lunes, enero 26, 2015

Syriza se hace con el poder en Grecia


Es un vicio que las encuestas y sondeos se cumplan. Da por bueno el dinero invertido en ellas, simplifica el trabajo de los analistas y ofrece una imagen de realidad perceptible y controlable que deja tranquila a mucha gente. En las elecciones griegas todas las encuestas daban por segura la victoria de Syriza, y es lo que finalmente ha sucedido, quizás incluso con mayor margen de voto del esperado. Tras la obtención del bonus electoral de los cincuenta escaños la coalición ganadora se queda en 149 escaños, a dos de la absoluta. En la práctica controla el parlamento y puede formar gobierno.

Si hasta ahora estábamos en la parte interesante de la historia, ahora hemos llegado a la importante. Tras años de oposición y crítica Tsipras, que va a ser el próximo primer ministro, accede a un poder recortado y dependiente de la financiación exterior. Su hacienda, pese a genera déficit primario (cosa que en España aún no somos capaces) es débil, posee agujeros inmensos y no recauda lo debido, y el tejido productivo del país, corrupto y agrietado antes de la crisis, es ahora un páramo. Su intención es la de renegociar con la troika las condiciones de financiación de la deuda griega, cuya parte pública está en torno al 170% del PIB, inasumible para el país, como por lo bajo señala casi todo el mundo. Sin embargo, y sospecho que Tsipras lo sabe, su margen de negociación no es tan amplio como el que se proclamaba en los mítines electorales. Es imposible que los socios que hemos aportado parte del rescate (España unos 26.000 millones) aceptemos una quita como tal, por lo que tras mucho teatro y declaraciones, lo más probable es que se alcance un acuerdo en el que se aumenten los plazos de devolución y, en la práctica, la quita se transforme en un proceso de repago infinito, dando por tanto un margen amplio al gobierno. Pero este, que muchos presentan como el gran problema del país, no es sino uno de los muchos que le afligen. Como antes comentaba Grecia depende de la financiación internacional para abrir la persiana todos los días, carece de crédito exterior, no emite en los mercados de deuda y no puede realizar políticas de gasto porque no tiene con qué pagarlas. Seguramente Tsipras luchará por reducir la carga impositiva de los griegos, por eliminar algunos de los recortes que estos años han sufrido, en cuantía y dimensión infinitamente mayor que los que nosotros conocemos, pero su margen de maniobra no es tan grande como pudiera pensar. Si no logra reactivar la economía helena no podrá desviar partidas de gasto hacia fines sociales, e internamente debe acometer una reforma muy dura para eliminar las ineficiencias y corruptelas que asolan el tejido público y privado del país. ¿Está dispuesto a hacerlo? No lo se. De momento conocemos la imagen mitinera y de campaña de un político joven, de buena planta, y que lleva varios años en el escenario público. A partir de hoy comenzaremos a conocer al gobernante Tsipras, que espero nos de una positiva sorpresa, entre otras cosas porque cuanto mejor lo haga mejor le irán las cosas a sus compatriotas y, de paso, al resto de europeos. Toca esperar y ver.

Y el resto de Europa, que ha estado muy pendiente de estas elecciones, empieza hoy una nueva fase de la interminable crisis, ésta en forma política, en la que las formaciones que han sostenido el equilibrio político de manera tradicional, encarnadas en Grecia en al centroderecha de Nueva democracia y en la socialdemocracia del PASOK, se ven relegadas o a un segundo puesto o a la irrelevancia. Partidos nuevos, o veteranos radicalizados se aprestan a tocar poder y a condicionar las políticas no sólo de salida de la crisis, sino todas las que determinan el rumbo del país. Desde hoy el riesgo que representa Podemos en España, o el frente Nacional en Francia, dejan de ser hipótesis para convertirse en escenarios factibles, con todas sus consecuencias. Sí, ayer no sólo cambió Grecia, lo hizo toda Europa. Aquí también toca esperar y ver hacia dónde.

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