Pocas veces una jornada electoral
genera tantos titulares como los que se produjeron ayer por la noche con motivo
de los comicios europeos. En
general, las encuestas acertaron, y se confirmaron las victorias de los
extremistas en Francia, Dinamarca y Reino Unido. El caso galo, con un
desplome absoluto del PS y de la imagen del gobierno de Hollande, es especial.
La imagen de Marine Le Pen como triunfadora de la noche se ha convertido en la
pesadilla perfecta en la que, para muchos, se ha transformado el sueño de Europa.
Más allá de la abstención y las particularidades de estas elecciones, su
triunfo es una mala noticia.
En España las encuestas han
acertado… muy relativamente. Sí en quién sería
el partido ganador y el segundo, PP y PSOE respectivamente, pero han
fallado en todo lo demás. La participación, que se estimaba batiría un récord
histórico de bajada, superó por poco a la de los anteriores comicios, situándose
en un triste 45,84% que, para lo que son estas elecciones y el contexto de la
UE, no nos deja en muy mal lugar. Tres son las noticias de la noche. Por un
lado el descenso del bipartidismo, dado que PP y PSOE juntos no alcanzan el 50%
de los sufragios, hecho que, si no me equivoco, no se había producido nunca. Esto
se debe, segunda noticia, al crecimiento disparado de los minoritarios, tanto
IU como UPyD, que suben en votos y escaños, pero evidentemente la sorpresa la
da la formación “Podemos” de Pablo Iglesias, politólogo tertuliano de continua
aparición televisiva, que con un discurso de izquierdas muy clásico, demagógico
y de poco fuste real ha logrado un resultado fantástico. Consigue cerca de
1.245.00 votos, que le otorgan cinco escaños (las encuestas, como mucho, le
daban horquillas de 1 a 2) se coloca como la cuarta fuerza política a nivel
nacional y, en varias comunidades autónomicas, como por ejemplo Madrid, es la
tercera, superando a una Izquierda Unida que, pese a su ascenso, debe estar
rabiando por dentro por el destrozo que le ha hecho el melenudo Iglesias. Cierto
es que Podemos ha conseguido reclutar voto nuevo, tradicionalmente
abstencionista, convirtiéndose en cierto modo en el heredero político del
movimiento 15M, que en estas fechas cumple el tercer aniversario desde su
fundación, pero no lo es menos que parte del electorado tradicional de IU,
sobre todo en sus franja más juveniles, se ha debido de pasar a las huestes de
Podemos, en busca de un discurso fresco, novedoso (pese a su planteamiento
ideológico propio del siglo XIX) y a convertido a Iglesias en la revelación de
la jornada. Sus registros son apabullantes y, más allá de los efectos de la ley
electoral, inexistentes en este caso, muy presentes en elecciones autonómicas y
nacionales, el fenómeno “Podemos” va a empezar a dar mucho que hablar a partir de
hoy. La tercera noticia relevante es, en el plano autonómico, los buenos
resultados de ERC en Cataluña, que por primera vez desde la época republicana,
gana unas elecciones, dejando a CiU al borde de los caballos y mostrando a
Artur Más, nuevamente, que cuando uno desata el genio independentista el premio
se lo llevan los independentistas de toda la vida, no los pactistas que esperan
sacar rédito del negocio. CiU va a tener que reflexionar y cambiar mucho de táctica
si no quiere verse superada del todo y perder el omnímodo poder económico y
social que detenta en Cataluña, que es lo que le garantiza su supervivencia política.
En el País Vasco también Bildu consigue buenos resultados, y renueva su presión
sobre un PNV cada vez más acorralado en Vizcaya y con una perspectiva de futuro
compleja, basada en una militancia de cada vez mayor edad frente al empuje
juvenil y soberanista de los exbatasunos.
Y el PP y el PSOE, que hoy analizan los
resultados de manera interna, salen perjudicados. El PSOE, con unos resultados
desastrosos, se hunde en toda España y sólo Andalucía se mantiene como un bastión
inexpugnable, gracias a Susana Diez. Todo lo demás son malas noticias que
exigen el ruede de cabezas. El PP gana, sí, pero con una enorme sangría, sus
feudos clásicos se debilitan, se hunde en Andalucía, se vuelve irrelevante en
Cataluña y su mayoría absoluta electoral entra en tiempo de descuento, dado que
es imposible que vuelva a repetirse. En Ferraz, medio muertos, y en Génova,
heridos, tienen mucho que reflexionar para poder controlar las heridas que
ahora les afligen
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