Puede
que Bárcenas tuviera prisa ayer por salir de la cárcel tras enterarse de
que Draghi va a gastarse 60.000 millones de euros al mes en comprar deuda, y
quisiera quedarse con un trozo del pastel, o que le interese el resultado de
las elecciones griegas de este Domingo, pudiendo así seguirlas desde el cómodo
salón de su casa, sin las penurias del camastro y los barrotes, viendo si al
final Syriza gana los comicios y quién puede formar gobierno en una Atenas
ruinosa, no sólo en la parte histórica, que él podría restaurar, incluso
comprar, si le dejan usar su agenda de contactos durante unas pocas semanas.
Sí, las elecciones griegas del
Domingo son nuestras primeras grandes elecciones, y digo bien “nuestras” porque
lo que allí pase puede servir no sólo de termómetro respecto a todas las que
nos vienen, sino porque su resultado va a condicionar mucho la política,
evidentemente la griega, pero también la europea y la local española. A estas
alturas de la película parece evidente quién va aganar. Las encuestas, que allí
se pueden hacer hasta el final de la campaña, tras un cambio legislativo que
bien podríamos copiar aquí, son unánimes, y muestran
una victoria de la coalición de izquierdas Syriza. En esta web pueden ver la
media de los sondeos de estos últimos días. Grecia se halla en una suerte
de bipartidismo alternativo, entre el centro derecha de Nueva Democracia,
equivalente al Pp, y el izquierdismo extremo de Syriza, que es algo parecido, para
entendernos, a IU y Podemos. El resto de partidos alcanzan valores muy
discretos. Frente al 30% de voto estimado que alcanzan los dos mencionados
ninguna de las demás fuerzas llega al listón del 7%. ¿Dónde está la social
democracia? El PASOK, un histórico de la política europea, el equivalente al
PSOE, no languidece. Agoniza y apenas llega al 5% de estimación de voto, un
resultado deprimente que puede ser aún peor dado que el anterior ministro
socialista, Yorgos Papandreu, el que lideraba el país en los tiempos del primer
rescate, ha decidido escindirse de la formación y crear una nueva quizás para
salvar su propio escaño, pero que es seguro que restará votos, pocos pero
algunos, a un PASOK que amenaza cierre por derribo. Con estos datos la victoria
es clara para Tsipras y sus huestes, pero no está claro que puedan formar
gobierno. La ley electoral griega, reformada también hace pocos años, es muy
proporcional, en línea con la española, pero para forzar la creación de mayorías
estables determinó que el ganador de las elecciones recibiría en el parlamento un
bonus de 50 escaños sobre los 300 que lo conforman, de tal manera que en las
elecciones del Domingo se van a escoger 250 parlamentarios en total. Hasta
ahora el partido gobernante, Nueva Democracia, lo era gracias a haber
conseguido 79 escaños en elección más los cincuenta de bonus, por lo que con
129 escaños era la formación mayoritaria. La mayoría absoluta son 151, por lo
que Syriza debe alcanzar al menos cien escaños en la votación para lograrlo, y
es difícil, pero no imposible, que eso suceda. En todo caso empieza a darse por
hecho de que son los vencedores de la votación y que tendrán el grupo más
numeroso en la cámara de Atenas, y a partir del lunes Tsypras, de apenas
cuarenta años, será en funciones el nuevo primer ministro griego, el
interlocutor de la Troika, las autoridades comunitarias y del resto de presidentes
de la UE y el mundo. Y un nuevo capítulo en este folletín interminable de la crisis
europea habrá comenzado. El de la revolución política y el ascenso al poder de
los movimientos indignados surgidos en medio del desastre económico.
Tsipras va a gobernar a una Grecia arruinada, cuya
situación no es imaginable ni siquiera desde nuestro punto de vista, en la que
la corrupción anida de una manera tal que España puede ser considerada una
eficiente Alemania a su lado. Con una deuda pública descontrolada e impagable,
su gobierno tratará de renegociar una quita, que logrará, bien en cuantía o en
plazo, con los acreedores internacionales (entre ellos nosotros, sí, sí, usted
y yo también) y de su estilo y éxito (o no) de gobierno dependerá que Podemos,
UKIP u otras formaciones, a las que sólo les une el ser “antitodo” logren
llegar al poder en sus respectivos países. Así que ya saben, lo del Domingo es
importante, y Bárcenas lo verá desde su casa. ¿Qué opinará?
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