lunes, enero 05, 2015

Poseídos por el Señor de los Anillos en el Auditorio Nacional


Llenazo en el Auditorio Nacional, todo vendido, noche de esas que prometen ser épicas. Ante nosotros, un escenario lleno con una orquesta atiborrada de instrumentos de percusión en el fondo, junto a las tradicionales secciones de viento y cuerda, aparentemente reforzadas. Un coro enorme mixto en los asientos de la derecha y uno, más modesto, de voces blancas, en los de la izquierda. Un despliegue de medios a tono con la imagen que, proyectada, cubre parte del escenario y el órgano. En ella se puede leer “The Lord of the Rings”.

Y tras los aplausos de rigor, con una emoción enorme, empieza la proyección de la película, en la que la orquesta y coro nacionales de España van a ejecutar, en directo, la integral de su banda sonora. Empieza con la introducción de Galadriel, contando la historia de cómo se forjó el anillo único, con toques suaves de la orquesta, introduciendo ya alguno de los temas que van a dar su contenido y personalidad a toda la partitura. Y con la primera batalla el estruendo de los timbales y el coro dejan a todos anonadados. La fuerza de la música arrolla a las ya de por si impactantes imágenes que se ven, y su progresión no cesa. Suave, como en las escenas que se desarrollan en la comarca, durante la fiesta del centésimo décimo primer cumpleaños de Bilbo, o raudas como los jinetes negros que asedian la comarca en busca del portador del anillo, la música coge toda la fuerza posible en cada momento, envuelve el Auditorio y deja asombrados a todos los que allí estamos. Con el mismo ímpetu con el que Arwen espolea su caballo para huir de los Nazgûl camino a Rivendel, las trompas y contrabajos corren imponiéndose en el fondo del foso, y llegamos al concilio de Elrond con la sensación de que esa orquesta que toca en el fondo es la paz y fuerza que anida en la morada del viejo gran elfo. Tras un intermedio en el que los comentarios que pude captar, no sólo de mis acompañantes, eran de asombro y admiración, comenzó la segunda parte, marcada por los solos orquestales que acompañan a la comunidad en su caminar hasta llegar a las montaña, donde se ven detenidas, y con un creciente tronar de timbales que anuncian la llegada de Moria. Es ese uno de los pasajes más intensos y oscuros de toda la película, y que más exigen a todo el equipo de percusión, pero nuevamente la orquesta se impone, y aunque Gandalf caiga con el Balrog en el puente de Kazhad-Dûm, los acordes de la música lo elevan, y acompañan a los supervivientes hasta el bosque de Rivendel, donde coros y soprano tienen uno de los papeles más difíciles de toda la partitura, que cubren con enorme solvencia. Tras abandonar el bosque de Galadriel, la comunidad se encamina hacia su punto de ruptura, asediados por los orcos que provienen de Isengard y por la discordia que el anillo siembra entre sus componentes. La partitura se torna cada vez más sombría, y la orquesta, exigida al máximo, llega al clímax de la muerte de Bóromir, una de las escenas más bellas y emotivas de toda la trilogía, con acordes de adagio sostenido, de emoción viva, de entrega de su último aliento a su Rey, mientras que violines y demás cuerdas lloran al son que marca la imagen, y hacen llorar a todos los que allí nos encontramos. Frodo, sabedor de que su carga es intransferible y letal, huye en busca de su destino en el monte de Sauron, sólo con la compañía de Sam, y con una imagen de fondo de la tierra de Mordor, la partitura se acaba para dar paso a los títulos de crédito, donde se interpreta un conjunto de temas pertenecientes a todo el metraje.

Y la pantalla se funde a negro, la orquesta cesa, el coro calla, y el público estalla en un aplauso enfervorizado, desatado, en el que todos nos ponemos de pies, tras cerca de tres horas de magnífica música interpretada de una manera formidable. Y nadie se va de su sitio a pesar de la hora que es, y los aplausos no cesan, y el director tiene que volver a salir a saludar y la soprano y los coros no dejan de recibir aplausos y vítores sin parar. Ayer, en el Auditorio, se vivió una noche memorable, mágica, asombrosa. Y como dice Elrond respecto a la batalla de Isildur, yo puedo decir que estuve allí, y que viví esa magia.

Mañana, día de reyes, no habrá entrada. Hasta el Miércoles 7

3 comentarios:

zia dijo...

Bravo!

necos dijo...

Igual de emocionante que un madrid-barça!!!

David Azcárate dijo...

Muchas gracias por leerlo y por los comentarios!!!!!