lunes, febrero 11, 2013

Madrid y la nieve


Este está siendo un invierno “como los de antes”, expresión muy querida por muchos para dar a entender que es de verdad, de frío y nieve. En el norte las precipitaciones están provocando inundaciones día sí y día también en multitud de comarcas, y los espesores de nieve alcanzados en Pirineos, sistema cantábrico, ibérico o central son muy destacables. Pero lo de los Pirineos es exagerado, se han llegado a acumular más de cinco metros de nieve en algunas cotas, y no en las cumbres, dejando paisajes sepultados y localidades como Canfranc reducidas a formas onduladas bajo montañas de nieve.

¿Y en Madrid? Bueno, de momento nada. La relación de Madrid con la nieve es de amor odio, como la de todas las grandes ciudades, que ansían verse cubiertas por el manto blanco para limpiarse y ofrecer una cara muy distinta a la habitual, pero temen el caos que los copos pueden producir en sus calles y carreteras, y que la nieve, como colesterol del malo, colapse sus vías y les aboque al desastre absoluto. Hoy vuelve a ser un día de aviso de nieve en la capital, de elevado riesgo de que caigan copos del cielo y de escasas posibilidades de que acaben cuajando. Ya llevamos un par de días similares en los que, finalmente, la nieve no ha aparecido. Hace un par de semanas cayeron copos durante unos diez minutos, no más allá, y me hice ilusiones de que esta vez sí, pero finalmente tampoco, los copos se diluyeron y convirtieron en aburrida y común agua, y el suelo, en el que no habían logrado cuajar, se empapó aún más. Y yo desde la ventana de mi oficina contemplaba como el amago de nieve se había quedado en nada. Profeta de modelos meteorológicos, avisador a todos del riesgo de nevada, a medida que los copos se fundían mi prestigio se disolvía con ellos, y la esperanza débil que anidaba entre mis compañeros de trabajo de nevada se transformó en risas hacia mi predicción e incredulidad generalizada. Y es que así es la nieve en Madrid. Amenaza, amaga, asoma la patita, pero cuando piensas que sí, te dice que no, se esconde y te deja con el deseo en los labios, goteando. Puede que hoy se repita la misma situación. Los modelos señalan riesgo de nevada en cotas bajas en el centro de la península, ahí estamos, y ahora mismo en el cielo de la ciudad luce unas amenazadoras nubes que, si se empeñan, pueden lograr hacer realidad el sueño de una nevada madrugadora. Supongo que ante la previsión todo el mundo habrá sacado su coche, chubasqueros y botas gordas, por lo que es muy probable que, incluso si no cae nada de nada, el atasco que se organice hoy sea de los gordos, con miles de conductores atrapados en sus calentitos coches esperando a ver los copos que tanto han anunciado. Si llegan y caen la gente al menos pensará que el atasco ha tenido sentido, pero como no precipite hoy será un nuevo día en el que poner a parir a los de “el tiempo”, por su alarmismo infundado, por la previsión que no se ha cumplido, por las botas que he traído, que no son cómodas salvo que haya copos por el suelo, etc, y de paso pillar por banda a todo aficionado a la meteorología y aprovechar el fallo de la predicción para meterse con él y reírse un poco ante su credulidad, sus ganas de fiarse de los modelos, y su esperanza de ver la blanca nieve sobre la gris Madrid.

Yo, hombre de fe en la meteorología, no pierdo la esperanza, y confío en que alguna de estas nubes nos de una grata sorpresa, y que dado que se va a organizar un caos de tráfico de todas todas, que al menos sea con causa. Quizás a media mañana, o por la tarde, se anima el cielo y empieza a soltar copos que, esta vez, no se acobardan y se juntan con otros muchos, y logran cubrir el suelo de la ciudad de un tenue pero continuo manto blanco. Quizás cuando los niños salgan del colegio se encuentren con una alfombrita blanca a la puerta del recinto, en el camino a casa, en su portal…. no pierdo la esperanza de que acabe nevando en Madrid.

1 comentario:

peich dijo...

Lo de la alfombrita blanca es poético total...