lunes, febrero 04, 2013

La incomunicación de Rajoy


El sábado pudimos ver a Mariano Rajoy compareciendo ante los miembros de su partido, primer error, a través de una señal televisiva en abierto a todo el mundo, segundo y garrafal error. En ese acto Rajoy juró que no ha recibido nunca dinero negro, y hasta tres veces dijo que todo es falso, y que se demostrará. ¿Le cree usted o no? El discurso fue bueno, consistente y firme, pero apela a la fe del escuchante para que éste emita un veredicto, se debe creer en lo que se afirma, porque no hay pruebas que los avalen. ¿Es usted creyente o no? ¿o se declara agnóstico?

En lo que quiero fijarme hoy, dados los múltiples análisis que se han hecho desde entonces, es en las formas, impresentables desde todo punto de vista y que me hacen pensar que, si existe algún encargado de comunicación en Moncloa debe estar contratado por el ala más dura del PSOE, porque sino es totalmente incomprensible. Habitualmente la estrategia de comunicación del PP ha sido bastante mala, pero nunca habíamos llegado a los extremos a los que el marianismo ha osado alcanzar. Ausencia total de la figura del presidente cuando es requerida, escapismo, ruedas de prensa sin preguntas y sin respuestas, notas de prensa contradictorias, etc, y sobre todo, la ocultación del personaje, la pura ausencia de Rajoy de la escena pública, salvo en actos controlados, protocolarios, de discurso cerrado, aclamativo y sin riesgo. Ya en la legislatura pasada con ZP, tuvimos un episodio desastroso de comunicación que mostraba tanto la incompetencia en esa materia como la cobardía del presidente, que fue su ausencia durante varios días tras el atentado de la T4 de Barajas, con dos muertos, que sepultó la tregua de ETA bajo sus escombros y acalló al presidente durante jornadas que se hicieron interminables. Ahí se acabó ZP para muchos. Pues bien, ante el caso Bárcenas Rajoy ha adoptado la misma evasiva y cobarde respuesta. Escapismo puro y duro, y a la hora de dar unas palabras, hacerlo en el formato más retorcido posible. La imagen de la sala de prensa del PP, en la que un televisor retrasmitía la señal de la sala de reuniones y los periodistas grababan al monitor era de antología, o más bien de vergüenza. Por ello es lógico que hayan proliferado chistes, viñetas y chascarrillos ácidos al respecto. Supongo que en el ánimo de los responsables de comunicación de Moncloa (por cierto, que cobren dado el mal trabajo que hacen tiene su mérito) estará el tratar de no sobreexponer al presidente y no situarle en una posición incómoda, por ejemplo, una rueda de prensa en la que se muestre vacilante y sin rumbo. Loable objetivo del subordinado respecto al jefe, pero lo que es obvio es que en momentos de crisis es cuando el liderazgo, o su ausencia, se demuestran, y uno puede responder de mejor o peor manera, pero lo que nunca, repito, nunca, debe hacer es huir. Huir, esconderse, ocultarse tras otros, es un mensaje en sí mismo, es una señal de debilidad, es el clásico intento de sacrificar peones y ganar tiempo a la espera de que surjan noticias que calmen el ambiente, y eso es un error. En las crisis el liderazgo se hace presente, acierte o no, pero no huye. Asume responsabilidades, y la ciudadanía, al verlo, se siente representada por aquel a quien ha elegido. En esto los norteamericanos nos llevan milenios luz de distancia, pero no es necesario hacerlo tan bien como ellos, me conformo con que no se cometan errores de bulto como el del Sábado, que generan unas escenas ridículas, inasumibles tanto desde el plano político como desde el periodístico, que deslavazan la idea de democracia como lugar de debate, y que, paradojas de la vida, al que más perjudican es al que teóricamente se pretendía preservar, al propio Rajoy.

Como daño colateral, hoy mariano visita a Angela I de Alemania y España y no podrá evitar comparecer en rueda de prensa junto a ella en cuerpo presente y vivo, así que algunas de las preguntas que logró que no se le hicieran en Madrid se las harán en Berlín delante de la que decide nuestro futuro, en un espectáculo que promete ser tan interesante como ridículo. Mi consejo, despidan a todos los que trabajen en comunicación en Moncloa, sin indemnización alguna por su manifiesta incompetencia, y contraten a unos nuevos, a quien sea. Es imposible hacerlo peor.

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