martes, mayo 20, 2014

En el debate electoral seis no son multitud


Ayer tuvo lugar en TVE el segundo debate de las elecciones europeas (adiós lectores, adiós, snifff) esta vez en formato múltiple, con representación de las seis formaciones (coaligadas con otras o no) que consiguieron escaño en los comicios de hace cinco años. Por el PP y PSOE acudieron los números dos de las candidaturas, Esteban González Pons y Ramón Jaúregui respectivamente, y les acompañaron Willy Meyer por IU, Francisco Sosa Wagner por UPyD, Ramón Tremosa por CiU y Josep María Terricabras por ERC. Presentó María Casado, que dejó muy claro al principio que ella era poco más que una figurante dado que todo el formato estaba pactado (amañado dirían algunos) entre las formaciones participantes.

Empezando por el final, situaría este encuentro entre los dos que se celebraron la semana pasada. No llegó al nivel que ofrecieron los candidatos europeos, entre otras cosas porque aquello era mucho más parecido al concepto real de debate que somos capaces de imaginar, pero estuvo muy por encima del “espectáculo” que ofrecieron los números uno del PP y PSOE, Cañete y Valenciano, que sólo sirvió para dejar en ridículo a los estrategas de ambos partidos y provocar graves heridas electorales al candidato del PP, que posteriormente él mismo se encargaría de extender hasta el casi suicidio político. Volvamos al encuentro de ayer. Al haber mucha gente las intervenciones debían ser breves, de un minuto para cada uno, y los tiempos se respetaron. Debo destacar que en este debate sí se habló de Europa, no de manera monográfica, desde luego, pero sí era un asunto al que se refirieron casi todos los candidatos, incluido un Esteban Pons del PP que trataba en todo momento de orillar el debate europeo para centrarse en la recuperación de la economía española, estandarte de campaña del PP que, sin dejar de ser cierto, muestra las carencias de la formación a la hora de afrontar estos comicios que, en el fondo, le importan tanto como a casi el resto de los españoles: Nada. Conceptos como austeridad, estabilidad de las cuentas públicas, el MoU, el papel del BCE, las políticas de solidaridad entre estados y muchos otros salieron a la luz, lo que ya es algo reseñable. Sin embargo, el no poder entablar un debate en sentido estricto limitaba las posibilidades de confrontar las diferentes posturas, expuestas en minimonólogos cerrados. Era de esperar que saliese el tema de la propuesta soberanista catalana, lógico teniendo en cuenta que de los seis participantes dos eran nacionalistas catalanes y, pena, fue este el único tema en el que se llegó a alcanzar un cierto debate entre las partes, con los representantes de CiU y ERC actuando al unísono, envueltos en un nacionalismo arrebatado y, como siempre, ciego, mientras que el resto de intervinientes mostraban un discurso inconexo y muy divergente entre sí. El representante de IU trataba de esquivar el asunto echando la culpa al capitalismo, Ramón Jáuregui mostraba la incoherencia que existe en el PSOE, que ante este problema no tiene nada claro lo que debe opinar, sumido en complejos y tremendas disputas en el PSC, Pons apelaba al discurso del sentimiento de unidad entre hermanos, más allá de las siglas, y Sosa Wagner era el único que esgrimía la legalidad para oponerse a la consulta, a la hipotética secesión, y denunciaba el anacronismo del nacionalismo y de todas las posturas excluyentes, no sólo esa, que se presentan el Domingo a las elecciones en distintos países europeos y que, según las encuestas, pueden obtener magníficos (y alarmantes) resultados. Fuera del tema soberanista la economía centró la mayor parte del encuentro, pero en este campo la labor de zapa de Pons, que no me gustó, fue efectiva, y consiguió llevar a Jáuregui y el resto de candidatos, el terreno nacional, por lo que en parte el tema se frustró, en lo que a Europa se refiere. Pons tardó mucho en virar y empezar a salirse del discurso que llevaba escrito (y que no necesita leer) pero en la primera media hora ofreció una imagen muy pobre.

Resultado final. Los “segundones” de PP y PSOE son mucho mejores candidatos y oradores que sus cabezas de lista (un cara a cara entre Pons y Jáuregui hubiera sido mil veces más interesante que lo que vimos la semana pasada) y el resto de candidatos también dieron muestra de saberse los temas que se estaban tratando. Pese a las limitaciones del formato, el encuentro fue interesante, y puede que productivo para el escaso porcentaje de espectadores que lo estábamos presenciando (a ver si llegamos al 5% de cuota). Ya no habrá más debates electorales, salvo uno que se organiza hoy entre Juncker y Schulz en la TV alemana, y los cuatro que votemos el Domingo (yo ya lo he hecho por correo) no volveremos a ver a los candidatos enfrentarse en estos “cuerpo a cuerpo”. El grado de ironía contenido entre las comillas también lo dejo a su elección.

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