas a cuatro miembros de la ejecutiva del PSOE te darán, al menos, cinco modelos distintos de estado federal plurinacional asimétrico descoordinado. Y así es imposible que la ciudadanía pueda confiar en los mensajes y propuestas que ayer se lanzaron desde el hemiciclo al país. Si no nos fiamos de nuestros líderes y no creemos en su palabra, cómo esperar que actuemos ante sus mensajes y proclamas? La crisis de la política española se escenificó ayer en toda su crudeza, y pese a que el tono del debate fue más elevado y menso bronco de lo que esperaba, lo que me alivia en parte, creo que pocos frutos podremos extraer de la sesión de ayer. Ojalá se alcance algún tipo de pacto anticorrupción pero sería un magro resultado antes los problemas acuciantes que vivimos.

El resto de intervinientes de la jornada mostraron perfiles y discursos esperados. Duran y Lleida certificó su ruina político mejor valorado con un discurso de apoyo a los emprendedores marca de la casa trufado de reivindicaciones soberanistas, los portavoces de la izquierda plural fueron muy críticos y duros, y uno de ellos, Coscubiela, se mostró muy insolidario con el resto al tratar de ocupar el mayor tiempo posible, dando lugar a una escena muy divertida con el Presidente de la Cámara, Jesús Posada, y Rosa Diéz, a eso de las 22 horas y con muchísimos escaños vacíos, hizo el discurso más rupturista, honesto, realmente crítico y sentido de la jornada. Seguro que no le vio casi nadie.

No hay comentarios: