Para mañana Sábado, y con una
previsión de chubascos ocasionales, viento y descenso de temperaturas, tiene
convocada el movimiento Podemos una gran manifestación en el centro de Madrid,
como primera prueba de fuerza y demostración de convocatoria de cara al ciclo
electoral que está a punto de empezar. Seguramente será miles, y no pocas, las
personas que se reúnan en torno a la figura del mesiánico Pablo Iglesias y sus
correligionarios, y más allá de las cifras, mostrarán que el movimiento,
surgido de las tertulias televisivas, es una realidad política con la que,
guste o no, hay que contar.
Y a mi no me gusta Podemos. Como he
dicho a cada uno que me ha preguntado, abonado en el fértil terreno de la
crisis, la corrupción y el hastío, Podemos ha surgido con fuerza casi
imparable, pero responde a un cabreo global, general, contra todo. Es una
fuerza de rabia, “anti”, como la fiebre que golpea al cuerpo enfermo de gripe,
que lo revuelve pero no cura. Podemos denuncia cosas que son ciertas, pone el
dedo en muchas llagas (no en todas, por cierto) pero no aporta soluciones, y lo
que así denominan ellos son un recetario que hace muchas décadas, y en un
contexto muy distinto y favorable, ya fracasó en otros países. Pero como antes
decía, Podemos está ahí, existe, es la mayor revolución política, al menos en
el campo de las encuestas, que se ha dado en España desde el desplome de la
UCD, y en un par de meses, empezando por Andalucía, veremos a ver cómo esos
sondeos se traducen en votos reales y escaños. Creo, y es una afirmación
arriesgada, que la formación ha alcanzado una especie de máximo en lo que hace
a su valoración social, y está empezando a transitar un camino de descenso, que
será suave o no en función tanto de lo que ellos mismos hagan como del
bombardeo al que le sometan sus adversarios. En el adanismo de la formación
entraba la idea de que su castidad, ajena a la podredumbre de la casta, les iba
a inmunizar de ataques por parte de unos rivales que se quedarían sentados
mientras recibían estopa sin fin por parte de Iglesias y compañía. Eso,
obviamente, no iba a ser así. Cada día tenemos una nueva denuncia, magnificada
o no, que pone de relieve que, hasta donde han podido llegar, la ética no ha
sido precisamente la guía o pauta de actuación que ha marcado el norte de sus
dirigentes. La familia de Tania Sánchez quizás no haya cometido delitos
administrativos en el Ayuntamiento de Rivas, pero lo que han hecho es tan
parecido…. Y Monedro ha dejado claro que su apellido le guía en todo lo
relativo a su propio bolsillo, de manera inversamente proporcional a lo que opina
que debe existir en los bolsillos de los demás. Pero más allá de estas
denuncias, que tendrán que ser probadas en todo caso, la actitud de Iglesias muestra
el flanco más débil de la formación. Esa verborrea continua, fácil y demagógica
ha degenerado en un comportamiento chulesco e impresentable, que este pasado sábado
alcanzó cotas vergonzosas en una presunta entrevista que tuvo lugar en la
sexta, llamada por algunos telepodemos, que se frotaba las manos viendo como la
audiencia se disparaba contemplando a un Iglesias que despreciaba a los
periodistas que trataban de preguntarle, y sólo obtenían epítetos presuntamente
graciosos, desplantes y gestos soberbios de un señor despatarrado en un sofá.
Lo poco que vi me bastó para sentir vergüenza ajena, y creo que su asesores
debieron pasar por el mismo trago.
No tengo duda alguna de que, en
las siguientes elecciones, Podemos sacará buenos resultados, y que su
emergencia no va a dejar de causar consecuencias (la más obvia, la destrucción
de IU, tomada al asalto por los “podemistas” como si de su cielo se tratase).
Pero reitero, Podemos no es la solución a nuestros problemas. Su discurso, vació
de contenido, inteligencia y razonamiento, servirá sólo para derrumbar cosas e
instituciones, funcionen bien o mal, pero no sirve para construir nada. Su voto
canaliza una rabia y malestar social, pero de esa ira no puede salir una solución.
“Cambiemos” sería un buen nombre para un movimiento regeneracionista sólido,
intelectual y con peso, que se atreviera a remover todo lo que hay de malo, y
es mucho, en nuestro país. Podemos no es la vía, créanme.
Subo el fin de semana y lunes a Elorrio con la
ilusión de que el temporal deje nieve en el norte y pueda verla. Si todo va
bien, hasta el martes 3 de febrero.