Llenazo en el Auditorio Nacional,
todo vendido, noche de esas que prometen ser épicas. Ante nosotros, un
escenario lleno con una orquesta atiborrada de instrumentos de percusión en el fondo,
junto a las tradicionales secciones de viento y cuerda, aparentemente
reforzadas. Un coro enorme mixto en los asientos de la derecha y uno, más
modesto, de voces blancas, en los de la izquierda. Un despliegue de medios a
tono con la imagen que, proyectada, cubre parte del escenario y el órgano. En
ella se puede leer “The Lord of the Rings”.
Y tras los aplausos de rigor, con
una emoción enorme, empieza la proyección de la película, en la que la orquesta
y coro nacionales de España van a ejecutar, en directo, la integral de su banda
sonora. Empieza con la introducción de Galadriel, contando la historia de cómo
se forjó el anillo único, con toques suaves de la orquesta, introduciendo ya
alguno de los temas que van a dar su contenido y personalidad a toda la
partitura. Y con la primera batalla el estruendo de los timbales y el coro
dejan a todos anonadados. La fuerza de la música arrolla a las ya de por si
impactantes imágenes que se ven, y su progresión no cesa. Suave, como en las
escenas que se desarrollan en la comarca, durante la fiesta del centésimo décimo
primer cumpleaños de Bilbo, o raudas como los jinetes negros que asedian la
comarca en busca del portador del anillo, la música coge toda la fuerza posible
en cada momento, envuelve el Auditorio y deja asombrados a todos los que allí
estamos. Con el mismo ímpetu con el que Arwen espolea su caballo para huir de
los Nazgûl camino a Rivendel, las trompas y contrabajos corren imponiéndose en
el fondo del foso, y llegamos al concilio de Elrond con la sensación de que esa
orquesta que toca en el fondo es la paz y fuerza que anida en la morada del
viejo gran elfo. Tras un intermedio en el que los comentarios que pude captar,
no sólo de mis acompañantes, eran de asombro y admiración, comenzó la segunda
parte, marcada por los solos orquestales que acompañan a la comunidad en su
caminar hasta llegar a las montaña, donde se ven detenidas, y con un creciente
tronar de timbales que anuncian la llegada de Moria. Es ese uno de los pasajes
más intensos y oscuros de toda la película, y que más exigen a todo el equipo
de percusión, pero nuevamente la orquesta se impone, y aunque Gandalf caiga con
el Balrog en el puente de Kazhad-Dûm, los acordes de la música lo elevan, y
acompañan a los supervivientes hasta el bosque de Rivendel, donde coros y
soprano tienen uno de los papeles más difíciles de toda la partitura, que
cubren con enorme solvencia. Tras abandonar el bosque de Galadriel, la comunidad
se encamina hacia su punto de ruptura, asediados por los orcos que provienen de
Isengard y por la discordia que el anillo siembra entre sus componentes. La
partitura se torna cada vez más sombría, y la orquesta, exigida al máximo,
llega al clímax de la muerte de Bóromir, una de las escenas más bellas y
emotivas de toda la trilogía, con acordes de adagio sostenido, de emoción viva,
de entrega de su último aliento a su Rey, mientras que violines y demás cuerdas
lloran al son que marca la imagen, y hacen llorar a todos los que allí nos
encontramos. Frodo, sabedor de que su carga es intransferible y letal, huye en
busca de su destino en el monte de Sauron, sólo con la compañía de Sam, y con
una imagen de fondo de la tierra de Mordor, la partitura se acaba para dar paso
a los títulos de crédito, donde se interpreta un conjunto de temas
pertenecientes a todo el metraje.
Y la pantalla se funde a negro,
la orquesta cesa, el coro calla, y el público estalla en un aplauso
enfervorizado, desatado, en el que todos nos ponemos de pies, tras cerca de
tres horas de magnífica música interpretada de una manera formidable. Y nadie
se va de su sitio a pesar de la hora que es, y los aplausos no cesan, y el
director tiene que volver a salir a saludar y la soprano y los coros no dejan
de recibir aplausos y vítores sin parar. Ayer, en el Auditorio, se vivió una
noche memorable, mágica, asombrosa. Y como dice Elrond respecto a la batalla de
Isildur, yo puedo decir que estuve allí, y que viví esa magia.
Mañana, día de reyes, no habrá entrada. Hasta el
Miércoles 7
3 comentarios:
Bravo!
Igual de emocionante que un madrid-barça!!!
Muchas gracias por leerlo y por los comentarios!!!!!
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