Ayer,
con un resultado que no deja de ser una relativa sorpresa, el parlamento
británico votó en contra de la intervención militar en Siria por un estrecho
margen. Esto fue debido a que los liberales, socios del gobierno de
Cameron, votaron en contra de mismo, uniendo sus votos a la oposición
laborista, y a que dentro de las propias filas conservadoras no hay entusiasmo,
sino más bien lo contrario, respecto a lo que se está organizando en torno al
ataque. Cameron, que no tiene porqué respetar el resultado de la votación, es
muy probable que acabe haciéndolo y quitándose de en medio de lo que empieza a
ser un marrón más que considerable.
Eso deja a EEU sólo ante la
disyuntiva de si atacar o no. Habría que hacer bastantes matices a esta frase,
porque sólo lo que se dice sólo EEUU lo está siempre, dado que se basta y sobra
para hacer lo que desee. Recordemos que el buscar coaliciones internacionales y
apoyo de socios a sus ataques no es sino una manera de otorgar legitimidad a la
actuación del único ejército del mundo que, hoy en día, es capaz de intervenir
en todo el planeta. Por ello la sensación de soledad es relativa, similar a la
que sufren los gobiernos con mayoría absoluta frente a un montón de pequeños
partidos opositores. Sin embargo no se puede negar que esta negativa británica
es un revés para la situación en la que se encuentra la Casa Blanca, cada vez
más encerrada en una dinámica peligrosa que le impulsa a actuar sí o sí. Ayer
surgió en la red el debate entre varios expertos, millones de veces más
cualificados que yo para opinar al respecto, sobre si finalmente EEUU se
lanzará en solitario a un ataque, de reducidas dimensiones y quirúrgicas
intenciones, o amagará y se echará para atrás. La mayor parte de los
argumentos, tanto a favor como en contra, estaban relacionados con la
legitimidad derivada del uso del armamento químico, la tardanza en hacerlo tras
dos años de guerra desatada y las potenciales peligrosas e imprevisibles
consecuencias que tendría el ataque. Todo eso es cierto, y debe ser ponderado
adecuadamente en la balanza, pero hay un argumento de peso que, a mi entender,
condiciona el que finalmente sí vaya a haber acción militar norteamericana
(David, otra vez haciendo pronósticos en los que te puedes equivocar
completamente, no aprendes…) y es la propia imagen del país y la seriedad que
puedan tener sus palabras en un futuro. Quizás, ingenuamente, Washington pensó
que la mejor manera de no meterse en el avispero sirio era poner para ello una
condición, el uso de armamento de destrucción masiva, en este caso química, por
parte del régimen, conocedora la Casa Blanca del suicidio que tirar de ese
recurso supondría para Asad. El mensaje era más o menos “que se maten cuánto y
cómo quieran, pero sin química” y allí, en ese punto, trazó Obama una línea
roja que hizo pública y explícita. Lógico, correcto y con sentido, sí, pero a
veces la vida es irracional. Nadie parece albergar dudas ya de que la semana pasada
sí tuvo lugar un ataque con armas químicas que causo cientos de muertos cerca
de Damasco, aunque los detalles son muy confusos. Uno de esos detalles, quién
llevó a cabo ese ataque, es uno de los más importantes, y es probable que no
lleguemos a saberlo. La cuestión es que, con los cadáveres muy frescos tras los
últimos estertores, la línea roja de Obama había sido franqueada del todo, y
por ello el gobierno de EEUU se enfrentaba a un complejo dilema. Actuar, en
concordancia con sus mensajes pasados, o esconderse. Por usar un concepto de
política monetaria, hacer creíbles las expectativas creadas o sorprender a los
agentes del mercado y sembrar las dudas sobre la veracidad de su discurso. Inicialmente
Obama y su equipo, con Kerry a la cabeza, se lanzaron a cumplir sus amenazas
para ser coherentes con lo anunciado en un principio. Ahora creo que ya no
tienen margen para volverse atrás.
Y es que, si se arrepienten y no atacan, ¿Cuál
será la credibilidad futura de los mensajes que salgan de la Casa Blanca? ¿Cuál
su fuerza e influencia en el mundo? Un país irrelevante como España se puede
permitir el lujo de incumplir sus compromisos, aunque siempre sea a un coste,
pero EEUU no puede quedar en ridículo amenazando con actuar, anunciando el
ataque y luego echándose para atrás. Puede que el uso de las armas químicas
haya sido un cebo orquestado por vaya usted a saber quién para atraer a EEUU y
enredarle en la guerra siria, es una hipótesis retorcida aunque muy sugerente, pero
sospecho que, una vez lanzado el órdago, Obama no puede decir que iba de farol.
De hacerlo nadie creería ya en su juego ni en sus cartas. Por eso creo que, finalmente,
EEUU atacará.