Hoy, 9 de Mayo, es el día de
Europa, festividad de la Unión que conformamos un gran grupo de países de este
viejo y torturado continente, y que permite que desde hace varias décadas no
haya guerras en su centro y sector occidental. Como pueden ver ustedes estos
días, el sector oriental es otra historia. En España la festividad de hoy
estará marcada por el
cruel accidente de tráfico sucedido ayer en Extremadura, que se ha saldado con
la muerte de cinco chavales que volvían de jugar un partido de futbol sala.
Si todas las muertes carecen de sentido, más aun tratándose de jóvenes en el
principio de su vida. Horrible tragedia.
Coinciden este día de Europa
también con el inicio de la campaña electoral a las elecciones europeas, y
sospecho que es nombrar este asunto y lograr que el par de locos que siguen
leyéndome desistan y abandonen para siempre. Ya lo siento, pero me temo que estas
dos semanas tendré que hacer bastantes referencias a la campaña y las
elecciones en sí. Las europeas son unos comicios devaluados, que no son tomados
en serio por casi nadie, empezando por quienes se presentan para ganarlos, y se
saldan con una participación muy baja. En esta ocasión la duda es si llegaremos
a la mitad del censo. Espero que sí, pero temo que no. Nos da la sensación de
que no sirven para nada, que si los parlamentarios españoles son unos
aprovechados que no resuelven nuestros problemas, los europarlamentarios juegan
la liga de campeones de los aprovechados. Quizás en parte sea así, pero es
cierto que las decisiones que se toman en Europa afectan, cada vez más, a la
vida de los ciudadanos que componemos la Unión, y no hace mucha falta que les
recuerde cómo durante este par de años que llevamos de crisis de deuda la
soberanía y decisiones españolas han quedado completamente supeditadas a lo que
se decidía en Bruselas o Frankfurt, y a lo que se votaba en el parlamento
europeo. Pese a todo ello, mucha gente optará por no votar, en un gesto de
abatimiento, protesta, cabreo o simplemente desgana, y eso penalizará los
resultados de los partidos grandes y puede dar oportunidades a partidos
pequeños, fenómenos mediáticos surgidos en su mayoría de la tertulianitis
crónica de la TDT, y que se ven favorecidos por el sistema electoral de estas
elecciones, único en nuestra democracia. Sí, si quieren el argumento definitivo
para votar, estos son sus comicios. En ellos el voto de cada español cuenta lo
mismo. Viva en Elorrio, Madrid, Cartagena o Cosuenda, las listas que votaremos
en un par de semanas son las mismas para cada partido, y el que más votos
obtiene, se lleva los candidatos. No juega ni la concentración de voto ni la distribución
provincial o la de la Comunidad Autónoma. En este caso la circunscripción es única,
toda España, por lo que en este caso el voto de un pueblo de cien habitantes de
Soria cuenta lo mismo que los cien votos de una comunidad de vecinos de Barcelona.
Los que, con cierta razón, acusan de que en España tenemos un sistema demasiado
proporcional que pondera en exceso la concentración de voto, y sobrerepresenta
a las formaciones nacionalistas frente a las nacionales dispersas (caso claro
de IU y UPyD) en esta ocasión no tienen argumento. El resultado será muy “puro”
y por ello, probablemente, sorpresivo y difícilmente extrapolable a una elección
nacional, tanto por el distinto comportamiento y volumen de voto como por la
necesidad de introducir, en ese caso, el factor corrector de la concentración,
lo que destrozaría los resultados, probablemente muy buenos, que vayan a obtener
las formaciones que no sean ni PP ni PSOE.
Si pese a ello no se han convencido, trataré de
insistir a lo largo de estas semanas de ir a votar, de que todas las elecciones
son importantes, de que el voto es uno de los derechos sagrados de la democracia
que más nos ha costado conseguir y que, pese al uso abusivo que puedan hacer de
él quienes ahora con tanta amabilidad nos lo piden, encierra una enorme soberanía
el acudir a la urna y decidir a quién apoyamos. No ir, no apoyar a nadie, es
perder el derecho a la opinión, y dárselo a otros, que pueden tener unas ideas
peligrosas (ojo al resultado de los ultras en países como Francia y Reino Unido)
y obtener un poder con el que implantarlas. Aunque sea para defenderse de los
antieuropeos, vayamos a votar el 25 de Mayo.
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