miércoles, mayo 21, 2014

La Expomanga, los frikis y la libertad


Cuando OOM y yo quedamos el sábado en el Lago de la Casa de Campo para hacer el paseo ciclista nos topamos con que la parada de metro estaba repleta de gente que acudía al expomanga 2014, feria centrada en el cómic y mundo manga pero que incluye muchas otras formas de participación relacionadas con las series televisivas y cosas por el estilo. De camino a la feria, que se celebrara en los cercanos recintos de IFEMA, acudían cientos de personas disfrazadas (cosplay en el argot) de personajes de videojuegos, de la guerra de las galaxias, de juego de tronos, de superhéroes, mangas, otakus, góticas… de todo.

De unos años a esta parte se ha disparado el fenómeno del fan de una franquicia cultural, sea serie, película, cómic, da igual el formato, cada vez son más las personas que gastan tiempo y dinero en caracterizarse como los personajes que siguen y admiran, que acuden a convenciones como la del expomanga o similares, para encontrarse con otros miles que comparten su afición y que, en un proceso que podríamos denominar de “salida del armario” se atreven a hacer pública su pasión y a no esconderse de vergüenza ante los que les rodean, que en muchos casos consideran ese comportamiento como infantil y absurdo. Por decirlo de una manera, el friquismo empieza a vivirse no sólo en la intimidad. Y ya les advierto que eso me parece muy bien. No me van a ver vestido de Ben Kenobi, Jaime Lannister, o del Gran Héroe Americano, porque nunca me ha gustado disfrazarme, pintarme o vestirme de manera rara, pero me parece muy bien que haya gente que lo haga, que disfrute con ello, que se junte con otros que lo disfrutan igualmente, y que se atrevan a salir así a la calle. ¿Por qué no? Al día siguiente, comentándolo en el trabajo, la mayoría de los que me rodeaban veían estos comportamientos con malos ojos, y no era raro oír expresiones de algunos, que son padres de niños pequeños, afirmando que preferían ver a sus hijos fumando porros en un parque o de botellón que vestidos de esa manera. Dando por sentado que ambos comportamientos, el botellón y el disfraz, no tienen por qué ser incompatibles, me extrañaba la visión peyorativa que me rodeaba a la hora de juzgar estas aficiones. Series como The Big Bang Theory han permitido que muchas personas conozcan las interiores del comportamiento friki y nerd (más centrado en el mundo de la tecnología) pero no han conseguido que sean vistos como aficiones respetables. Sin embargo todo el mundo ve normal que miles de personas salgan a las calles vestidas de los colores que enarbola un equipo de fútbol y monten una juerga tremenda si su equipo mete algún gol más que el contrario. Salir con las camisetas, bufandas, trompetas, gorros y demás parafernalia es correcto si se hace de algo, el fútbol, que no sólo es socialmente aceptado, sino fomentado, desde los medios de comunicación y las estructuras sociales. Qué ilusión les hace a muchos padres ver a sus hijos vestidos del equipo de sus colores y, al parecer, que repelús les entra si un día su hijo se fabrica una imitación de un sable Jedi o se pone un kimono ajustado con pelucas de colores. Eso es intolerable, ridículo e infantil, pero lo del fútbol no… Pues que quieren que les diga, a mi me gusta lo primero y, como ya saben, nada de lo relacionado con el fútbol, pero si uno quiere ir de otaku por la calle y otro llevar las insignias de las copas ganadas por su club, que lo hagan. El que quiera compartirá una u otra vestimenta, pero ¿por qué una es más respetable que otra? ¿Quién lo dicta? ¿Quién lo juzga? Eso es la libertad, y ejercerla es gratificante.

En el fondo a mi, que soy una persona tímida, apocada, supongo que bastante acomplejada y que ya no me voy a quitar el sombrero de cortado chico de pueblo por mucho que viva en la capital, la visión del expomanga y de los fieles que a él acudían me daba envidia, por muchas razones, pero desde luego, y no la menor, por el arrojo y ganas de vivir la vida que mostraban los que allí acudían, que seguramente habrán pasado como todos, días buenos y días malos a lo largo de las semanas pasadas, pero que en la confección de su disfraz han enjuagado parte de ese dolor, y lo han superado. Y salían del metro satisfechos, felices, ilusionados, indiferentes a críticas y comentarios. ¿No es envidiable? No es motivo de orgullo…. Friki?

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