Año nuevo, problemas viejos que
parecen eternizarse. A finales de 2014 vivimos, otra vez, el despertar de la
crisis griega, con retransmisiones en directo en nuestras pantallas de las
sesiones del pequeño parlamento de Atenas en el que, en un griego claro y
absolutamente incomprensible, al menos para mi, se sucedían discursos y
votaciones para elegir a un presidente de la república, carente de poder pero sí
de cargo. El no acuerdo en esa elección ha precipitado la convocatoria de las
elecciones para este 25 de enero y con ellas ha vuelto la histeria a los
mercados sobre el compromiso de pago de la inmensa deuda griega.
Creo que en estos días asistimos
a un peligroso e interesante juego de apuestas, de envidos, de faroles y
amenazas. Por un lado, con Syriza al fondo, los electores griegos deben escoger
nuevo gobierno, y las encuestas señalan que ante el descrédito de las
formaciones tradicionales será esa coalición de izquierdas la vencedora de los
comicios, probablemente sin mayoría suficiente para gobernar en solitario, pero
ganadora a fin de cuentas. De una posición maximalista de impago Syriza va poco
a poco amoldando su discurso, bien por convicción o por interés, hacia una
renegociación de la deuda y la aplicación de quitas, siempre manteniéndose
dentro del euro. En frente, la oposición a esta coalición no la realizan los partidos
griegos, curiosamente, sino parte de la opinión pública e institutos económicos
europeos, especialmente alemanes, que desde que se produjo la convocatoria
electoral han vuelto a sacar a pasear el fantasma de la salida griega del euro
en el caso de que el gobierno de Atenas caiga en manos de la izquierda y se
incumplan los compromisos ya firmados con la troika y resto de acreedores. Día sí
y otro también se filtran rumores, interesados, sobre escenarios de salida de Grecia
de la moneda única, probabilidades, posibilidades, alternativas y demás
supuestos, y la Comisión Europea debe aparecer cada mañana diciendo que todo
eso es falso y que ningún país saldrá de la moneda común. Tantos rumores sientan
mal a los mercados, y desde
que ha comenzado el año el Ibex, junto con el resto de bolsas, no deja de caer
y perder niveles que parecían consolidados, el último el de los 9.900 puntos.
¿Qué es lo que está pasando aquí? Difícil precisarlo, pero me da que todo es
una representación teatral, algo muy griego por otra parte. Todos los actores
dan por hecho que la victoria de Syriza es casi seguro, y empiezan a preparar
el terreno para una negociación a cara de perro entre ese nuevo gobierno y los
intereses de los acreedores. Esta campaña del miedo en la que vivimos busca debilitar
el voto de izquierda heleno, cierto, pero sobre todo hacerle ver a Tsypras, el
probable nuevo primer ministro de Atenas, que su victoria no le dará el poder
para hacer con los acreedores lo que desee. Lo cierto es que ambas partes tienen
mucho que ganar si llegan a un acuerdo que permita aliviar la carga de la
deuda, porque todos dan por hecho de que Grecia jamás pagará lo comprometido,
pero el grado de incumplimiento depende mucho de la fortaleza que adquiera
Syriza en las urnas y de la “alegría” con que su triunfo sea recibido en otras
capitales, especialmente Berlín. De ahí que la secuencia de informes y estudios
sobre escenarios de salida del euro vaya a seguir hasta que llegue el día de
las elecciones y después, los votos dirán.
En la práctica Grecia no puede salir del euro,
porque todos saben que ese escenario sería un desastre absoluto para el país y
sus ciudadanos, condenados a un corralito ruinoso que los convertiría en parias,
y para el conjunto de la UE supondría una conmoción muy difícil de asumir, pese
a que haya voces que digan que ahora es factible enfrentarse a ese reto. Además
Grecia es el primer país de la UE en el que los populismos postcrisis ven la
posibilidad de tocar poder real. UKIP en Reino Unido en Mayo serán los siguientes,
y Le Pen en Francia y Podemos aquí miran con detalle lo que suceda en Atenas
que, nuevamente, se convierte en alumno adelantado en este nuevo episodio de la
interminable crisis europea.
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