martes, mayo 06, 2014

Ucrania va a la guerra


De mientras media España estaba de puente y yo me lo pasaba bien con mis amigos, en Ucrania la situación se deterioraba cada vez más. El Viernes pudo ser el día de no retorno, el que haya marcado el antes y el después, y no en una de las ciudades del este que más renombre están alcanzando, no, sino en Odesa, ciudad portuaria del mar negro, de nombre que evoca espías, historia profunda y leyendas misteriosas, en la que decenas de personas murieron en un ataque de milicianos proucranianos contra partidarios de Rusia, que acabaron siendo quemados tras provocar los primeros un incendio en el edificio en el que se refugiaron.

Ni está claro lo que pasó ni lo que sucede hoy mismo en el este del país, más que nada por la guerra de propaganda que mantienen los dos bandos y un cierto oscurecimiento informativos, sorteado con problemas mayores por periodistas de determinados países, especialmente EEUU, pero no tanto por los de otros, como los corresponsales españoles, que están haciendo un magnífico trabajo. La situación recuerda un poco a la de la semana pasada, en la que el gobierno de Kiev adoptaba firmes decisiones de reconquista de las zonas rebeldes para acabar siendo apenas unos pocos tanques los que eran movilizados, de los cuales más de la mitad desertaban al llegar a la zona prorusa y se pasaban a los brazos de los amigos de Putin, dejando al gobierno ucraniano en el más absoluto de los ridículos. Si ayer desde Kiev se hablaba de combates y bloqueos en torno a la ciudad de Slaviansk los testigos allí presentes afirmaban que bloqueos había, y tensión y miedo sobraban, pero que ni había muertos ni altercados en la calle. En todo caso parece evidente que la calma, si la hubo real en algún momento, se ha roto del todo en el este del país, que las fuerzas prorusas se han hecho fuertes en las ciudades que lindan con las antiguas tierras de los zares, que no se van a dejar desalojar por las buenas, y que desde el bando liderado por Kiev también está claro que se ha perdido el control de la fuerza. Las unidades regulares (policía y ejército) no parecen actuar al dictado de las órdenes del gobierno, mientras que son los grupos paramilitares asociados a “sector derecho” rama política ultra que mantiene acampadas y posiciones en el Maidan, los que están empezando a tomar posiciones sobre el terreno, llevando a la práctica ejercicios de violencia e intimidación. Eso parece que sucedió en Odesa, donde se enfrentaron los milicianos prorusos y los ultras del sector derecho, siendo estos últimos los que acabaron rodeando a los primeros y, teniéndolos acorralados, decidieron matarlos. En ningún momento parece ser que ni la población civil ni las fuerzas de seguridad ucranianas pudieron (está por ver si quisieron) parar la tragedia que allí se estaba fraguando. En este clima de creciente inseguridad, de toma de las armas por grupos incontrolados y de violencia que puede surgir en cualquier punto o momento es muy difícil analizar hacia donde se encamina el país, más allá de saber que su futuro es un desastre, y que lo que no podemos determinar de ninguna manera es la dimensión del mismo. Un escenario de balcanización empieza a ser cada vez más probable. Como sucedió en la antigua Yugoslavia, se puede desarrollar aquí una guerra “intermedia” de milicianos de uno y otro bando, que tratan de hacerse con localidades y, una vez tomado el control, limpiarlas de enemigos. Un conflicto civil sucio, repugnante, de tintes étnicos, que sería muy difícil de controlar si se desata del todo. Y a día de hoy pocas son las fuerzas que parecen estar interesadas en pararlo.

La diferencia, obvia, con el caso Yugoslavo, es la vecindad de una Rusia eslava y con ganas de recuperar terreno, y que difícilmente iba a permitir que fuerzas paramilitares de signo radical se hicieran con ciudades fronterizas con su territorio. A medida que la escalada militar crezca lo hacen igualmente las posibilidades de que Rusia se involucre con tropas en el terreno para proteger sus lindes y las poblaciones de su mismo corazón y lengua. Eso sería una pesadilla, que empieza a quitar el sueño a media Europa. En este contexto, las elecciones previstas en Ucrania para el 25 de Mayo, coincidiendo con las europeas, y no por casualidad, se antojan ilusorias, y no veo la manera en la que puedan llevarse a cabo en la zona este del país. En su conjunto, la situación pinta mal, muy mal.

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