Hoy se acaba la campaña electoral
de las europeas que, como muchos señalan, lo mejor que se puede decir de ella
es que termina. Sosa, soez, llena de dislates, deja como mejor poso un debate a
dos entre PP y PSOE que debiera ser visto en todas las escuelas de técnica
política para aprender lo que nunca jamás debe hacerse. Más allá de todo esto
los discursos han sido simplones y en ellos no se han tratado los grandes temas
que condicionan el futuro de Europa. La competitividad, la salida de la crisis,
el euroescepticismo, la inmigración, la demografía, el envejecimiento, la
energía, Ucrania… nada se ha dicho estos días al respecto.
Con motivo de los comicios, el
Real Instituto Elcano ha hecho una encuesta en la que los ciudadanos españoles
valoran algunos aspectos de la UE, y el resultado es bastante triste.
Desconocimiento generalizado, mayoría absoluta, entre los que no saben casi
nada de las instituciones europeas, ni de políticas como la Agraria Común, la
principal de todas ellas, y ni se dice nada sobre los Fondos Estructurales, en
lo que yo trabajo. Con estos mimbres no es extraño que la mitad de los
encuestados opinen que el cesto europeo no es importante, y con ello estas
elecciones, por lo que no hay que ser un genio para suponer que el principal
ganador de las elecciones del Domingo va a ser la abstención, en algún grado
consciente, en la mayoría de los casos fruto de la desidia y hartazgo. Es en
este marasmo de indiferencia es en el que han crecido formaciones xenófobas y ultras,
que amenazan con sacar resultados magníficos en estas, las primeras elecciones
europeas en las que el Parlamento comunitario adquiere poderes que empiezan a
convertirle en una cámara no sólo de opinión, también de decisión. Pues vamos a
llenar muchos escaños de euroescépticos, abiertamente contrarios a la UE y
grupos de ideologías ultra que recuperan discursos que muchos consideraban ya
derrotados pero que, horror, vuelven. Especialmente importantes van a ser, en
este aspecto, los resultados en Hungría, Francia y Reino Unido. Hungría, porque
las formaciones que sostienen al gobierno de Viktor Orban ya han demostrado su
carácter reaccionario y ultranacionalista a lo largo de estos últimos años de
gobierno, donde diversas reformas legales empiezan a constreñir el ejercicio de
las libertades civiles en el país. Una previsible victoria de sus huestes
reforzaría esas políticas. Con ser un caso grave, Hungría es una minucia,
seamos sinceros, frente a Francia y Reino Unido. En esos dos países las encuestas
apuntan a que los partidos ganadores sean formaciones ultras, el Frente
Nacional de la familia Le Pen al otro lado de los Pirineos y el UKIP, formación
nacionalista británica a ultranza, encabezada por Niguell Farage, en el Reino
Unido. Y recuerden, no hablamos de que queden bien en los comicios, no sino de
que ganen!!! Agrupando formaciones de este tipo algunos sondeos apuntan a que
una quinta parte del parlamento comunitario puede estar formado por
eurodiputados de corte antieuropeo, por llamarlos de una manera suave. A la
hora de la verdad es difícil que, provenientes de distintas formaciones, puedan
colaborar conjuntamente, porque sus bases ideológicas están teñidas de un
profundo y arcaico nacionalismo, valga la redundancia, que hacen ver al resto
de formaciones como rivales, y no digamos si son de naciones distintas, En todo
caso conseguirían escaño, poder y altavoz para que sus reivindicaciones,
infames, puedan ser escuchadas en todo el continente. Y no me valdrá el
argumento de que, al ser estas unas elecciones “de juguete” la victoria de
estas formaciones es un sarampión que en unos meses se va. No, sus resultados
son una fiel medida de la descomposición de la política tradicional que amenaza
la estabilidad de muchos de los países europeos, e indicador de una grave
enfermedad que no se pasará en poco tiempo.
En España, afortunadamente, no
concurren formaciones semejantes o, si lo hacen, tienen una relevancia nula. Sí
tenemos la emergencia ante estos comicios del “tertuliano indignado” que al
mando de algunas formaciones pueden lograr conseguir escaño en Bruselas. No sería
la primera vez, recordemos que Ruiz Mateos fue eurodiputado. Más allá de eso,
la alta abstención, la dispersión de voto y la pérdida de peso de las
formaciones mayoritarias, PP y PSOE, condicionará los resultados del Domingo.
Vayan todos a votar, ejerzan su derecho, háganlo en libertad y conciencia, y
sepan que todas las elecciones, todas, son importantes. Estas también.
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